Han pasado ya treinta años. En la madrugada del 16 de noviembre de 1989 fueron asesinados en El Salvador seis sacerdotes jesuitas y dos mujeres. Fue la matanza que marcó el destino de la guerra civil de El Salvador.
Horas después del crimen, del que se cumple ahora tres décadas, el padre José María Tojeira no tuvo dudas de que a sus compañeros los había matado el Ejército, pese al intento de culpar a la guerrilla.
Tojeira, que desde 1988 era provincial de la Compañía de Jesús para Centroamérica y vivía a unos 40 metros del campus de la Universidad Centroamericana (UCA), donde se perpetró la masacre, escuchó a dos testigos que le confirmaron sus sospechas.
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