Avigdor Lieberman volverá a poner en jaque a los dos principales bloques resultantes de estas elecciones: el de derechas, liderado por el Likud de Netanyahu, y el más centrista Kahol-Lavan (azul y blanco), encabezado por el exgeneral Benny Gantz.
Y lo hará presionándoles para conseguir la que para él es "la única opción posible": un ejecutivo de unidad nacional que les incluya a ambos junto a su partido, Israel Beitenu, como fórmula para quitarse de encima a los partidos ultraortodoxos judíos y a los árabes que, al haberse presentado esta vez como única lista, han movilizado a la minoría árabe-israelí y conseguido entre tres y cinco escaños más, según las últimas encuestas (se convertirían así en la tercera fuerza política en la Knéset).