El olor a quemado y el humo que cubre la Chiquitania han espantado a los turistas en esta región boliviana castigada por el fuego, donde las llamas han impedido sus festivales de música y teatro, heredados hace siglos de los jesuitas, y amenazan también los de flores y de aves.
Concepción es una ciudad emblemática por preservar el mayor archivo de música barroca del país y mantener viva la tradición de las misiones jesuíticas.
Pero el fuego no da tregua a su alrededor, donde están movilizadas las Fuerzas Armadas de Bolivia y de países como Argentina.
Los días en Concepción están marcados por la polución y en los amaneceres todavía persiste una humareda que cubre las serranías y el cielo, que suelta el olor a hollín característico de la vegetación que continúa ardiendo en los alrededores.
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