La Comisión Europea no esconde la preocupación por la lentitud con la que los gobiernos están aplicando los planes de recuperación, que tienen agosto de 2026 como fecha límite para ejecutarse y, por tanto, recibir los más de 600.000 millones de euros presupuestados. Y le da en esta ocasión un tirón de orejas le llega de nuevo a España, que partió como alumno aventajado, pero que ha llegado con retraso al cuarto pago y no avanza en la ejecución de las medidas previstas para el quinto desembolso, entre ellas la reforma fiscal.