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Las novedades de Germán: reseñas literarias a la moda 'brat'
Una rentré que viene muy cargadita de autoficción —¿hola?; ¿en algún momento va a caducar esta enfermiza obsesión por lo real?— pero en la que nos alegramos de encontrar un nuevo libro del prolífico César Aira. ¿Por qué? Principalmente porque sus propuestas siempre descolocan y esta no iba a ser una excepción: está publicada por una editorial argentina de la que nunca había oído hablar (parece que las malas relaciones entre Milei y Sánchez aún permiten a los gauchos operar en nuestro país con normalidad), se titula Ideas diversas cuando en realidad es una continuación a su Continuación de ideas diversas (sí, habéis leído bien y ¿no es genial?) y en ella encontraremos reflexiones literarias de una originalidad muy marca de la casa, como por ejemplo esta —“Escribir mal puede ser más gratificante para el lector porque lo obliga a descifrar qué quiso decir el autor”— que me permito trascribir acá.

Carnada, de Eugenia Ladra (Tránsito). Que sepáis que vuelvo refinado después del verano y no voy a hacer ningún chiste con lo de que esta autora se apellide “ladra” y haya titulado su novela como el cebo que se usa para atraer a un animal. Al contrario, me lanzo directamente a reseñar esta potente ópera prima, tan potente que de hecho arranca con la protagonista matando un perro en sus primeras páginas. Porque, ¿qué mejor manera de empezar una novela —o, apuremos, un domingo cualquiera de septiembre— que matando un perro? Pocas se me ocurren, y por lo menos así la autora uruguaya consigue llamar la atención del lector hacia una historia sórdida y alucinada en la que ser mujer en un pueblo de mierda jugará un papel fundamental.

Brat, de Gabriel Smith (trad. de Damián Tullio; Chai Editora). Este promete ser uno de los libros de la temporada, si solo porque lleva por título el término que ha vuelto loco a medio mundo este 2024 (creo que la cosa tiene que ver con el lanzamiento del último disco de Charli xcx o no sé qué). La novela trata sobre un muchacho que vuelve a la casa de su infancia solo para encontrarse con que tanto él como la casa se deterioran a marchas forzadas (sí, ambos: la cosa se pone muy surreal) y, como casi todas las primeras novelas, está muy bien, con su dosis de fantasmagoría, de humor, de meditación tristona, etecé. Solo una duda, pues está claro que el autor la ha titulado Brat buscando alinearse con el zeitgeist y así llamar la atención: ¿qué hubiese pasado si la hubiese publicado en algún otro año, y no en este 2024? ¿La hubiera titulado Cuñado de haberla sacado en 2021? ¿Cringe si en 2022? Espera, espera: ¿PEC o Sirviendo coño si en 2023?

Memorias ahogadas, de Jairo Marcos y Mª Ángeles Fernández (Pepitas de Calabaza). ¿Sabéis, queridos lectores, que en España hay más de quinientos pueblos sumergidos bajo el agua de los pantanos? ¿Que sus antiguos habitantes fueron obligados al destierro, mientras el franquismo desoía por completo cualquier súplica sobre lo que implicaba abandonar su modo de vivir? Bien, lo supierais o no, aquí tenéis esta esencial indagación literaria en los testimonios de aquellas personas cuyos pueblos fueron anegados para siempre y que —no podía ser de otra manera— guardaron un nefasto recuerdo del por entonces ingeniero responsable al servicio del régimen… ¡Juan Benet! Un dato que no podemos dejar de recordarles a los pedantes defensores de la prosa plúmbea y farragosa del autor de —escojo este por la prosodia de la frase, no porque me guste lo más mínimo— Saúl contra Samuel.

Soliloquios de una hormiga, de Guillermo López Lacomba (Espuela de Plata). El título no engaña pues el libro trata precisamente sobre eso: las problemáticas que acontecen en la vida de una hormiga. ¿Que a quién puede interesar la vida de una hormiga? A mí, sin ir más lejos, pues si se supone que como telespectador y usuario de redes sociales me tienen que interesar las vidas de Daniel Sancho, de Ben Affleck y Jennifer López, de los hermanos Gallagher y de la madre que los parió, pues por qué no me iban a importar las vicisitudes de toda una formicidae hymenoptera cuando encima dan pie a un tratado elegante y certero sobre el siempre fascinante reino animal… Nada, nada: a mí déjenme feliz con cucarachas como las de Kafka, ratas como las de Sam Savage, y hormigas como las de López Lacomba, que con la edad los humanos ya me van dando más igual.

Bolsa maldita (Pez de Plata). Ah, y para terminar: si cabe más importante que comprar libros de la rentré es disponer de un complemento chulo con el que poder transportarlos de aquí para allá, así que no tengo empacho en ser el primer crítico literario que reseña la bolsa de tela —me dice mi hija que se llaman totes, o totebags— de una editorial: en este caso una de los Pez de Plata que, mirad qué simpática, es de algodón orgánico y reza en grandes letras que te ***** un pez. ¿Cuál será la palabra de cinco letras que se necesita para completar la frase, os estaréis preguntando? Quedaría feo que yo la escribiese en este periódico, así que dejo a mis lectores el que la puedan adivinar.

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