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Marruecos busca convertirse en la puerta del Atlántico para los países del Sahel

Marruecos busca convertirse en la puerta del Atlántico para los países del Sahel

La Alianza de Estados del Sahel, conformada por Mali, Níger y Burkina Faso, ha dado recientemente un nuevo paso en la externalización de sus fronteras. Esta vez, de la mano de Marruecos, que ha planteado proporcionar a estos países una salida al mar en un intento de aumentar su influencia geopolítica en esta región africana al sur del desierto del Sáhara.

El pasado 4 de mayo, el ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Nasser Bourita se reunió con el jefe de la diplomacia burkinesa, Karamoko Traoré, al margen de la 15ª cumbre de la Organización de Cooperación Islámica (OCI).

En una declaración a la prensa tras su encuentro, Traoré declaró que Burkina Faso, “un país sin salida al mar”, acoge con satisfacción la iniciativa del reino alauí que permitirá a los países del Sahel acceder al océano Atlántico. El líder burkinés afirmó que su país estaba “interesado en más de un sentido” en la propuesta y que esta no solo se centra en el acceso geográfico, sino también, en otro tipo de instalaciones que los países sin litoral necesitan “para que sus economías funcionen bien”, según la agencia de noticias marroquí.

El proyecto tiene como objetivo principal proporcionar a los países del Sahel un acceso al puerto atlántico que Rabat está construyendo en Dajla, en el Sáhara Occidental ocupado.

El movimiento de Marruecos cuenta además con el apoyo de Estados Unidos, con el que, en los últimos tiempos, ha estrechado su relación a través del acuerdo bilateral de libre comercio o la concesión estadounidense a Rabat del estatuto de aliado preferente no miembro de la Alianza Atlántica. El plan de salida hacia el Atlántico es una de las últimas iniciativas del rey Mohamed VI en la región, que también fue planteada durante el foro de inversiones en Madrid, organizado por la embajada de Marruecos a mediados de abril.

Inestabilidad en el Sahel

Los líderes de las juntas militares de Mali, Burkina Faso y Níger ratificaron el inicio de la nueva alianza defensiva el pasado septiembre, con la firma de la Carta de Liptako-Gourma. Los tres países llevan años combatiendo contra grupos armados que, sin embargo, siguen adquiriendo más control, presencia y poder militar. A la insurgencia terrorista se unen los recientes golpes de Estado en Níger, Mali y Burkina Faso.

La propuesta desde Marruecos –y la aceptación por parte de Burkina Faso como Estado miembro de la Alianza de Estados del Sahel– se produce tras el historial de asonadas militares y en un contexto de insurgencia yihadista en la región. Tras romper sus relaciones bilaterales militares con Francia, los países de la organización regional trabajan sobre el distanciamiento de su excolonia en pro de un discurso panafricanista que rechaza las directrices europeas.

Las alianzas no son solo a nivel regional, como en el caso de Marruecos, sino también extranjeras, pero lejos del eje occidental, a excepción de Estados Unidos. Países como Turquía, Emiratos Árabes Unidas, China o Rusia han visto reforzadas sus políticas exteriores con los países del Sahel.

¿Por qué el Sahel?

A finales del año pasado, la emisora argelina Radio Argelia se hizo eco de que Emiratos Árabes Unidos había concedido un presupuesto de 15 millones de euros a Marruecos para fomentar una serie de campañas de comunicación y desinformación contra Argel.

En diciembre de 2023, Radio Argelia informó de que Marruecos y Emiratos Árabes Unidos están supuestamente colaborando para poner en marcha una campaña subversiva en el Sahel con el fin de minimizar la influencia de Argelia en la región. En ese acuerdo, Abu Dhabi habría concedido un préstamo de 15 millones de euros para que Rabat refuerce su posición en el Sahel a través de la lucha contra el terrorismo.

La región se alza como otro ámbito geopolítico donde Rabat puede imponerse ante su rival histórico, Argelia. Principalmente, los dos países vecinos tienen tiranteces en torno al reconocimiento de Argel del Frente Polisario y de un Sáhara independiente constituido en nación. 

Aun así, los intereses de Marruecos en el Sahel son varios. Por un lado, el interés en controlar el flujo migratorio desde África subsahariana hacia Europa. Marruecos no solo es la mayor puerta de entrada al continente europeo sino también uno de los mayores socios comerciales de España.

En diciembre de 2023, tras una cumbre ministerial en la que participaron Marruecos, Malí, Níger, Burkina Faso y Chad, el ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita reveló su interés por la región: “El Sahel no es, no ha sido nunca, una región como las demás”.

Marruecos, así como otros socios extranjeros, afirman tener interés en implantar una estrategia de seguridad y de estabilidad económica en el Sahel, así como en el refuerzo de las instituciones políticas frente a la corrupción y la mala gobernanza. Según Rabat, bajo “la tradición de cooperación, ayuda mutua y solidaridad que siempre ha existido entre Marruecos, los soberanos de Marruecos y los países hermanos del Sahel”.

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