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China busca afianzar su papel en África con inversiones en energías renovables y un relato anticolonial

China busca afianzar su papel en África con inversiones en energías renovables y un relato anticolonial

El Gobierno chino ha prometido inversiones en el continente africano por valor de 50.000 millones de dólares en los próximos tres años y se centrará en los sectores de la minería y las energías renovables

El plan expansionista de China en África hace realidad la conexión por carretera y por tren de sus costas este y oeste

En noviembre de 2023, el Fondo Monetario Internacional (FMI) avisaba de que la desaceleración del crecimiento chino iba a impactar en el África subsahariana.

Había pasado apenas un mes desde el anuncio que en 2022 los préstamos chinos al continente habían marcado un mínimo histórico, sumando 1.000 millones de dólares, muy lejos de los casi 29.000 millones de 2016. La época dorada de Pekín en África parecía dar paso a una más pragmática, de menos inversiones y más cuidadosas, tras los problemas de deuda que han llevado a muchos países a tener dificultades para devolver el dinero y a otros como Zambia y Ghana a entrar en impago.

Desde Occidente se ha culpado a China de ahogar al continente con las deudas. El Gobierno de Xi Jinping es el que más presta a los Estados africanos (un 17% de toda la deuda externa del continente), pero la mayor parte de la deuda sigue siendo interna y el 77% de la deuda externa africana es con acreedores privados e instituciones financieras como el Banco Mundial o el FMI.

En esta tesitura, el presidente chino ha querido dar un golpe sobre la mesa para echar por tierra todos los rumores de alejamiento. A principios de septiembre el presidente Xi Jinping recibió en Pekín a 50 jefes de Estado de los 54 países africanos, en el noveno Foro de Cooperación China-África (FOCAC), un evento que cada tres años define las relaciones entre el continente africano y el gigante asiático.

Durante el foro, se cerraron inversiones en agricultura, minería y, sobre todo, energías renovables, y Pekín hizo su tradicional promesa económica para los próximos tres años: 50.000 millones de dólares. El número no es baladí: en la última edición del FOCAC en 2021, China había reducido en 20.000 millones las promesas de dinero desde los 60.000 millones de dólares y, aunque ahora no hayan vuelto a los niveles anteriores a la pandemia del coronavirus, las inversiones han aumentado –aunque siguen lejos de la época de mayor inversión–.

Antes del comienzo oficial del FOCAC, se publicó la noticia de que en 2023 el gigante asiático había aumentado los préstamos a África por primera vez en siete años. Ya en el discurso oficial ante los mandatarios africanos, la palabra “juntos” fue la más pronunciada por el presidente chino, quien intentó convencerles de que Pekín es un socio fiable que se preocupa por el desarrollo del continente, en contrapeso a Europa y Estados Unidos.

Las renovables, el futuro de China en África

Xi Jinping ha inaugurado una nueva etapa, alejada de la inversión desenfrenada para buscar un modelo más sostenible que apuesta por minerales críticos y las energías renovables.

En 2023, China estuvo detrás de las tres cuartas partes de la inversión mundial en fabricación de energías renovables, con más de ocho de cada diez paneles solares y baterías para coches eléctricos, y dos de cada tres turbinas de energía eólica. La apuesta del gigante asiático ha hecho que el país tenga un stock y busque mercados para invertir. 

En este contexto, África presenta una oportunidad: el continente duplicará su demanda energética de aquí al año 2050 y la gran mayoría vendrá liderada por energías renovables. En el FOCAC, China ha llegado a acuerdos para desarrollar proyectos de energía renovable. En Nigeria, construirá una planta de montaje de triciclos eléctricos y un centro de formación en energías renovables; en Zambia, instalará paneles en tejados y ampliará dos plantas solares; y en Sudáfrica, celebrará un foro de energía renovable para potenciarla en un país que todavía depende del carbón y sufre apagones diarios.

A ello se suma el renovado interés por el litio, clave para las baterías eléctricas. Zimbabue es el quinto productor del mundo y tiene el 20% de las reservas mundiales. China ya tiene allí cuatro plantas procesadoras, la última abierta en agosto, y hay interés por parte de los chinos por invertir más en un sector al alza.

El esfuerzo de Pekín por desarrollar las energías renovables lo ha reconocido el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, quien ha dicho que los acuerdos anunciados entre China y África deben “liderar la revolución en energías renovables”.

China, frente al “colonialismo” occidental

Xi Jinping anunció 5.000 millones menos de los que prometió Joe Biden en Washington a los mismos presidentes africanos en diciembre de 2022 para los siguientes tres años. El renovado interés estadounidense en invertir en África para contrarrestar el poder chino ha llevado a Pekín a hacer un esfuerzo en lugares concretos.

Uno de ellos es Kenia. Biden recibió en mayo con honores al presidente keniano, William Ruto, quien le apoya además en la misión de seguridad de la ONU en Haití. China ha prometido financiar la expansión del tren Madaraka Express, vital en las exportaciones de Kenia, y ha conseguido quitarle a Francia el proyecto para la autovía entre Rironi y Malaba, en la frontera con Uganda, con 1.000 millones de dólares presupuestados.

Además, el Gobierno chino ha anunciado que invertirá 2.000 millones de dólares para reformar la dañada línea de ferrocarril Tazara, construida por Mao Zedong en 1975 para la exportación de minerales como el cobalto y el cobre del sur de la República Democrática del Congo y el norte de Zambia, a través del puerto de Dar es Salam en Tanzania. Esta línea viene a competir con el Corredor Lobito, el tren financiado por Estados Unidos y la Unión Europea entre Angola y esas mismas zonas mineras.

 Más allá de las promesas monetarias, el noveno FOCAC ha reforzado la idea de que China es el socio ideal para África. El foro se celebró entre el 4 y el 6 de septiembre bajo el lema “El futuro común” y Xi Jinping aseguró que el gigante asiático comparte con África un “pasado común” de lucha contra el imperialismo, intentando así contrarrestar la narrativa occidental de que China busca un dominio neocolonial del continente, algo que rechazan los dirigentes africanos.

“No comparto que sea una relación opresiva o neocolonial. Es una relación de beneficio mutuo que se basa en el reconocimiento, el respeto y también en el avance del propio desarrollo de cada país. China está mucho más centrada en el desarrollo de los países de nuestro continente”, declaró el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa.

La juventud del continente tampoco ve a China con malos ojos: la Encuesta de Juventud Africana 2024 de la Fundación de la Familia Ichikowitz, realizada en 16 países, muestra que los jóvenes ven a China como el actor internacional más influyente y un 83% cree que el impacto de su presencia es positivo. China busca mostrarse como el socio que se preocupa por el verdadero desarrollo africano, por ejemplo, con la capacitación de miles de personas en sectores clave como la agricultura, la educación, la salud y la seguridad.

Al Gobierno de Pekín le interesa ganarse el favor del bloque africano, 54 países vitales en las votaciones en la ONU, organismo en el que han votado lo mismo que China en el 71% de las resoluciones, frente al 29% de afinidad con Estados Unidos. En el FOCAC, la ministra de Asuntos Exteriores china recalcó su apoyo a la ampliación del Consejo de Seguridad de la ONU para incluir a la Unión Africana, a menos de un mes de la 79ª Asamblea General que se celebrará a finales de septiembre de Nueva York. 

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