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El choque con Petro anticipa qué política exterior quiere Trump para América Latina

El choque con Petro anticipa qué política exterior quiere Trump para América Latina

El presidente de los Estados Unidos quiere imponer sus condiciones migratorias sobre la base de amenazas arancelarias y sanciones de visados drásticas, en lo que supone un aviso para el futuro de la región

Petro y la primera gran confrontación contra Trump

El primer examen diplomático de las políticas estadounidenses de Donald Trump en América Latina ha tardado tan solo unas horas en desenredarse. El presidente estadounidense difundió el domingo una lista de sanciones económicas y migratorias contra Colombia.

Lo hizo como respuesta al rechazo de su presidente, Gustavo Petro, a dos aviones militares de Estados Unidos que transportaban migrantes deportados: un atolladero político tras alzar la voz por el trato dado a los repatriados, unos 160 connacionales indocumentados cuyos aviones militares fueron devueltos y la gravedad en el tono de los comunicados de la Casa Blanca y del propio Petro.

La Cancillería de Bogotá informó sobre las 23.00 horas del domingo que la crisis con el Gobierno de Estados Unidos había sido superada. De igual manera, la Casa Blanca emitió un comunicado donde despejaba cualquier asomo de duda: “El Gobierno de Colombia ha aceptado todas las condiciones del presidente Trump, incluida la aceptación sin restricciones de todos los inmigrantes ilegales de Colombia repatriados desde Estados Unidos. Incluso los que lleguen en aviones militares, sin limitaciones ni retrasos”.

“Hemos superado el impasse con el Gobierno de Estados Unidos”, dijo por su parte el canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo: “Seguiremos recibiendo a los colombianos y a las colombianas que retornen en condición de deportados garantizándoles las condiciones dignas como ciudadanos sujetos de derechos”. 

Este lunes por la noche, el presidente colombiano anunciaba la llegada de “connacionales” en aviación colombiana “y sin estar esposados”. Petro afirmaba que la “disposición de la dignidad para el deportado se pondrá a todos los países” que envíen deportaciones a Colombia. “Y es apoyada hoy por la ONU”, sentenciaba el mandatario.

“Desde la campaña presidencial de Estados Unidos quedó claro que el tema migratorio tendría una dimensión fuertísima, tanto en el ámbito internacional como en el doméstico”, afirma la analista Sandra Borda: “Era evidente, y Trump estaba esperando la primera oportunidad para enviarle el mensaje al hemisferio de que está dispuesto a ir hasta donde sea con el fin de defender su agenda”. El tono de Petro fue la coartada que usó Trump: “Le permitió marcar una pauta y prevenir a otros países de entrar en otra crisis porque Estados Unidos está dispuesto a poner toda su fortaleza como reacción”.

La posición de fuerza estadounidense, con la imposición de un impuesto inicial del 25% a todos los productos colombianos, despertó un ambiente de zozobra en Bogotá. Y en cuestión de horas la secretaria de prensa de la Casa Blanca informó de que la orden ejecutiva quedaba en suspenso.

El breve choque con Washington “es un caso testigo, que le sirve a otros presidentes para saber cuál será la reacción de los Estados Unidos. Y, además, que los países no pueden negarse a recibir ciudadanos”, explica el analista argentino Fabián Calle.

La presidente de México, Claudia Sheinbaum, afirmó el lunes que su Gobierno ha recibido 4.000 personas repatriadas entre el 20 y el 26 de enero. La mandataria de izquierdas digo a la hora de referirse a la situación colombiana: “Con América Latina, siempre nuestra solidaridad y nuestro apoyo, somos parte de esta región inigualable por sus recursos, por la cultura, nos unen muchísimas cosas. Entonces, más que recomendaciones, que no estoy para dar, es establecer una relación de respeto entre las naciones”. No en vano su país suma más de 4 millones de ciudadanos indocumentados en Estados Unidos, el mayor número según datos de la encuestadora Pew Research.

Calle precisa que, a diferencia de la Argentina de Javier Milei o El Salvador de Nayib Bukele, donde los presidentes tienen afinidad política con Trump, países como Honduras, Chile o Brasil tendrán que analizar su respuesta antes de entrar en una confrontación con el nuevo inquilino de la Casa Blanca.

De hecho, el Gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva denunció el pasado domingo tratos “humillantes” a migrantes deportados. Las autoridades de Brasilia explicaron que un vuelo militar estadounidense con 88 repatriados aterrizó el jueves de la semana pasada en la ciudad amazónica de Manaos. “El uso indiscriminado de esposas y cadenas viola los términos del acuerdo con EEUU, que prevé el trato digno, respetuoso y humano de los retornados”, se lee en un comunicado de prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Y añade: “El Gobierno brasileño considera inaceptable que no se respeten las condiciones acordadas con el gobierno estadounidense”.

Sandra Borda argumenta que el intento de plantar cara de Petro a Trump da pie para la reflexión: “Debe haber dosis de realismo mínimas. No olvidemos que estamos en una condición de debilidad enorme. Y no solamente nosotros”.

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