Uno de los aciertos del documental es contar las múltiples versiones que han viajado a través de la tradición oral siempre que no tienen documentos oficiales. Algunos dicen que su padre vio pronto su don para la música y le puso a los mejores músicos de la ciudad para enseñarle. Otros que eso es imposible ya que Otto muere cuando Emilio tenía solo cinco años. Otto Lehmberg se suicida en 1910. Unos dicen que se pega un tiro en la cabeza en La Alameda principal. Otros que se ahorcó. Lo que sí está claro es que el suicido marcaría a dos generaciones de Lehmberg.
En 1912 comenzó a estudiar en el conservatorio en Málaga y pronto destaca. En 1924 ya hay artículos sobre él en revistas locales y en publicaciones sobre música clásica. Hay incluso composiciones con su nombre. Su talento despunta pronto y Málaga se le queda pequeño, así que se muda junto a su madre a Madrid en 1926. Encuentra una ciudad en auge, donde abundan las orquestas y las zarzuelas y empieza a desarrollar una carrera prometedora. Los expertos dicen que su música fue “pionera” al integrar todas las artes en ella, algunos dicen que fue incluso “un precursor del musical”. Por desgracia, la Guerra Civil trunca su vida. El conflicto también hace que el rastro de Lehmberg desaparezca de documentos y publicaciones oficiales. De nuevo entran los rumores. Casi todos dicen que pertenecía a la Banda de Música Republicana, pero ningún documento lo confirma. Lo que sí se sabe es que tras la guerra y la dura posguerra llegaron 40 años de dictadura, y a él le tocó reinventarse.
A partir de 1942 el nombre de Emilio Lehmberg vuelve a aparecer en los registros. Lo hace como compositor de la música del NO-DO. El noticiario propagandístico del franquismo le contrató para poner banda sonora a sus documentales e imágenes y allí vio que en el mundo audiovisual había una posibilidad para poder dedicarse a la música. Dos años después llegó su salto al cine con Empezó en boda, protagonizada por Sara Montiel. Comienza ahí una carrera donde hizo la partitura de 36 películas del cine español del franquismo. “Era para comer, porque con la música clásica no se comía”, se oye decir en el documental. Allí encontró Lehmberg una “actividad laboral digna, bien remunerada y que le permitía componer música sinfónica”. También triunfó en la revista. Lo hizo gracias a Tony Leblanc, que le contrata para sus míticos espectáculos. De hecho, Lehmberg es el compositor de uno de sus grandes éxitos, Lo verás y lo cantarás.
El interés de Fali Álvarez y Vladimir Ráez nació, precisamente, de pasear por la calle con el nombre del compositor y darse cuenta de que no tenían ni idea de que era. Buscaron en internet y vieron que había una historia muy prometedora. “Ese tío era un máquina”, dice Fali Álvarez, que cree que con este documental se “ensalza su figura”, pero también reflexiona sobre “qué es el éxito realmente”.
Una de las cosas que le sorprendió era ver cómo en los medios de comunicación se publicaba cada premio que ganaba, cada composición que realizaba, hasta los galardones de los conservatorios. “Páginas y páginas dedicadas a la música y a la cultura, y eso se ha perdido también”, explica el director que cree que la vida de Lehmberg también es el reflejo de muchos “músicos que cuando llega la guerra y la posguerra nunca se vuelve a saber de ellos, estaban en lo más alto y desaparecen o tienen que reinventarse”. En el caso de Lehmberg acaba siendo un pionero en la música del audiovisual como forma para “sobrevivir”.
La vida de Emilio Lehmberg es un repaso a la historia reciente de España. Cuando llega la guerra “su carrera se trunca totalmente”. “Es muy curioso cómo su nombre aparecía muchísimo en prensa hasta la Guerra Civil, y después desaparece del mapa. No solo le pasa a él, sino a otros muchos músicos”, añade el director que cree que fue un artista que “se adaptó para sobrevivir y dar de comer a su familia”. En la búsqueda del compositor, los cineastas llegan hasta su hija, que habla por primera vez sobre su padre y sobre su trágico final, pero aportando “una parte humana al proyecto” en vez de concluir con una muerte trágica, su suicidio con el que su muerte queda irremediablemente unida a la de su padre.