Una aportación mínima. Esta pequeña exigencia ha provocado la desaparición de gran parte de las sicav que operan en España. Un cambio en la ley contra el fraude fiscal en 2021 ponía fin a una mala práctica que operaba en este negocio desde hace décadas y permitía a las grandes fortunas beneficiarse de una tributación ínfima por la gestión de su patrimonio. Desde que esa ley entrara en vigor, el negocio se ha deshecho como un azucarillo. Los inversores han salido en busca de otros sistemas de inversión fiscalmente más favorables.