Un joven empuña con fuerza una pala alargada de madera y metal. Tras una noche fría en las montañas del Alto Atlas en Marruecos, el calor del mediodía y un cielo despejado provoca una cascada de sudor en su rostro. Tararea mientras que escaba. Entre las montañas de escombros con mantas, sofás, algún televisor y revistas infantiles logra alcanzar restos de metales, acero u otras piezas de hierro que guardará para vender. Hace tres meses, la remota aldea de Imi N’tala colapsó tras el peor terremoto registrado en la historia de Marruecos.