A las 6.30 de la mañana del 12 de febrero de 1994, un hombre se subió a una escalera y entró a la Galería Nacional de Oslo por una ventana. Salió en menos de un minuto por el mismo sitio después de haberse tomado la libertad de llevar a cabo el siguiente intercambio: él se había quedado con una de las obras más icónicas de la historia del arte; el museo, con una nota que leía 'gracias por vuestra pobre seguridad'. Así se robó El Grito de Edvard Munch. El mismo día en el que se inauguraron los Juegos Olímpicos de Invierno en otra ciudad noruega, Lillehammer, en Oslo tenía lugar este escándalo nacional que se repetiría en 2006, cuando otra versión del cuadro fue robada de nuevo del Museo Munch.
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