El Brexit, duro o blando, tiene en vilo a los sectores turístico, agroalimentario y automovilístico de nuestro país. Las exportaciones de las empresas españolas se ven amenazadas por una disminución del valor de la libra respecto al euro, una pérdida de poder adquisitivo por parte de los ingleses, un aumento de los aranceles y la incertidumbre regulatoria. Según apunta el Banco de España (BDE), la dependencia española de Reino Unido es menor que la media europea, sin embargo, representa el primer destino para las inversiones extranjeras directas (aquellas que son a largo plazo) y es nuestro primer socio turístico.
Entre ambos países existe una balanza de pagos positiva para España, es decir, 15.587 millones de euros más salieron en 2018 de la economía británica hacia la española que a la inversa como resultado de todos los intercambios de bienes, servicios, rentas, capital y transferencias.