Tener todo atado, cuidar hasta el último detalle, vigilar que nada pueda salir mal. Giorgia Meloni, llegó el lunes a Borgo Egnazia, en Apulia, para controlar que todo estuviera listo para la cumbre del G7 que empezaba este jueves bajo la presidencia italiana. Llevaba en el equipaje la victoria conseguida en las urnas el domingo, cuando su partido, el ultraderechista Hermanos de Italia, volvió a ser el más votado en unas elecciones europeas de las que los líderes de Alemania y Francia —las otras potencias de la UE presentes en la reunión— salieron magullados.