El pasado 24 de febrero, el magnate fue declarado culpable de violación en tercer grado, y asalto sexual en primer grado. Por ambos cargos, podía ser sentenciado hasta un máximo de 29 años de cárcel y un mínimo de 5. En el mismo proceso, también fue absuelto de la acusación más grave, agresión sexual depredadora, que está castigado con una pena máxima de cadena perpetua.
Con todo, Illuzzi-Orbon presentó ante el juez un texto de once páginas que "muestra una vida de abusos contra otros, tanto sexuales como de otro tipo". Así, más allá de la violación a la aspirante a actriz Jessica Mann en 2013 y el asalto sexual a la ayudante de producción Mimi Haley en 2006 o los testimonios presentados por otras cuatro mujeres durante el juicio, Illuzzi-Orbon pedía al juez que tuviese en cuenta su historial de abusos y asaltos a lo largo de más de cuatro décadas, antes de dictar su sentencia.
Para ello, presentó siete páginas con supuestos crímenes cometidos por Weinstein y separados en agresiones y acoso sexuales, mal comportamiento y malas acciones en el ambiente laboral y otras acciones diversas.
La Fiscalía se remonta al primer abuso sexual del que fuera uno de las personas más poderosas de Hollywood, a 1978, cuando intentó violar a una trabajadora de su empresa en un hotel. Al igual que este supuesto delito, Illuzzi-Orbon recogía otras 16 acciones de naturaleza similar, además de 17 ocasiones de mal comportamiento en el trabajo como acoso y explotación, violencia verbal y amenazas, entre otros.
El final de un proceso que encendió la chispa del #MeTooCon esta sentencia que condena a Weinstein a 23 años de cárcel, se culmina un largo proceso. Han pasado más de dos años desde que su nombre ocupara titulares por algo más que por su trabajo como productor. En octubre de 2017 el periódico The New York Times y la revista The New Yorker publicaban artículos que destapaban múltiples acusaciones de acoso sexual contra el por entonces todopoderoso Harvey Weinstein por parte de actrices y empleadas.
También en octubre de aquel año, la directora y actriz Asia Argento contaba en The New Yorker que Weinstein la había violado en 1997. Y nombres como Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie y Rosanna Arquette se sumaron a las voces de mujeres que denunciaban los abusos de Weinstein. Poco después, además, la Academia de Hollywood, votaba para expulsarle oficialmente, a pesar de que sus cintas han ganado varias decenas de estatuillas.
En mayo de 2018, Weinstein compareció ante un juez en una corte de Manhattan tras entregarse a las autoridades en una comisaría de Nueva York. Ese mismo mes, la Fiscalía de Nueva York acusó a Weinstein de violación en primer y tercer grado contra una mujer no identificada en 2013, así como de obligar a Lucia Evans a practicarle sexo oral en 2004, acusaciones desestimadas en octubre de ese mismo año.
En enero de 2019, el productor despidió a su abogado hasta el momento, Ben Brafman. Acto seguido contrató a dos nuevos defensores que poco después también despidió, hasta dar con su actual defensora, la abogada de Chicago Donna Rotunno.
En agosto de ese año, la Fiscalía presentó nuevos cargos que provocarían la participación de la actriz Annabella Sciorra en el juicio como testigo. La actriz afirmaba que Weinstein la había violado entre 1993 y 1994, y su testimonio resultaría clave para dilucidar el cargo de "agresión sexual depredadora", que de acuerdo con la ley de Nueva York se podría imputar a alguien con múltiples delitos sexuales efectuados durante un periodo determinado de tiempo.
Tras eso, en diciembre de 2019, Harvey Weinstein pactó un preacuerdo de 25 millones de dólares con las más de 30 actrices y exempleadas de su estudio que le acusaban de acoso sexual y violación. El trato, adelantado por The New York Times, no incluiría un reconocimiento de mal comportamiento por parte de Weinstein. Una semana después, de hecho, el propio Weinstein se reivindicaba a sí mismo como "pionero" en apoyar a las mujeres en el cine.