El caso con la Inmaculada de Murillo es el último ejemplo de agresión a un bien cultural, pero lamentablemente no es el único. Esa es la razón por la que desde ACRE señalan la necesidad de regular las intervenciones de patrimonio en España, ya que actualmente no se determina quiénes están cualificados para actuar sobre las obras y eso da lugar a desastres como los que recopilamos a continuación.
San Jorge de EstellaLa talla de San Jorge del siglo XVI de la iglesia de San Miguel de Estella (en Navarra) fue modificada en 2018 porque, según aseguró el obispado de Pamplona a EFE, el párroco quería "adecentar un espacio que estaba sucio" y, en ese contexto, "se pintó la imagen del san Jorge". La consecuencia es que se perdió un 45% de su policromía original y tuvo que ser sometido a una restauración profesional que supuso un gasto de más de 30.000 euros.
La parroquia de Estella y el taller de manualidades, por su parte, recibieron sendas multas de 6.000 euros. "No sé cómo volví ese día de Estella", declaró en su momento Alicia Ancho, jefa de la sección de Registro de Bienes y Arqueología, quien se preguntó "cómo alguien tiene la osadía de hacer eso con una escultura" que es "única" en su género en Navarra.
Tres tallas de madera de los siglos XV y XVIUna vecina del pequeño pueblo de Rañadoiro, en el concejo asturiano de Tineo, decidió pintar tres tallas de madera de los siglos XV y XVI que se encuentran en la ermita del lugar. Las tres figuras, una de la Virgen con el Niño y Santa Ana, otra de San Pedro, y otra de la Virgen con el Niño Jesús, éstas dos últimas policromadas, aparecieron adornadas con vivos colores como fucsia o azul añil.
"Yo no soy profesional: simplemente las pinté porque estaban horrorosas", indicó la responsable de la intervención al medio local de La Nueva España, quien también aseguró que "contó con el permiso del párroco".
Dos esculturas del siglo XVIIILas imágenes de Santa María Egipcíaca y San José del Santuario de Nuestra Señora de Setefilla de Lora del Río (Sevilla), fueron repintadas tanto en su cuerpo como en sus ropajes, sobre los cuales se han realizado una nueva decoración con motivos dorados perdiendo los motivos del estampado original.
"Se han alterado dos obras de arte, destrozando el estado en el que nos ha llegado a la actualidad, ya que no se ha realizado una limpieza y restauración con criterio científico, sino que simplemente se pinta encima de la misma, dándole monocromía en las carnes y unos colores estridentes en las ropas", explicó el profesor de Historia e investigador, Jesús Romanov.
El querubín de ReinosaDe nuevo otra mala restauración, le llaman el nuevo "Ecce homo". El supuesto rescate de un querubín de la parroquia de San Sebastián en Reinosa, España hace explotar a los restauradores profesionales. pic.twitter.com/V83qHx3dmb
— Bernardo Gaitán (@bernardo_gaitan) July 26, 2018Los habitantes del municipio de Reinosa (Cantabria), descubrieron en 2018 que en el retablo del altar mayor de la Parroquia de San Sebastián, donde antes estaba la cabeza de un querubín, había un dibujo de una cara con mofletes rojos y pelo oscuro. En ese espacio había un ángel que ya había desaparecido.
"Lo que se ha hecho es componer la cara para que no desdijera del conjunto, para que se supiera lo que había antes. Esta acción no tiene nada que ver con una restauración mal ejecutada", dijo el párroco de Reinosa, Eduardo Guardiola, a El diario montañés. Lo cierto es que se desconoce cuándo fue pintado, aunque todo apunta a que fue en 2011 cuando el Gobierno de la región invirtió 12.000 euros para la restaurar por completo el retablo mayor del templo.
San Miguel ArcángelOtro de los horrores recientes, el "San Miguel Arcángel" de Peñaranda (Salamanca), en restauración por la fundación Las Edades del Hombre.https://t.co/hmHtxikrww pic.twitter.com/yZmA046NYB
— Restaurando (@restaur_accion) June 28, 2018En 2019, la visita de un grupo de expertos en patrimonio a la parroquia de Peñaranda, en Salamanca, sacó a la luz que la talla barroca de un San Miguel del siglo XVII también fue víctima de otra controvertida intervención por parte de un aficionado que calificaron como "un atentado contra el patrimonio", según adelantó el periódico local La gaceta de Salamanca. La restauración tras el destrozo tardó casi tres años y tuvo un coste de unos 8.000 euros que la parroquia no pudo asumir y fue pedido a la Junta de Castilla y León.