Después de ganar el British Book Award en la categoría Crimen y Thriller y granjearse un éxito apabullante con Mi hermana asesina en serie (Alpha Decay), llega ahora a España esta segunda novela. Aunque ambos libros se ajustan a la estructura del thriller y narran una historia sobre la complejidad de las relaciones familiares –todas ellas disfuncionales– El bebé es mío ha quedado doblemente marcada por el contexto pandémico: primero, porque su trama transcurre en una ciudad en cuarentena, Lagos; y segundo, porque ella misma estaba encerrada cuando acabó de escribirla.
Sin embargo, parece difícil catalogarla como una novela sobre el virus: para Braithwaite el encierro domiciliario es solo el motor narrativo de un artefacto que actualiza el relato bíblico del Rey Salomón y nos invita a reflexionar sobre la relación entre la maternidad y la renuncia, sobre la centralidad de los cuidados y la legitimidad de los afectos fuera del marco institucional de la familia nuclear.
En una entrevista de 2019 le preguntaron cuál era el mejor libro del año y dijo que el suyo propio. Me parece interesante porque suele ocurrir lo contrario con escritoras jóvenes de éxito: no solo sufren el síndrome del impostor, sino que acaban tomando distancia de sus propios libros. ¿Sufrió esa presión al quedar finalista en el Commonwealth Short Story Prize o después de la primera novela?
Me preguntaron cuál era mi libro favorito del año y sí, mi propio libro era mi preferido ese año; después de todo, significaba que mi sueño se había hecho realidad. En cuanto al premio Commonwealth Short Story Prize, fue así como finalmente conseguí a mi agente, pero a parte de esto, todavía en aquel momento era una desconocida y no sentía el peso de las expectativas. Esto cambió drásticamente después de la publicación de My Sister the Serial Killer. Desde entonces, he sentido muchísimo esa presión. Me he sentido como una impostora. Me he sentido bendecida. Me he sentido abrumada. He estado extasiada. Y por último: me he sentido aterrorizada.
¿Cómo se relacionan estos sentimientos con la exposición en redes sociales? Por ejemplo, ¿lee las reseñas de sus novelas en Goodreads?
Antes solía ??leer muchos comentarios en Goodreads y en las redes sociales, pero ahora prefiero evitarlo, sobre todo las reseñas. Creo que incluso las críticas positivas tienen una forma de sesgar tu percepción de ti mismo y de tu trabajo.
Otro tema generacional que se ha puesto sobre la mesa últimamente es la precariedad que casi siempre acompaña el proceso de escritura, la importancia del desde dónde se escribe. ¿Cómo influye el tema económico a la hora de publicar?
Cuando realizas un trabajo artístico, en general, siempre debes tener en cuenta que estás arriesgándote. He trabajado en los últimos años como editora, como directora de producción, como escritora autónoma y diseñadora gráfica y mientras tanto, escribía historias y poemas cada vez que tenía un momento libre. Afortunadamente, ahora puedo escribir a tiempo completo.
Sus dos libros publicados en España se han catalogado como thrillers, pero en ambos lo más interesante es el debate moral y de género. ¿Se ha sentido juzgada por tratar temas sensibles incluso con cierta gracia?
No, no me han juzgado. Al menos no lo han hecho en mis narices. Además, creo que a mucha gente le resulta más fácil digerir debates de cualquier tipo si la autora no se posiciona claramente. El humor es una forma excelente de expresar un punto de vista sin que parezca que estás siendo moralista. Aunque también debo admitir que no era mi intención que My Sister the Serial Killer fuera considerada divertida. Pensé que era peculiar, pero no habría dicho que es una novela graciosa.
Teniendo en cuenta que El bebé es mío ocurre en un contexto de pandemia, entiendo que solo puede haberse escrito con mucha rapidez, ¿cómo fue el proceso?
Tenía una fecha límite para entregar la novela pero estaba luchando con la trama antes de que llegara la pandemia. Para que funcionara el libro en un entorno contemporáneo a mis personajes se les tenía que negar el acceso a un centro médico de alguna forma. Entonces ocurrió el encierro. Nigeria se bloqueó en marzo y obtuve mi respuesta.
Algo que contribuye a esta sensación de rapidez en la escritura son las escenas muy cortas, con diálogos concentrados en unas pocas frases. ¿Tiene en mente la representación gráfica de la escena mientras está escribiendo?
A veces intento imaginarme la escena, sí. Pero la mayoría de las veces, escribo sin mucha planificación, retrocedo, lo leo y trato de averiguar si me gusta la forma en que fluye la escena y el diálogo. Supongo que tiendo a tratar cada capítulo como una historia en sí misma, pero no estoy completamente segura de ser honesta en todo esto porque mi proceso cambia, y quiero que mi escritura evolucione. Probablemente sea demasiado pronto para precisar cómo escribo.
El contexto pandémico también confiere cierta universalidad a la novela, como si la ciudad en la que transcurre la acción no fuese especialmente importante. ¿Hay un intento deliberado por trascender las particularidades locales?
No hay una intención deliberada y de hecho normalmente trabajo el doble para intentar dar vida al entorno y el contexto en el que se encuentran mis personajes. Sin embargo, es cierto que me han hecho el mismo apunte muchas veces en otras ocasiones, supongo que se debe a que mis descripciones tienden a ser breves y dependen en gran medida del tono y el diálogo.
Tanto en Mi hermana, asesina en serie como en El bebé es mío las relaciones y dinámicas familiares están en el centro de la trama: el conflicto parte de problematizar esa relación. ¿Qué ofrece la familia como tema para explorar literariamente?
Para mí todo comienza desde el hogar. La familia es la primera comunidad con la que nos relacionamos, también es el entorno en el que nos formamos por primera vez. ¿Y si la familia es disfuncional en algún sentido? Ahí es cuando puede proporcionar un gran material para trabajar.
En esta nueva nouvelle da la vuelta al habitual relato sobre quién es el padre para lanzar una pregunta que aparentemente puede parecer obvia: quién es la madre de un bebé. Es interesante porque aparecen una serie de elementos que no solo tienen que ver con la biología, con quién ha parido al bebé, sino con quién lo cuida y quién lo quiere cuidar.
Durante un tiempo, había querido escribir una versión moderna del relato bíblico del rey Salomón y las dos madres. Supongo que lo que me fascinó de este cuento en particular fueron las decisiones que tomaron las dos mujeres: una está claramente destrozada por el dolor y la otra presa del miedo. Cuando deben elegir si partir el bebé por la mitad, una de las mujeres eligió la muerte y así se decide también que ella no es la madre, que no es maternal.
¿Por qué un narrador masculino para esta historia?
Como estaba basada en la historia del rey Salomón, simplemente continué desde ese hilo y elegí así un narrador masculino. Podría haber cambiado el género, pero lo cierto es que uso narradoras el 90% del tiempo en mi trabajo y decidí que esta historia presentaba una buena oportunidad para comprometerme con el desarrollo de un hombre como protagonista.
La novela puede tener muchas lecturas sobre la maternidad, ¿tenía alguna intención política en esta línea, por ejemplo, cuestionando el negocio de la maternidad subrogada?
No tenía un mensaje político en mente, rara vez lo tengo cuando se trata de escribir historias. El debate que planteas es complejo, hay que contemplar el potencial abuso que se da en esas situaciones, pero creo que mi novela se centra en el amor y el cuidado. Lo que dice el libro básicamente es que una cosa es dar a luz, otra amar a un hijo y otra diferente tener la capacidad de cuidar a un bebé.