"No se trata de que haya diferencias a la hora de dirigir entre hombres y mujeres, sino de una tradición patriarcal que hay que desmontar sobre la base de dar el mismo acceso a mujeres que a hombres", argumenta Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real y, por tanto, encargado de programar las obras que cada año se representan en el coliseo madrileño.
Sin embargo, tenemos que remontarnos hasta hace más de 10 años para encontrar a una mujer con la batuta en el foso del Real. La única que lo ha estado fue hace casi 25 años y arroja un porcentaje muy lejos de la igualdad que se busca: tan solo un 0,3% de las óperas representadas en el teatro han estado dirigidas por una mujer.
"Con el tiempo me gustaría que esto se normalizase y que no tengamos que estar hablando de mujeres o hombres, sino de talento", dice Pilar Jurado, directora de orquesta y la compositora responsable de la primera ópera escrita por una mujer que se ha representado en el Teatro Real: 'La página en blanco' en el año 2011. Este estreno, que recalca que fue un éxito, abrió la puerta a que el Real contratase a más mujeres para componer algunas obras, pero lamenta que "esperar hasta el siglo XXI para que una mujer entre por la puerta grande de un teatro tan importante dice de las carencias que hay en la sociedad".
El propio Matabosch reconoce que "estamos muy lejos de haber consumado la normalización de compositoras y directoras de orquesta" y promete que "poco a poco habrá más directoras de gran nivel" tomando la batuta en el Real, como es el caso de Simone Young, que estaba previsto que dirigiese 'Lear' durante la temporada pasada, pero se truncó a causa de la pandemia. Se hubiera convertido en la segunda mujer en dirigir una ópera, algo que espera que haga poniéndose al frente de 'Reimann' en las próximas temporadas.
A pesar de reconocer el problema y admitir que es un proceso que debe ser apoyado desde los teatros y orquestas, el director artístico del Teatro Real opina que "no debe hacerse tanto a través de cuotas como de sensibilidad hacia los talentos que surgen".
La directora Isabel Rubio, secretaria de la Asociación Española de Directores de Orquesta, cree que no se trata de una cuestión de talento, sino de "falta de voluntad": "Es una profesión históricamente de hombres, pero ya hay directoras en todos sitios. Si no se programan es porque no se quiere". A pesar de esto se muestra optimista al respecto y cree que con las nuevas generaciones la situación se irá normalizando.
Y es que los nombres que se nos vienen a la cabeza si pensamos en directores de orquesta son masculinos: Karajan, Muti, Barenboim, Dudamel… Y ahora no es que sea mucho más difícil encontrar a una mujer que a un hombre, aclara Rubio, sino que a estas se les exige mucho más. "No es una olimpiada", bromea mientras se refiere a que las condiciones para dirigir son exactamente iguales, algo a lo que Pilar Jurado añade: "Prometo que muevo con bastante facilidad la batuta, igual que un hombre, porque no pesa nada".
Ambas coinciden en que la brecha se encuentra en los lugares de decisión, ya que los cargos encargados de programar han estado durante muchos años copados por hombres. Defienden que al público le es indiferente si la batuta la lleva un director o una directora porque "confían en que el programador sepa más" y creen que otra de las labores del cargo es "educar al público también en este sentido".
Para Pilar Jurado las cuotas en el mundo de la música clásica pueden acostumbrar al público a que comience a tener referencias femeninas: "Son simplemente una medicina para poder llegar a una normalización a la que la sociedad, por su propia inercia, no llegaría".
Eso sí, cree que el principal problema es que "los programadores siguen sin creer en el talento de las mujeres", algo que significa "ponerse una venda en los ojos y darle la espalda a la realidad del siglo XXI".