Por lo demás fue una gala rara. Rara porque se ha vivido y sobrevivido a un golpe tremendo que ha dejado noqueada económica y humanamente a toda la industria del cine. Rara porque celebrando la noche del cine español, nadie se acordó de que solo un 39% de las salas de cine españolas siguen abiertas, capeando el temporal. Rara porque nadie mencionó que la taquilla española de 2020 fue la más baja desde principios del siglo XXI. Rara porque el sector calcula 446 millones de pérdidas y el dato no se escuchó en toda la noche. Tampoco lo insuficientes de unas ayudas institucionales que aún muchos no han disfrutado.
Todo fue tan frío como una videollamada, como las que se realizaron para conectar con todos los nominados que no estaban presencialmente en el Teatro del Soho Caixabank de Málaga, que en lo técnico fue perfectamente funcional. Funcional, dicho de una cosa diseñada u organizada atendiendo, sobre todo, a la facilidad, utilidad y comodidad de su empleo. No se me ocurre otro adjetivo mejor para describir la 35 gala de los Premios Goya.
Unos Goya sin política
La gran triunfadora de la noche fue, como era esperable, Las niñas, de Pilar Palomero. Su debut se hizo con los Goya de Mejor Película, Mejor Dirección Novel, Mejor Guion Original y Mejor Fotografía, que fue para Daniela Cajías, la primera mujer en la historia de los premios en ganar en esta categoría.
Las niñas, una película que narra la historia de una niña que crece en los noventa, entre campañas de educación sexual y represiones de un colegio de monja, partía como la clara favorita de la velada. Esta misma semana triunfó en los Premios Feroz, y ya había ganado la Biznaga de Oro del festival de Málaga.
Otra mujer que hizo historia fue Patricia López Arnaiz, primera mujer con un papel interpretado en euskera en ganar el Goya a Mejor Actriz. El cabezón de Mejor Actor fue para Mario Casas por No matarás, suerte de deuda que los académicos tenían con un actor que ya había sido premiado en repetidas veces en los Premios Feroz o la Biznaga de Plata en el Festival de Málaga por papeles como el que interpretó en La mula o Las brujas de Zugarramurdi.
Adú, que partía como la favorita con 13 nominaciones, se conformaba con cuatro premios: Mejor dirección para Salvador Calvo, Mejor actor revelación para Adam Nourou, Mejor dirección de producción (Ana Parra y Luis Fernández Lago) y Mejor sonido (Eduardo Esquide, Jamaica Ruíz García, Juan Ferro, Nicolas de Poulpiquet).
El primer Goya para Nerea Torrijos (Mejor diseño de vestuario), que empezaba su discurso de agradecimiento con un "¿Hablo ya?", marcaba el tono de confusión de la velada. También era el primer cabezón para Akelarre, que sumó hasta cinco premios: Mejor música original para Aránzazu Calleja, Maite Arroitajauregi, Mejor dirección artística para Mikel Serrano, Mejor maquillaje y peluquería para Beata Wotjowicz y Ricardo Molina y por último Mejores efectos especiales para Mariano García Marty y Ana Rubio.
Los primeros galardones en entregarse en la gala tuvieron un gesto relevante: los nombres más importantes de nuestro cine entregaban los Goya históricamente considerados menos importantes. Los premios de categorías técnicas los entregaron talentos internacionalmente reconocidos como Pedro Almodóvar, Penélope Cruz o Pedro Almodóvar.
De ellos y ellas se acordó también Antonio Banderas: tuvo palabras de apoyo para los técnicos, los transportistas, los eléctricos, los proyeccionistas y los taquilleros. "Ninguno de los colectivos que he nombrado posa en la alfombra roja, pero son una parte importantísima de la familia del cine. Quería nombrarlos porque a veces en nuestro sector se asoma solo la punta del iceberg. Son cientos de familias, miles de personas que viven del mundo del cine en particular y la cultura en general. Y no podemos permitirnos que permaneciesen anónimos. Es por eso que va desde aquí nuestro cariño, nuestra solidaridad con todos ellos", apuntó el presentador y codirector de la gala junto a Maria Casado.
La primera nota política la apuntó Rozalén. "Las casas están llenas de Rosas, de mujeres cuidadoras y valientes. Ahora viene una fecha importante, así que desde nuestra ventanita seguiremos revindicando quienes somos", dijo la cantante al recoger su Goya a Mejor canción por el tema Que no, que no para La boda de Rosa. La artista se acordaba así del 8M, casi al mismo tiempo que el Tribunal Superior de Justicia ratificaba la decisión de Delegación del Gobierno en Madrid de prohibir las protestas.
Por lo demás, a pesar de la dramática situación del cine español durante la pandemia, no hubo apenas críticas al Gobierno. El único comentario al respecto lo ofreció el actor Alberto San Juan, que en su discurso al recoger el Goya a Mejor Actor de Reparto por Sentimental dijo: "Quiero decirles a los del Partido Socialista Obrero Español: Los derechos humanos no pueden ser bienes con los que se especule. Tener un hogar es un derecho muy básico". Unas palabras que, por lo que sea, quedaron fuera del recorte de vídeo de RTVE compartido en redes.
Vanesa Martín fue la encargada de poner voz al momento más emotivo de la gala: el In Memoriam del año de la pandemia. Recibieron el tributo de la Academia de Cine, entre muchos otros, el actor Enrique San Francisco, los directores José Luis Cuerda, Francesc Betriú y Antonio Giménez-Rico, los guionistas Jean-Claude Carrière, Josep Maria Benet i Jornet o la actriz Lucía Bosé. Quien no apareció fue la actriz y presentadora Rosa María Sardá, que falleció el año pasado, y que pidió quedar excluida de este momento de la gala.
Maria Casado despedía la gala diciendo que "no queremos ser recordados como la gala del covid". Y Banderas añadía que "nos gustaría ser recordados como la gala en la que se prendió la llama de la recuperación". Una recuperación que el sector necesita urgentemente, ante la dramática situación que vive. Una recuperación que solo llegará si volvemos a ir al cine.