La historia está siendo leída como el libro del movimiento Black Lives Matter. Trata sobre el racismo, el menosprecio por el tono de piel oscuro dentro de la propia comunidad negra, sobre el clasismo e incluso sobre el amor de un mujer hacia un hombre trans. La historia de una familia a lo largo de tres generaciones y cinco décadas retrata la evolución de la sociedad en cuando a derechos civiles, diversidad e identidad racial y de género.
En el pueblo de Mallard, un lugar desaparecido del mapa y que pertenece al término de Luisiana, la población negra ha tratado, generación tras generación, de aclarar el tono de su piel para erradicar la raza negra (o ser lo menos negros posible). Negros orgullosos de ser poco negros. Las protagonistas, las hermanas Vignes, son ejemplo de ello: color níveo, ojos castaños y cabello ondulado. Pero una de ellas se casa con un hombre negro oscuro y su hija Judi se parecerá al padre. “La llaman Muñeco de Alquitrán. Medianoche. Negrita. Tarta de chocolate. Decían: Sonríe, no te vemos. Decían: Eres tan oscura que te confundes con la pizarra. Decían: Seguro que podrías ir desnuda a un funeral. Seguro que las luciérnagas te siguen durante el día. Seguro que cuando nadas pareces una mancha de petróleo. Seguro que no encuentras tu propia sombra”: así recibían a Judi en la escuela otros niños menos negros que ella.
Las gemelas Desiree y Stella Vignes son el día y la noche. Eso sí, ambas comparten el trauma de ver la paliza que le propinaron cinco hombres blancos a su padre. “Cayó de bruces violentamente y se llenó la boca de tierra y sangre. El cabecilla de la turba agitó el papel en el que, según él, Leon Vignes había escrito palabras soeces a una mujer blanca. Leon no sabía ni leer ni escribir”. Le metieron cuatro tiros y murió un par de días después. La vida de los negros importa poco, incluso en Mallard, donde se suponía que uno estaba a salvo oculto entre los suyos. “Pero incluso allí, donde nadie se casaba con personas de piel oscura, uno seguía siendo de color, y eso significaba que los blancos podían matarlo por negarse a morir”.
Una vez muerto el patriarca, aunque Stella soñaba con ser profesora de mates y Desiree con descubrir mundo, la madre llegó a casa anunciando que el instituto había acabado. Los pobres necesitan el trabajo para comer, y los estudios, a bote pronto, no traen alimentos a la boca.
Sueños aparte, las gemelas se trasladan diariamente para trabajar a una casa de ricos blancos. La desigualdad por partida doble: “Nunca habían imaginado una casa como esa: una lámpara de araña colgada del techo; una larga escalera de caracol en la que se mareaba al pasar el trapo por la barandilla; una cocina enorme que tenía que fregar, llena de electrodomésticos nuevos y futuristas que no sabía utilizar”. El oro no reluce, sino que dos adolescentes explotadas abrillantan las vajillas para que el oro tenga brillo. Pero cómo soportar el fin de los sueños, limpiar la mierda al rico mientras el pobre no tiene váter al que ir. Es por eso que la hermana más decidida, Desiree, convence a su hermana Stella para escapar de Mallard y probar suerte en Nueva Orleans. Stella, mujer tímida y extremadamente precavida, sigue a su hermana por un motivo de fuerza mayor, por un secreto que tiene la forma del hombre blanco dueño de la lámpara de araña.
Esta novela de Brit Bennett sigue los pasos de las dos hermanas que, llegado un punto, se separaran por decisión de Stella. Desiree se casará con un hombre que la maltrata y tendrá a su niña Judi, pero terminará por salir de casa de su marido y volver a esconderse en Mallard. Desiree echará de menos toda su vida a su hermana, mientras Stella, aprovechando que puede confundirse con una mujer blanca, olvidará su raíces y creará un nuevo personaje mintiendo sobre su pasado y su identidad. Britt Bennett nos hace reflexionar sobre cuestiones como: ¿Quiénes somos de verdad?, ¿podemos reinventarnos al margen de lo que somos y de nuestras circunstancias?, ¿podemos enterrar el pasado sin que una mano salga de la tierra? Desiree aceptará siempre su raza sin complejos y se establecerá en su pueblo, mientras Stella, en su papel de rica blanca, irá medrando (y afeando a personas negras) en los círculos de privilegio de California.
Las madres (2016) fue la primera novela de Brit Bennett. Centrada en una comunidad afroamericana relacionada con la iglesia del sur de California, en español solo está publicada en México y traducida por la escritora Fernanda Melchor. Tanto en Las madres como en La mitad evanescente la autora se interroga sobre las dificultades que tienen los jóvenes negros para adaptarse a un mundo terriblemente racista y en el que el dinero arrasa y aplasta tanto al que no tiene.
En 2014 cuando Black Lives Matter salió a la calle a plantarle cara a la violencia policial (tras el asesinato de Michael Brown en Ferguson) Brit Bennett firmó un escrito titulado No sé qué hacer con la buena gente blanca en el que, desde su óptica y experiencia, retrataba lo complicado de relacionarse (y saber cómo actuar) con blancos que muestran opiniones y actitudes racistas: “Estamos atrapados en un bucle infinito compuesto de muertes de afroamericanos que dan pie a protestas sonadas que luego activan llamadas tenues a la unidad... y vuelta a empezar”.
Bennett ha contado en varias ocasiones que su madre es de un pueblo de Luisiana, mientras que su padre es de Los Ángeles. Aunque ambos son de clase trabajadora y nacieron en familias pobres, la brecha campo-ciudad hizo que cada uno tuviera experiencias distintas ligadas al color de piel. Fue la madre quien le contó la historia de un pueblo donde se casaban pensando en tener hijos más blancos.
La intención de Brit Bennett va mucho más allá de escribir sobre el dolor de la comunidad negra, trata también de reflexionar sobre el amor y sobre conflictos o debates de género/sexo. La mitad evanescente es un canto a aceptar al diferente, a no comulgar con el discurso único, a reivindicar los derechos de todas las personas. Como opinó la dramaturga y escritora Deborah Levy al leerla: “Es inmensa, brillante y con una poderosa inteligencia”.