Un cortometraje que se convertirá en película —La mitad de Ana, ya en preproducción— por el que compite por la Espiga de Oro y que cuenta un momento concreto de la relación entre una madre y un niño trans. Nieto se acerca con gran sensibilidad a un instante de intimidad: una charla mientras ambos se pierden por un laberíntico parque. Con inteligencia y sutileza, Nieto irá dejando ver que el niño al que vemos —el Son del título— es trans y que sufre bullying en el colegio. La película plantea que, ante las incomprensiones de los adultos, quizás baste con escucharlos a ellos. Oír sus palabras, la sencillez con la que describen cómo se sienten.
Nieto llega a la Seminci nerviosa “por muchos motivos”. “Porque todas las decisiones han tenido que ver con con un impulso, con un sentir. Y por estas cosas que han pasado estos últimos días, que me hacen darme cuenta de lo delicado del tema, que ya lo sabía, pero siempre tiendo a pensar en positivo", dice. "De repente, me doy cuenta de que hay que cargarse de fuerzas para seguir, pero mi naturaleza no es muy beligerante, así que tengo que aprender cómo llevar estos temas”, añade.
Se refiere a la polémica surgida la pasada semana, cuando anunció el casting para el largometraje que ampliará la historia de Son y para el que pedía niños trans o de género no binario. El odio se desató en redes sociales contra ella, por lo que tuvo incluso que emitir un comunicado pidiendo respeto. Todo eso le ha hecho darse cuenta de que esta historia es más importante que nunca: “Me ha hecho resetear. He vuelto al inicio y he reflexionado sobre por qué quiero contar esta historia. Por qué considero que tengo herramientas para poder aportar algo de luz, por qué es más importante que cuando empecé. He podido transformar toda esa violencia y agresividad que he sentido en una fuerza renovada para seguir en este tema”.
Un tema complejo para debutar, y más en el momento actual. Nieto confiesa que el asunto de la identidad tiene “una profunda huella” en ella. “Supongo que todos los directores o directoras que empiezan a escribir su primera película hablan de lo que conocen. Parecería que el asunto trans es lejano a mi realidad, pero me he dado cuenta, a través de mucha investigación estos cuatro años, que las presiones que sienten las personas trans son presiones de género que nos atraviesan a todos y a todas. Durante mucho tiempo, me he sentido muy presionada en lo femenino, en cómo me tengo que manifestar, la representación de esa mujer en la que tengo que encajar y que también siento que existe en lo masculino”, explica.
Para ella, la madre y el hijo de Son son “dos caras de la misma moneda”. “Podría plantearse como una metáfora de una experiencia muy personal que aparentemente tiene este asunto, que habla sobre un tema tan vigente como es la infancia trans, pero realmente es algo que tiene que ver con que el sistema donde hemos crecido y que me parece que empieza a tambalearse. El patriarcado es muy estanco en cómo nos invita a vivir el género, y estos niños nos están queriendo decir algo, que hay otras maneras de expresarse como mujeres y como hombres. Y también hay otras maneras de educar, que creo que es donde yo hago hincapié en la película. Es la percepción de la madre sobre cómo darle herramientas a su hijo para el amor propio”, relata.
La mirada de Son se centra en lo íntimo. En una conversación entre una madre y un hijo, se cuenta que simplemente escuchando los argumentos del niño uno puede entender mejor que en un debate televisivo donde todo es ruido. Marta Nieto no conocía ningún niño trans, y por eso su acercamiento “desde el desconocimiento total” es identificable con esa madre que intenta entender. Cree que ahí está “la magia del cine”. “Yo soy de Murcia y el cine me ha enseñado tantas cosas para la vida… La realidad de la infancia trans es un hecho que no podemos ignorar, ni prohibir, ni mucho menos violentar. Me parece que el respeto es la base y me parece que a través del cine, desde esta perspectiva que para mí es superamorosa y supertolerante, podemos poner un poquito de luz y de espacio de exploración sin juicios. Yo entiendo que es un tema muy delicado y que causa mucho miedo. Cuando algo no lo entiendes te asusta muchísimo, esto yo lo comprendo pero eso no quita para que lo tengas que respetar. Puedes no entenderlo, pero no vale la violencia, no vale la agresión. No lo entiendas, pero respétalo. Esta es la base del sistema”, zanja.
En estos cuatro años de preparación que lleva para el largometraje con el que continuará Son, el debate en torno a la infancia trans está más enconado que entonces, algo que para la actriz y directora “son las resistencias propias de los avances”. Cree que “estas fricciones tan extremas que hay con los temas políticos de la ley trans” tienen que ver “con que hay una parte del sistema que va un poquito más avanzada que otra, que no quiere que nada cambie”.
“Intento no entrar demasiado en esos asuntos porque me parece que también son un lugar donde hay mucha violencia y tienes que tener una naturaleza muy particular que yo no tengo. Para crear, necesito un espacio seguro, un espacio donde sienta la libertad de poder explorar y no una lluvia de energía negativa, pero lo observo y vuelvo a pensar que con más motivo vamos a contar esto. La vocación de la película no es dar ninguna respuesta. La polémica surge porque es un tema muy complejo, y yo no tengo ninguna respuesta de nada. Cuanto más me acerco, más dudas tengo. Lo que sí creo que podemos hacer desde la cultura, desde el arte, desde el cine, es plantear otras preguntas y contar algunas cosas que sí que son certezas para mí, como el espacio de la exploración de género en la infancia, que me parece algo fundamental, porque los espacios de género en el sistema son muy estrictos, muy estancos y causan malestar en general. Y luego el otro pilar, para mí fundamental, que es el amor propio”, zanja.
Son pasará ahora a un largometraje del que Marta Nieto cuenta los primeros detalles. Serán los mismos personajes, aunque no los mismos actores. Mientras que el corto funciona “como un cuentito con principio y final”, este no será parte de la historia del largo, sino que La mitad de Ana se centrará en “un curso escolar” y que empezará a rodar “la primavera del año que viene”.