El editor general de Clarín dijo frente a un auditorio repleto de gente que presentar la revista en "este magnífico festival" también supone "un acto de resistencia": "Una publicación semanal cultural que se haya mantenido casi 20 años es, creemos, un hecho singular. Y que haya sobrevivido a los temblores en Argentina, donde vivimos históricamente sobre un volcán, mucho más". En su discurso, Kirschbaum quiso recordar al primer editor de la revista, su amigo Juan Bedoian, "cuya creatividad y humor siempre están presentes". También nombró a Antoni Cases, el "diseñador estrella" del suplemento, que se encontraba entre el público del evento.
Sobre el contenido de este número especial, el editor general de Clarín dijo que se trata de una antología de lo que consideran "lo más destacado" que han publicado a lo largo de la existencia de la revista: "El objetivo del equipo que dirigió Matilde Sánchez desde 2014 fue seleccionar los mejores y más representativos artículos, columnas y reportajes publicados desde octubre de 2003". También se refirió a los lectores de Ñ como los responsables de juzgar "si el acto de arbitrariedad que tiene la edición fue el más acertado".
En esta primera sesión del Instituto Cervantes como espacio de acogida del festival, el público pudo asistir a lo que el escritor Ernesto Pérez Zúñiga se refirió como un “diálogo entre los géneros más afines: el periodismo, la literatura y la crónica”. La sesión estuvo destinada a la literatura iberoamericana con una mesa “donde Argentina es la protagonista”, recalcó Kirschbaum. La charla estuvo moderada por la editora de la revista Matilde Sanchez y presidida por el novelista argentino Martín Caparrós y el escritor y periodista Juan Cruz. El foco del debate se dirigió principalmente a las nuevas formas de la narrativa, la trayectoria de la literatura hispanoamericana y las literaturas nacionales.
El famoso cronista y novelista argentino comenzó hablando sobre la trayectoria de la literatura en latinoamérica y la disolución del boom de los años setenta: “Muchos españoles estaban hartos de que la literatura que se escribía en castellano solo fuera latinoamericana: siempre Cortázar, siempre García Márquez”, dice Caparrós. Entre los ochenta y noventa se produjo, entonces, “lo que ahora llamaríamos una cancelación de la literatura latinoamericana, porque se prefería al autor autóctono”. El escritor sostiene que incluso en América misma “no se sabía qué hacer con esa herencia”, y como “la vanguardia no había logrado seguir”, dice, “lo que hicieron los nuevos grupos de escritores fue repetir la dinámica del boom”.
“El mundo ha vivido equivocado”. Con esta frase que revoca a un título de Fontanarossa, Juan Cruz habló de que durante mucho tiempo, el mundo creyó en la idea de que “había dos literaturas, una que se hace acá y otra que se hace allá”. Para Cruz, “el español ha formado parte de una lengua y una literatura bastísima, cuyas fronteras no deberían ser puestas por España ni por América Latina”.
Pero las nuevas formas de la narrativa han cambiado el panorama literario actual. “Ahora ya no hay autores únicos, no hay literaturas únicas: hay gente que podría escribir en Polonia, en Perú y en Caracas, sin una característica precisa que defina en este momento lo que podemos llamar ‘literatura latinoamericana’”, dijo Martín Caparrós. En la parte final de la sesión, el escritor remontó el tema para rectificar y decir que durante ese rato se le había ocurrido una seña de identidad de la narrativa latinoamericana actual: “La falta de riesgo”. “Si un pintor pintara hoy La Libertad guiando al pueblo de Delacroix, sería un posmodernista o sería un copista ridículo. En cambio, la mayoría de los escritores escriben algo bastante semejante a Flaubert o a Balzac y no nos parece ni posmoderno ni ridículo, nos parece la manera en la que se escribe hoy”. El escritor piensa que es “como si aquel fracaso de las vanguardias estéticas literarias de los setenta "les hubiera dejado huella, “y cincuenta años después”, dice, “seguimos apichonados, que dirían en Argentina”. Caparrós señaló que en la nueva época literaria ocurre algo que le “alegra” y “llena de envidia”, y es que los autores de América Latina “se conocen mucho más entre sí" que ellos mismos cuando eran jóvenes.
En los últimos minutos del evento, Juan Cruz sacó el número 1.000 de la revista y calificó su contenido como "justicia literaria": "Dentro pueden encontrar ustedes el cómo los periodistas hemos sido vencidos por la realidad literaria. No es la justicia que dictamos los periodistas ni la que dictamos los escritores, sino la justicia del tiempo".