Smith empañaba así su victoria minutos después. Su primer Oscar al Mejor actor por King Richard quedaba ensombrecido por un acto violento indefendible. Se desataba, además, una tormenta mediática. La Academia le castigaba sin poder acudir a las ceremonias posteriores, él mandaba un mensaje de perdón y hasta se apuntaba a terapia. Desde entonces había desaparecido del foco mediático, pero la promoción de su nueva película han hecho que el actor tenga que reaparecer. Se trata de Hacia la libertad (Emancipation), un título especial para el actor, que durante mucho tiempo rehusó hablar de la esclavitud en sus películas. Ahora lo hace de la mano de Antoine Fuqua en un filme duro, angustioso y violento que cuenta cómo la libertad a los esclavos no les llegó del cielo, sino que pelearon por ella dejándose la vida.
Una película que está inspirada en la fotografía de 1863 'Whipped Peter', más conocida como 'La espalda azotada', que mostraba la espalda llena de cicatrices de un esclavo negro debido a los latigazos de su dueño tomadas durante un examen médico militar. Una imagen que apareció por primera vez en el semanario Harper's Weekly y que se ha convertido en el punto de partida de una ficción que habla de las heridas del racismo intrínseco en la sociedad de EEUU. Will Smith encarna a Peter, y a través de esta película ha encontrado la forma de centrarse estos meses, y también la de volver a la primera línea de atención.
Sabe que los periodistas le preguntaremos por los Oscar, y tiene la respuesta aprendida: pide que no se culpe al filme de sus pecados. “Mi esperanza es que Antoine (Fuqua, el director), quien creo que ha hecho el mejor trabajo de su carrera, Bob Richardson, Ben Foster, Charmaine Bingwa, y todos los artistas involucrados en esta película no sean sancionados por mis acciones. Creo que la película es espectacular. Creo que es importante. Y mi esperanza es que la gente se conmueva y transforme”, dice para zanjar el tema.
La película, por la que podría optar de nuevo a un Oscar para el que no podría acudir a la ceremonia, habla sobre el racismo, pero también sobre el perdón, algo que Smith no duda en poner en valor. “Creo absolutamente en el perdón y la redención, lo he visto a través de esta película. Hemos tenido un gran equipo de personas, blancas y negras. Los blancos estaban comprometidos con hacer esta película. Querían asegurarse de que la gente pudiera ver esta historia. Cuando suceden estas cosas, cuando tienes un actor que se te acerca y te abraza con lágrimas en sus ojos como Ben Foster, cuando ves a un equipo unirse así por una causa, tienes más fe y esperanza en la humanidad”, apunta Smith que cuenta que tuvieron “líderes espirituales y sacerdotes en el set” para ayudarles en el proceso.
Para él el racismo “no es un problema estadounidense, no es un problema de blancos, no es un problema negro, es un problema humano”. “Está en los corazones de todos los humanos del planeta. Hay un nivel de miedo que libera ira, odio y resentimiento. Todos luchamos con esa idea de la superioridad comparativa, de pensar que, de alguna manera, somos mejores que otras personas. Al trabajar para esta película me di cuenta que el problema es más colectivo que individual. Tan pronto como podamos darnos cuenta de eso, de ver que todos somos sabios y todos somos salvajes, cuando nos demos cuenta de que esas capacidades existen en todos los corazones humanos, podremos empezar a ver la similitud entre unos y otros. Pero mientras tanto, creo que es difícil no repetir muchos de los pecados del pasado”, zanja el actor.
La película ha sido parte de un proceso de ‘cura’ que comenzó hace dos años cuando empezó a escribir su libro de memorias, donde habló sin tapujos de sus adicciones y de los maltratos que sufrió su familia por parte de su padre: “En ese momento empecé a exponer aspectos de mí mismo que me había ocultado durante toda mi carrera. Me enfrenté a cosas que había postergado. Durante ese proceso también me estaba preparando para mi papel en King Richard, y comencé a ver la conexión entre ese espacio emocional y la calidad de mi actuación, que comenzó a elevarse. Desde King Richard hasta Hacia la libertad, comencé a confrontar mis dificultades, a confrontar mi dolor, a confrontar mi sufrimiento y vi que me convertía en un artista más vivo".
"El mensaje de Peter en esta película, que es una cosa que yo he entendido, es cuál es la relación entre el sufrimiento y la salvación. Peter abraza su sufrimiento e incluso, de alguna manera, encuentra la forma de estar agradecido por su sufrimiento. Peter me ha ayudado a superar muchas noches difíciles al entender que el sufrimiento, incluso el autoimpuesto, cuando se abraza a través de la fe y el trabajo y lo usas para llevar tu corazón a un espacio de amor, siempre lleva hacia Dios y hacia el amor. Peter ha sido muy, muy útil para mí durante estos últimos siete meses”, explica sobre cómo este personaje le ha ayudado en estos complicados meses post polémica.
Hacia la libertad habla de la esclavitud, pero su mensaje resuena en un mundo donde los delitos de odio y el racismo aumentan. Will Smith conoció pronto lo que significaba ser señalado por su color de piel. Recuerda que fue en torno a los diez años la primera vez que se dio cuenta de que le “trababan de forma diferente”. “De los diez años hasta la adolescencia fue cuando tuve más contacto con las dificultades del racismo. Mi deseo es que el público se conmueva con esta película y que a través de la descripción de estas atrocidades humanas se pueda encender la compasión en los corazones y las mentes de los espectadores”, añade Smith sobre una película especial para él, a la que llega en uno de los momentos claves para una carrera donde siempre había sido la estrella carismática y ahora se enfrenta a las sombras de sus actos hace un año.