La presencia de Carla Simón en Islandia vuelve a poner sobre la mesa el increíble año del cine español. Los Premios del Cine Europeo no suelen nominar cine español excepto a Pedro Almodóvar o a directores consagrados como Amenábar o Coixet. La presencia de Simón en un quinteto donde están Ruben Ostlund o Lukas Dhont demuestra que ya es una de las autoras importantes del cine europeo.
Carla Simón atiende a la prensa tras la gira por EEUU y sin saber bien dónde se ha levantado. “Estamos poco a poco acercándonos a nuestra zona horaria”, bromea. Tiene los pies en el suelo y sabe que es difícil ganar en Reikiavik y es difícil estar nominada al Oscar. Por eso su mantra es “ser todo el rato consciente de la locura que es esto y lo fuerte que es llegar hasta aquí”. “Muchas veces pierdes perspectiva. Todo ha ido más allá de lo que esperábamos y hay que ponerlo en valor todo el rato. Yo ahora tengo un bebé, estoy viajando en familia, estoy con mi chico, con el bebé y de repente estamos en el Empire State viendo las vistas de Nueva York y es como, ‘joder, qué fuerte que estemos pudiendo hacer esto gracias a Alcarràs. Por eso hay que hacer un ejercicio para no perder la perspectiva cuando estás en esta locura en la que parece que sea normal estar haciendo todo eso”, añade.
No está nerviosa, y cuenta un sueño que ha tenido la pasada noche para mostrarlo. “He soñado que estábamos en una habitación con mi productora y gente del equipo y entraba un hombre, un actor que no sé quién era, y cantaba la lista que había pasado el primer corte para los Oscar y Alcarràs no estaba, y yo me quedaba un momento un poco así, pero luego pensaba, pues no pasa nada. Ha sido como una prueba de cómo me sentiría si no pasáramos el corte, y me he dado cuenta de que no me ha afectado mucho, porque lo importante es hacer este viaje. También porque pensaba que no me vendría mal no viajar más y estar tranquilamente escribiendo el próximo proyecto, que es algo que deseo. Evidentemente estamos empujando y luchando para estar ahí, pero lo importante es estar haciendo este viaje”, zanja.
La recepción está siendo buena, y la gente en EEUU se acerca a la directora a contarle sus historias en el campo, recogiendo uvas o las fotos de su familia. “Al final todo el mundo tiene un pueblo”, dice Simón explicando la conexión del filme en todos los pases. A pesar de la ilusión vuelve a subrayar que hay “92 o 93 pelis que compiten para esta categoría y es muy complicado, así que de momento estamos intentando estar en la primera 'shortlist'”. Una misión a la que puede empujar su presencia en estos premios del cine europeo: “Los distribuidores americanos nos dijeron que era muy bueno tener estas nominaciones porque pone la película todavía más en el mapa, y sobre todo la recuerda, porque lo que pasa con las películas que vienen de la Berlinale es que quedan muy lejos y la gente se olvida, porque luego llega Cannes, Venecia… y hay que hacer ese esfuerzo por recordar que la película está ahí”.
Los hoteles la están ayudando a escribir su nuevo proyecto. “Me parece súper inspirador porque son sitios muy neutros y cuando vas solo, qué vas a hacer, pues te pones a escribir, aunque ahora voy con mi bebé y lo de escribir en hoteles no está pasando”, dice sobre este tour en el que se da forma a una película en la que quiere plantear “algo distinto, un reto”. Lo será porque romperá “con ese tono realista al que he sido tan fiel durante las dos primeras películas y así ver qué pasa al usar el lenguaje cinematográfico de una manera un poco más metafórica o más poética”.
Lo que tiene claro es que seguirá tomándose el tiempo necesario para que todo salga bien. Una lección que aprendió con Alcarràs y que hará que en vez de rodar en 2023 su tercera película se ruede en 2024: “Si queremos hacerlo bien y a mi manera, que normalmente es con tiempo y producción lenta, tendrá más sentido esperar un año. También porque acabo de ser madre y hay cosas que no me apetece perderme. Lo primero que pensé cuando nos dieron el Oso de Oro fue precisamente esto, que había valido la pena hacer esto con tiempo. Entonces es algo que me repito y que necesito repetirme todo el rato, porque es una manera que va un poco en contra del mundo ahora mismo, que te exige como superproducir todo el rato”.
Para terminar, Carla Simón opina sobre la polémica sobre el número 1 de Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles, la película de Chantal Akerman en la encuesta de la prestigiosa revista Sight & Sound. Un filme que ha sustituido a Vértigo y Ciudadano Kane y que ha provocado una ira machistoide al ver a una mujer desconocida para muchos quitar el oro a popes del cine mundial: “No lo entiendo, esta peli es muy, muy importante en la historia del cine. Es muy, muy difícil decir cuáles son las diez mejores películas de la historia. Que hayas salido esta me parece una justicia poética. No sé por qué se quejan. La pena es que hayan tardado tanto en darse cuenta”.