El director polaco Jerzy Skolimowski, autor de obras innovadoras como El grito (1978) y colaborador de Polanski en el guion de El cuchillo en el agua, ha realizado más de 50 años después una película que puede considerase casi como un remake apócrifo. Se llama Eo, y es una de las favoritas en la categoría de Mejor película internacional en los Oscar tras ganar varios galardones de la crítica y presentarse con éxito el pasado Festival de Cannes, donde se llevó el Premio del Jurado.
La mirada del mundo de Skolimowski es la de un hombre que sobrevivió al nazismo y se exilió de Polonia huyendo del estalinismo. Su análisis del presente de Europa no es optimista. A través de los ojos del burro Eo muestra, como lo hacía Bresson, la brutalidad contra los animales en la sociedad moderna, también el auge de la extrema derecha, la alienación de los hombres frente a un partido de fútbol, la falta de principios… Como Baltasar, aquí también hay una joven que le trata bien y que intentará salvarle, aunque parezca imposible viendo los cabestros a su alrededor.
Para Skolimowski es una crítica a Europa, “pero no solo a Europa, sino a nuestros tiempos, a nuestro mundo”. “Creo que prácticamente todos estamos de acuerdo en que el mundo está viviendo un periodo bastante negativo de su historia. Y sí, es una crítica en contra de la barbaridad de algunos sucesos. Entre ellos me refiero, por supuesto, a la crianza industrial de animales que supone realmente una tortura y que todos, sin embargo, estamos de acuerdo con ella. No protestamos, todos consumimos carne. Yo he reducido mi consumo de carne en dos tercios y varios miembros del equipo que estuvimos haciendo la película han dejado de comer carne. Estamos intentando que los espectadores despierten”, contaba desde la pasada edición de la Seminci.
Mientras que Bresson apostaba por una narración clásica y una puesta en escena sobria, Eo se permite ramalazos artísticos, ensoñaciones desde los ojos del animal protagonista. Skolimowski despliega una estética que retuerce el plano, con momentos con luces estroboscópicas y una fotografía que usa el color de forma expresiva. La explicación es fácil: quiere divertirse. “Estoy aburrido con la narrativa lineal de las películas, de contar siempre una historia de la a hasta la zeta, desde el principio hasta el final. Por eso intento buscar otras formas de expresión y he evitado que haya diálogos, porque evidentemente teniendo un burro de protagonista, no hay palabras, no hay diálogo. Pero hay otras formas de expresar los sentimientos y las emociones, como por ejemplo la música, que actúa como un monólogo interior del burro”, explica.
Siempre se ha dicho que en su cine hay una constante: el retrato de la deshumanización del ser humano, y él no lo niega. Recuerda que le calificaron “como un outsider” y que esta película muestra “un animal oprimido, sufriendo, que no tiene su propia voz, que no puede protestar y al que empujan de un lugar a otro”. “Así que sí, soy fiel a mí mismo”, zanja.
Skolimowski sabe que el cine es político, y que en su condición de arte popular “llega a muchos más destinatarios”. “El cine llega a un público más amplio que un manifiesto político abierto”, dice el director que subraya que para él “también es importante la forma de expresarlo artísticamente”. Le preocupa el clima de crispación y la corrección política, porque cree que los artistas pueden autocensurarse. “Los artistas vivimos en el mundo, entonces, de alguna forma esta situación política sí puede limitar la libertad de expresión artística”, opina aunque deja claro que él no cree que vaya a ser uno de ellos: “Personalmente no lo siento”.
En Eo hay también una crítica a la clase política, llena de palabras vacías y solo pendiente de la foto, de inaugurar cosas, de posar. “En la película hago un pequeño guiño a eso. Hay una escena en la que un político está inaugurando unos establos de caballos y su discurso es un ‘discurso político vacío’. Es un político que se aprovecha del hecho de abrir unos establos para su gloria personal, como si fuera un logro suyo”.
Desde fuera, Eo parece una película de otro tiempo. En un 2022 donde las cadenas privadas y las plataformas mandan sobre el modelo de producción, un filme contado desde el punto de vista de un burro no responde a los criterios comerciales habituales. Sin embargo, el director confiesa que fue fácil levantarla. Se considera “un cineasta ambicioso” que siempre busca “formas alternativas de contar historias”. Eso sí, no ve su estilo ni su tipo de cine en las plataformas que cree que “producen de forma masiva", de una forma en la que duda "que se lleguen a producir obras que lleguen a la excelencia o que destaquen, lo que hacen las plataformas es nivelar todo pero hacia abajo”.
No piensa en retirarse, pero de momento no se ha despedido de Eo. “En mi cabeza yo sigo rodando y trabajando con el burro, aunque la película esté terminada, yo todavía lo estoy viviendo, así que tampoco he decidido qué será lo próximo”, avanza y corta en seco cualquier pregunta sobre su guion con Polanski que se estrenará en 2023: “Hablar del guion de Polanski es abrir un territorio nuevo y abrir otro pastel, y aquí estamos para hablar de Eo”.