El concepto se incorporó al diccionario de la Academia en su edición de 1992 pero hasta día de hoy genera dudas en su escritura, motivo por el que también la Fundación ha querido destacarlo: "La expresión 'inteligencia artificial' es una denominación común y, por lo tanto, lo adecuado es escribirla correctamente con minúsculas. Es también habitual el empleo de la sigla 'IA', que sí se escribe con mayúscula, y que es preferible a la inglesa 'AI' (correspondiente a 'artificial intelligence')".
La Fundéu señala que la idea que gira alrededor del término de 'inteligencia artificial' ha dejado de ser exclusiva para especialistas y ha pasado a acompañar a la población en la vida cotidiana: desde asistentes virtuales en los teléfonos hasta aplicaciones capaces de crear imágenes o conversaciones mediante chats al nivel de una persona real. También ha estado presente en el debate ético sobre qué funciones puede desempeñar una máquina y hasta qué punto pueden llegar a sustituir al trabajo de los humanos.
En el uso de la lengua, la inteligencia artificial también tiene un papel importante: "Uno de los desafíos que implica la inteligencia artificial es enseñar a las máquinas cómo emplear adecuadamente el español, a fin de conservar la unidad del idioma que comparten más de 500 millones de personas. Precisamente con este objetivo nació el proyecto LEIA de la Real Academia Española (RAE)", explica la fundación.
La palabra ha sido escogida entre 12 candidatas, varias de ellas relacionadas con la tecnología o las consecuencias derivadas de la guerra en Ucrania: 'apocalipsis', 'criptomoneda', 'diversidad', 'ecocidio', 'gasoducto', 'gigafactoría', 'gripalizar', 'inflación', 'inteligencia artificial', 'sexdopaje', 'topar' y 'ucraniano'.
El año pasado la elegida fue 'vacuna', por su "gran presencia en el debate social, político, científico y económico" y dentro de un extenso grupo de términos y conceptos usados a raíz de la pandemia —en 2020 fue 'confinamiento'—, pero también por su interés lingüístico: surgió a raíz del descubrimiento del médico inglés Edward Jenner en el siglo XVIII, que observó que los infectados por la viruela vacuna —'de la vaca'— quedaban protegidos frente a la viruela humana. Apareció por primera vez en la RAE en 1803, aunque su significado actual se incluyó en 1914.