El propio museo adelantó a este periódico que la extinción del contrato no le impedía presentarse al nuevo concurso y prolongar su mandato otros tantos años más. A finales de noviembre pasado ni el museo ni el director quisieron responder a este periódico sobre sus intenciones y en reuniones mantenía que su intención estaba lejos de la retirada. Ahora, Borja-Villel asegura que la decisión estaba tomada hacía “bastante tiempo”.
Una vez aclarado que Manuel Borja-Villel no aspirará a sustituirse, el concurso seguirá su proceso pero ya sin esa duda. El temor del Ministerio de Cultura hasta esta mañana, tal y como ha sido informado este periódico, era que los candidatos desconfiaran de la transparencia del proceso y prefiriesen continuar en sus puestos de responsabilidad antes de optar públicamente a dirigir el Museo Reina Sofía.
El Ministerio de Cultura tenía en mente la composición de un elenco de especialistas para el jurado que disiparía cualquier miedo. Con la declaración pública de Manuel Borja-Villel se pone punto final a las dudas. Desde el Ministerio van a componer un jurado que, tal y como indican las fuentes del organismo, señale un proyecto novedoso.
La duda que el director saliente había sembrado ante el inminente inicio del concurso público para elegir sustituto ha generado tensiones en el sector del arte contemporáneo. La Asociación de Directoras y Directores de Arte Contemporáneo de España (ADACE) emitió un comunicado para que desde los medios de comunicación respetaran la imagen de Manuel Borja-Villel, tras un perfil publicado por el diario El Mundo, en el que se le tildaba de director “podemita”.
El momento más difícil de su dirección fue hacer frente a la fiscalización del Tribunal de Cuentas, en el año 2015, que concluyó con un informe devastador con quejas de falta de colaboración y transparencia por parte de la dirección del museo. Informaban de una ausencia total de directrices generales de actuación y, lo más grave, el Tribunal de Cuentas aseguró que no se cumplían “mínimamente” con los preceptos de la Ley y de los Estatutos del museo relativos a los “principios de organización”. El organismo no pudo determinar siquiera cuántos empleados trabajaban en el museo, porque no existía ni un organigrama funcional. “No han existido unos principios de dirección ni unas directrices generales de actuación formalmente aprobadas”, concluyó el Tribunal de Cuentas ante la falta de control y coordinación del centro de referencia de arte contemporáneo español.
El mandato de Manuel Borja-Villel ha brillado por la visión personal que ha imprimido en la construcción del relato del arte contemporáneo español. No sólo en la nueva narrativa de la colección permanente, sino en la programación de las exposiciones temporales, en las que él ha sido el protagonista indiscutible. A lo largo de estos 15 años ha sido director y comisario de la mayoría de muestras que ha presentado el museo público. Casi 30 exposiciones habrán llevado su firma al finalizar 2023, incluida la particular mirada que ofrecerá sobre Picasso, a partir de un proyecto de la exconservadora Paloma Esteban.
En el año 2017 batió sus propios récords y organizó cuatro exposiciones, dedicadas a William Kentridge, Soledad Lorenzo, Lee Lozano y Rosa Barba. En 2018 volvió a repetir con otras cuatro (Poéticas de la democracia, Mairy Baghramian, Eusebio Sempere y Dora García). A pesar de sus interesantes lecturas sobre arte y poder, el gran éxito de público bajo su dirección fue la exposición dedicada a Dalí, que visitaron más de 730.000 personas, récord absoluto del museo. Con la marcha de Manuel Borja-Villel acaba un modelo de un museo público personal e irrepetible.