Nealon habla con elDiario.es desde la granja familiar rodeada de campos, aunque ahora vive parte del tiempo en Belfast, en Irlanda del Norte, donde está ambientada su próxima novela.
¿Por qué tituló la novela Copo de nieve, que en inglés (“snowflake”) tiene una connotación peyorativa utilizada en referencia a generaciones más jóvenes supuestamente demasiado sensibles?
El título llegó bastante tarde en el proceso de escritura y, en realidad, surgió al leer el poema de Sylvia Plath en el que hay copos de nieve cayendo al final, Danza de noche. Pensé que era una manera hermosa de describir los sueños y la forma en que las cosas se transforman durante la noche. Me encanta el sonido de la palabra incluso. Y luego, una fracción de segundo después, me di cuenta de que la expresión tiene mucho más significado.
Me gustó mucho como metáfora de estados cambiantes durante la noche porque la nevada nocturna es algo tan mágico cuando te despiertas por la mañana y el mundo cambia por completo. Hay muchos sueños en el libro y diferentes formas de existir en el mundo. Para que existan los copos de nieve, tiene que haber un poco de imperfección. Cada copo de nieve es diferente porque esencialmente nace del polvo de la misma manera que nosotros. Y eso me encantó. Hubiera preferido si “copo de nieve” no tuviera connotaciones actuales. Vivimos en un mundo tan cínico que una palabra tan hermosa puede usarse como un insulto. Creo que todos somos sensibles. Hay una falta de empatía y una fragilidad. Todo el libro trata sobre la ingenuidad.
El libro tiene elementos autobiográficos. ¿Alguna vez pensó en escribir unas memorias y por qué se decantó por la ficción?
Es un error creer que Debbie soy yo. Es cierto que usé detalles autobiográficos. Yo vivía en una granja lechera. Fui a la universidad. Iba y venía a Dublín en el día. Pero no tengo un tío como Billy que vive en una caravana, que es completo producto de mi imaginación. Y ese fue el atractivo de la ficción para mí: que pude escapar de mi vida. No es que mi vida sea horrible, es sólo un poco aburrida. Todo mi interés está en la ficción porque la encuentro mágica. Cuando me siento a escribir, no sé qué va a salir. También hay un aspecto pseudosocial, porque tengo amigos imaginarios. Pasé años con Debbie, Billy y Maeve, y disfruté mucho de su compañía. Y me pasa lo mismo con el próximo libro que estoy escribiendo. Encuentro consuelo en los personajes, creando personajes y creando nuevos escenarios. La mayoría de las cosas que pasan en Copo de nieve no me han pasado a mí. Y ese es el poder de la ficción. Por eso amo leer y escribir.
Me encanta leer memorias. Creo que mi libro favorito es Éramos unos niños de Patti Smith. Me cambió en un punto muy impresionable de mi vida, cuando tenía 20 y pocos. Parecía que había un alma en las páginas con la que conecté. Eso es lo que realmente es escribir, ya sea ficción o no ficción. Pero no creo que tenga las habilidades para escribir memorias todavía.
¿Cómo escribió el personaje de Billy, que podría ser el protagonista junto a Debbie?
Me resultó muy fácil escribir a Billy. Ayudó que el libro esté escrito desde la perspectiva de Debbie. Originalmente no salía tanto pero siempre disfruté mucho escribiendo escenas con él. Así que simplemente se coló. Siempre sabía lo que iba a decir. Conozco su energía. No se basa en ningún hombre que yo conozca, pero conozco el tipo de energía que tienen los hombres rurales irlandeses. Mi padre es uno de ellos, y hay cosas que él dice que encuentro graciosas. También tienen una especie de fragilidad.
Me encanta un comediante irlandés llamado Tommy Tiernan. Cuando yo tenía 15 años, quería ser su amiga. Pero no puedes ir al pub si eres una niña de 15 años y ser amiga de un hombre de 40 años. En lugar de eso, lo imaginé. Me imaginé a un hombre divertido. ¿Cómo podría ser viable esta relación? ¿Por qué una niña va a tratar con él? Entonces tenía que ser el tío.
Debbie se mueve entre su tío Billy y su madre, Maeve. Esa lucha realmente me interesó. Billy era mucho más fácil de tratar porque era muy divertido. No hay muchas escenas con Maeve, que me pareció más difícil de escribir.
¿Cuál es el proceso de escribir tanto diálogo?
Otra razón por la que me llevó tanto tiempo escribir la historia fue que tenía mucho miedo a escribir diálogos. Durante mucho tiempo sólo había bloques de prosa porque estaba tratando de explicar las escenas, las historias y los personajes. Tenía mucho miedo de dejar hablar a los personajes, sobre todo porque cuando dejas hablar a los personajes, salen cosas de tu boca que vas a tener que explicar o controlar de alguna manera. Pero luego me di cuenta de que lo mejor que se podía hacer era dejar que los personajes hablaran y renunciar al control. Cuando eres autor crees que eres quien tiene el control. Pero tan pronto como dejas que los personajes hablen, son ellos los que toman el control. Y luego te dedicas a perseguirlos. Esa es la parte del proceso que disfruté más.
¿Escribió la novela desde el principio en presente y en primera persona?
No, la escribí en tercera persona y lo estuve pensando mucho. Durante mucho tiempo tuve mucho de la novela escrita tanto en tercera como en primera persona. La tercera persona es buena para pensar en las cosas en un contexto más amplio. Pero no pude profundizar en los personajes. Y con la primera persona yo estaba en ella. Yo estaba en la cabeza de Debbie. El tiempo presente fue otra gran elección. También tenía documentos de Word en los que estaba en tiempo pasado. Probé todas las opciones antes de decidirme. Hay una escena en el libro que siempre quise escribir en la que Billy y Audrey tienen una cita. Pero no pude porque si está escrita desde el punto de vista de Debbie, ella no estaría en la cita.
‘Copo de nieve’ se publicó en pandemia y trata de la salud mental, que es un tema del que hemos hablado mucho desde entonces…
Lo escribí antes de la pandemia, lo entregué un par de meses antes del primer confinamiento. Soy una chica solitaria. Siempre supe que iba a escribir sobre salud mental y en una forma ficticia porque esos son los libros que me ayudaron más. Cada vez que me he sentido deprimida, la ficción siempre ha estado ahí para mí. Quería escribir un libro que tal vez pudiera consolar a otras personas. Y si lo consigo, eso es suficiente para mí.
¿Los lectores se le acercan diciendo que leer la novela los ayudó a superar su soledad o sus problemas?
Yo solía ser una persona que contactaba a los autores en la vida real todo el tiempo. Y sé lo aterrador que puede ser simplemente enviar un mensaje a una persona al azar. Por eso me encanta cuando la gente me envía mensajes sobre el libro.
La experiencia más memorable que he tenido es que un día salí a correr justo después de la publicación del libro, cuando absolutamente nadie me conocía. Estábamos en el confinamiento y un hombre vino hacia mí en bicicleta. Me pasó. Y luego regresó y se bajó de la bicicleta. Yo todavía estaba corriendo. Se giró hacia mí, me paró y me dijo, “Hola, perdona, ¿eres Louise Nealon?”. Pensé que conocía a mi padre. Y él dijo, “Leí Copo de nieve. Sufrí una lesión cerebral. Y es la primera vez desde que tuve la lesión que he podido terminar un libro. Muchas gracias por escribirlo”. Y luego dijo, “me gusta mucho Billy”. Le di las gracias, se montó en su bicicleta y se alejó. Luego me quedé parada allí y no pude seguir corriendo. Fue un momento poderoso.
En el libro menciona varias veces Alicia en el País de las Maravillas. ¿Fue una inspiración?
Sí. Alicia en el país de las maravillas es el primer libro del que me enamoré perdidamente. Tenía un libro desplegable cuando era niña, y solía hacer que mi padre nos lo leyera todas las noches. Mi hermana se enfadaba porque quería un libro diferente. Pero yo decía que no podía dormir. Leí el libro después como adulta, cuando tenía 18 años y tenía que saber todo sobre los sueños. La ficción tiene una larga historia de usar sueños. Y Alicia en el País de las Maravillas tiene una frase donde Alicia dice “Me pregunto si me han cambiado durante la noche”. Me gusta cuando un libro te produce una reacción física. Sentí un hormigueo y dije “eso es sobre lo que quiero escribir ahora”.
¿Hasta qué punto cree que la novela refleja a una generación?
De alguna manera, cada novela refleja una generación. Hice lo mejor que pude y no estaba pensando si el libro iba a ser un reflejo de mi generación. Yo solo traté de escribir una historia que me gustaría leer. Y no estaba tratando de marcar las casillas para que reflejara una cierta forma de ser. De hecho, estaba tratando de hacer lo contrario. Quería describir un mundo que no había visto antes en papel. Si tuve éxito o no, depende mucho del lector. Hace tiempo que no leo la novela. Lo dejaré hasta que sea mucho mayor para intentar leerla como lectora porque ahora sólo la experimento como escritora.
¿Qué echaba en falta en particular en otras novelas? ¿Qué tipo de voz o tema?
Cómo me sentía cuando tenía 18 años. Escribí este libro para mi yo de 18 años. Me sentía tan invisible... me sentía muy sola. Tenía una idea de la universidad como los mejores años de tu vida y cuando fui realmente no hice amigos. Me sentía muy triste y un poco perdida y no sabía cómo navegar por la vida. También me sentía vulnerable. Y lo que me salvó fue ir a la biblioteca y leer libros. La forma en que me sentí reconocida fue leyendo. Encontraba esa conexión más real que la que podía tener al comprar un billete de tren. Eso no me parecía una relación humana mientras que cuando leía las palabras de otra persona en papel, pensaba “Oh, esto es mágico” y “me siento muy afortunada de estar aquí y de estar viva leyendo esto”. No estoy diciendo que todos los demás libros no tengan grandes cosas, contienen magia. Pero con Copo de nieve traté de conseguir la esencia de lo que me hizo invisible y vulnerable entonces y crear una historia a su alrededor con la que otras personas tal vez podrían identificarse.
Es un pequeño fragmento de cómo me sentí en un momento determinado de mi vida y he tratado de transcribirlo en papel para que otras personas se vean y tal vez pueden sentirse relacionadas. Y no importa la edad que tengas. Creo que la razón por la que me encantaba escribir a Billy era porque se sentía como yo. Decía todas las cosas que quería decir, pero envueltas en un hombre de 40 años. La razón por la que me gustaba tanto ese cómico es que quería ser esa persona, pero yo no podía porque era una niña de 15 años. Quería ser un hombre de 40 años que hiciera reír a la gente. Y en la ficción, pude.
Ese es el poder de la ficción, que puedes transportar cada pedacito de tu ser en diferentes avatares humanos. Y la gente puede relacionarse con ellos.
La novela refleja la vida en la granja y cómo la ven los urbanitas. ¿Se ve como algo exótico en las ciudades?
Mi padre se sorprendió de que la granja apareciera en mi trabajo. Yo era la que estaba menos interesada de los hermanos. Incluso si no tengo una conexión práctica con la granja, estaba allí cuando iba a la universidad. Vivimos a 40 minutos de la capital de Irlanda, pero está a un mundo de distancia. Ahora estoy aquí, rodeada de campos verdes. Y tan pronto como me subo al tren a Dublín, todo esto desaparece. La gente solía pensar que era muy bonito vivir en una granja, y había una especie de condescendencia. Esa tensión entre estar tan cerca de una ciudad y tan lejos de ella y sus valores es algo que realmente marcó la energía del libro.
Su próxima novela está ambientada en parte en Belfast. ¿Hay un trasfondo sobre la historia de Irlanda del Norte?
Ahora vivo entre Belfast y Kildare. Fui a la universidad en Belfast durante un año. Hice mi maestría allí y me encantó la ciudad. Pero tuve una experiencia muy específica del Norte como una persona del Sur. Y creo que la única forma en que puedo escribir sobre el Norte es desde ese punto de vista. A la gente de la República de Irlanda le resulta difícil relacionarse con la gente del Norte, que parece como un primo lejano que nunca llegaron a conocer. Es como ser de Irlanda rural e ir a Dublín y la tensión que eso supone. Allí la tensión es más profunda, hay mucho más trauma. He vivido en Irlanda del Norte durante algunos años y me encanta, pero siento que todavía no entiendo realmente el lugar. Y es curioso estar en la geografía de tu propio país, sentir que estás dentro, sentir que estás en casa, pero al mismo tiempo estar fuera.