Cuando alguien se vuelve famoso tan rápido da la sensación de que lleva en el foco mucho más tiempo. Era su primera vez en solitario en el WiZink, aunque ya había acompañado primero a Bad Gyal y después a Duki. Quevedo aseguró al inicio de su show que era una cita que llevaba tiempo esperando y que recordará “toda la vida”. La de Madrid fue su segunda fecha de la que es su primera gira tras el primer lleno en el Estadio Gran Canaria Arena, en las Islas Canarias.
En los aledaños del estadio de baloncesto abundaban las banderas de la comunidad autónoma de las Islas Canarias. Y, todo sea dicho, también las españolas, tanto en tela como en pulseras de muñeca. Eso sí, Pedro Domínguez —su nombre real— reivindica su pertenencia y sentimiento canario allí donde va. “Te alegras muchísimo por él. Mi hermano es amigo suyo y sigue siendo un chaval súper humilde”, comenta Eva Ruiz antes del concierto, una joven asistente que asegura conocer a Quevedo porque, según cuenta a este diario, iban al mismo colegio en Gran Canaria. “Es un referente”, exclama otro canario que ha venido desde Burgos para verlo. “Ha puesto a las islas en el mundo”, sostiene Ruiz. "A Quevedo no le cobraba las grabaciones en el estudio, le decía que algún día su música valdría millones y que ya me pagaría entonces", relató su productor Linton en una entrevista con este diario.
Al concierto asisten desde niños hasta adultos, pasando por familias completas. Eso sí, su target son los adolescentes y se ve paridad entre chicos y chicas. Ninguno de los asistentes consultados por este diario sabe explicar con exactitud el porqué del crecimiento exponencial del canario. Se sabe que empezó a escribir sus primeras letras en la cuarentena y mientras tenía un trabajo temporal en la construcción. Comenzó sin ayudas de ninguna discográfica y aún a día de hoy se mantiene en un sello especializado de música urbana como Taste The Floor. Ahora más de 33 millones de personas lo escuchan cada mes en la plataforma Spotify. También sale por delante del poeta madrileño si uno lo busca en Google.
¿Y dónde quiere actuar Quevedo en el concierto? En el centro del estadio, en un ring. Según fuentes cercanas de su equipo de escenografía, “la idea es que el público se sienta cerca de él”. Si bien las reproducciones no determinan la calidad de un artista, la expectación del público era alta antes de que saliese este chico de 22 años que suena en todas las discotecas.
“Soñé que todos los que iban en la guagua [autobús] conmigo que llevaban los cascos puestos estaban escuchando a algún artista canario”, se escucha en voz de Cruz Cafuné, que es la introducción del álbum de Quevedo. En ese momento sale corriendo por un pasillo entre las masas de gente que lo conduce al ring. “Estoy donde quiero estar”, le dice al público.
Uno a uno fue tocando todos sus temas. Desde los primeros subidos a sus plataformas a los del álbum. El público los coreaba todos. Y a su vez, iban subiendo al cuadrilátero los artistas con los que colabora: La Pantera, Juseph, Ovy on the Drums, Lola Índigo, JC Reyes… Pero fueron los canarios Cruz Cafuné y Mikel Delacalle, al que Quevedo definió como “referente canario”, los que más levantaron a la gente de sus asientos para perrear. También se trajo al chileno Saiko, de quien Quevedo se ha declarado mecenas en una entrevista con Ibai Llanos. Eso sí, aunque su puesta en escena juegue con varios planos en las pantallas, lejos está de las innovaciones de Rosalía, C. Tangana o Dellafuente.
A medida que iba avanzando el show, el músico canario hacía alegorías a “estar donde quiere estar”. “Quiero una casa con ‘Vistas al mar’”, decía antes de tocar la canción, ya que además, como ha dicho en algunas entrevistas, aún vive con sus padres. Y ese nuevo hogar, a poder ser, lo quiere en “La Playa del inglés”, que es una playa de Gran Canaria a la que canta agitando la bandera de sus islas.
Entre medias —con pedida de mano de un asistente a su pareja incluida—, un acústico con piano y un cambio de estilo de ropa que recuerda al de los reggaetoneros clásicos como Don Omar y Daddy Yankee con gorra plana cerrada y ropa más ancha. En ese momento confiesa su canción favorita del álbum: Lisboa. ‘Dile que, bailando, te conocí’, comienza la letra de Quevedo en honor a Dile de Don Omar.
Ritmos latinos, una voz ronca y grave y letras sobre la fama repentina o amores espontáneos que no quiere que acaben. Esas son las características de las canciones de Quevedo, que en el directo incide continuamente en bailar y pasarlo bien. Su obra no sigue una estructura pulida y premeditada como otras. Es música mainstream, hecha para pasarlo bien, pero en sus redes sociales enaltece el rap más actual y puro como a Hoke, Ergo Pro o Ill Pekeño.
Ya enfilando el final del concierto y después de ‘Punto G’ o ‘Wanda’ quedaban sus dos grandes éxitos. En ‘Se cayó la noche’ Quevedo subió a todos los artistas que crearon el éxito. “Quiero agradecer a Bejo, Cruz Cafuné y Abhir Hathi que nos ayudasen en su momento”, dijo Pedro desde el escenario antes de tocarla. Una vez terminó hizo el amago de irse. “¡Quédate, Quédate!”, coreaba el público. “Pues si me dicen quédate yo me quedo”, dijo Quevedo entre risas en referencia a la canción con Bizarrap. Y el WiZink reventó. Tener una canción posicionada durante 7 semanas como la más escuchada del mundo hace que cuando suena en directo casi 20.000 personas boten al unísono. Y eso que él quería eliminar el estribillo. "Esto es un sueño desde que era pequeño", confesó antes de irse.
Aunque sea consuelo de ricos, estar en el mainstream y bajo los focos de la exposición no siempre es fácil. El propio Quevedo ha reconocido en una entrevista —y suele dar pocas a los medios convencionales— que le gustaría dejar de ser famoso un tiempo y que a veces ha visto afectada su salud mental. Además ha admitido que quiere quedarse en Canarias y no perderse “la vida de sus amigos”. Nadie sabe qué le deparará el futuro a este joven artista, pero en ‘Ahora qué’ se intuyen algunas claves: ‘2021 sembrar / 2022 recoger / 2023 coronar / 2024 desaparecer'.