86 años después, el Guernica se ha convertido en objeto de selfies prohibidos y sus enseñanzas parecen haber quedado olvidadas. El siglo XXI ha visto cómo la extrema derecha llegaba a los gobiernos en países de todo el mundo; y en 2023 una nueva guerra dejaba claro que quedaban muchos guernicas por sufrir. Sin embargo, el Guernica debe seguir siendo el símbolo contra el fascismo, y así lo demuestra el documental Frente a Guernica, realizado por Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi ?artistas italianos esenciales en el cine de vanguardia?, producido por el Museo Reina Sofía y estrenado en una versión extendida en el Festival de Venecia.
Frente a Guernica es una obra en la cual Gianikian y Ricci ?quien falleció en 2018 tras trabajar años en este filme? mezclan de forma sublime material de su propio archivo y de otros fondos para realizar un retrato de la Europa anterior a 1936, del bombardeo de Guernica, de la Guerra Civil como punto de inflexión en la historia posterior del mundo y, finalmente, del cuadro de Picasso como obra que debería hacernos abrir los ojos para no permitir el regreso del fascismo. Con su cámara analítica, sus virajes de color, la voz en off de la artista rusa Lucrecia Lerro e insertos de obras como Sobre los sucesos de España, de Roman Karmen, los artistas italianos reafirman la importancia de la obra de Picasso en el momento actual.
Fue en 2014 cuando decidieron hacer este documental. En una visita a Madrid fueron al Reina Sofía, y al ver de nuevo el Guernica, se encendió la mecha de este proyecto artístico. “Tuvimos unos sentimientos muy fuertes cuando lo vimos, y empezamos a pensar en todas las cosas sobre la Guerra Civil que habíamos visto, y en las que teníamos también en nuestro archivo sobre aquel periodo y de años anteriores. Fue ahí cuando empezamos a pensar en ello. Ahora, estoy solo [dice refiriéndose al fallecimiento de su compañera], pero le prometí a Angela que continuaría”, dice Yervant Gianikian desde una mesa en una terraza en el Lido de Venecia.
A pesar de no proliferarse en eventos como este, ha querido que sea el festival de Venecia quien proyecte esta versión inédita. Lo quiere por un motivo político: la llegada de la extrema derecha con Meloni a la cabeza al poder en Italia. Este trabajo debe despertar a la gente. “Nuestro deseo era que se viera aquí por lo que está pasando en Italia. Es importante mostrar lo que está ocurriendo en Europa y en mi país. Los fascistas han llegado al poder. Quieren cambiar las cosas incluso aquí, en el festival. El director de la Mostra ha sido muy valiente mostrando mi película. Es importante estar en Venecia porque políticamente hablando este es el centro de Italia. Hemos rechazado ir a Toronto porque queríamos que este fuera el primer sitio donde se viera”, asegura con contundencia sin levantar la voz y con su tono pausado.
Frente a Guernica, quiere que la frase que se escucha en su documental resuene bien alto, ese “La humanidad no olvidará la barbarie fascista” que ahora vuelve a ser tan actual como en 1937. Define su obra como “una película sobre la paz”, a lo que hay que añadir que es también una película sobre la importancia de la memoria y sobre cómo el archivo fílmico puede ayudar a componerla y explicarla. “Usamos lo viejo para contar lo nuevo. Siempre hay en nuestro trabajo una conexión muy estrecha con el presente, y en este caso se ve con la guerra de Ucrania”, añade.
Asegura no ser optimista, pero deja muy claro que el Guernica sigue siendo el símbolo contra el fascismo que necesitamos. “Todavía es muy importante. La gente de izquierdas, cuando se enteró de que venía la película, se puso en contacto conmigo. Me escribieron de Cuba, de Latinoamérica, partidos comunistas de todo el mundo, partisanos de Italia… Fue increíble. Hay esperanza”, sostiene y es imposible no creerle.
Han sido ocho años de trabajo. De revisar su archivo, de buscar imágenes nuevas. De jugar con ellas. Montarlas, lograr una estructura… así hasta dar con la forma definitiva. Yervant Gianikian conoce su filme al dedillo, y acude a las entrevistas con unas hojas donde tiene desglosada toda su película, además de un minutado con cada escena y las voces que aparecen. Le gusta enseñar los momentos cruciales, señalar las escenas clave y de dónde procede cada material insertado. Disfruta especialmente hablando de los fragmentos que han añadido en esta versión que convierten el filme en una nueva experiencia, entre los que destaca una parte que muestra una comunidad de gitanos en Granada y otra dedicada al Sueño y mentira de Franco que pintó Picasso.
Es curioso que el cuadro en donde se plasmó aquella barbarie solo aparezca al final del documental. Eso sí, lo hace en un momento único que trae al presente una historia poco conocida. Las imágenes que se ven fueron las que rodó Robert Flaherty, uno de los padres del documental y director de Nanuk el eskimal. Lo hizo en 1949, cuando el MoMa, donde se refugió el Guernica durante la dictadura, le pidió que realizara una pieza audiovisual sobre la obra, pero despojándola de su contexto político e histórico. No fue posible y Flaherty nunca terminó la obra. Ante sus imágenes, suena la crónica de Guy Debord sobre la exposición de París de 1937, donde se presentó el cuadro por primera vez. Allí, el embajador alemán le pregunta a Picasso, cuando ve el Guernica, si ha sido él quien ha hecho aquello. Su respuesta todavía retumba: “No, lo han hecho ustedes”.