La frase promocional del filme deja muy claro el foco en el que han decidido centrarse los creadores. “Esto no es un documental, es una tragedia”, reza el eslogan. Esa tragedia es la gira Sin cantar ni afinar, que desde fuera se vio como un éxito indiscutible, pero desde dentro se vivió con el agua al cuello, como una máquina de quemar muchos euros e ingresar pocos. Que la palabra ambición esté en el título del filme no es ninguna casualidad. Esa tragedia viene provocada por la ambición de C. Tangana, siempre pensando en crear algo nuevo, algo que cambie todo. La gira debía hacer historia, y la hizo, aunque por el camino estuvo a punto de dejarles a todos en bancarrota y sin amigos. De hecho, el propio documental nace como forma de recaudar dinero ante la eminente tragedia.
C. Tangana acaba, sin quererlo, desnudándose ante la pantalla. Desnudando su proceso creativo para llegar a El madrileño, desnudando sus contradicciones (un creador inconformista hasta lo enfermizo pero que luego se despendola con su troupe) y hasta desnudando su cuerpo en la intimidad de tantas y tantas habitaciones de hotel. No hay hagiografía porque no lo necesita, porque sabe que parte de su encanto es esa altivez, ese decir lo que piensa… o que al menos lo parezca, porque como deja claro este trabajo, él y su equipo no dan puntada sin hilo. Controlan cada decisión y cada paso. Quizás quien mejor le defina sea su madre, sin tapujos y uno de los mejores testimonios del filme.
Para sus directores lo que muestra este trabajo es "el conflicto entre la creatividad y la producción". "Tú siempre vas a querer ir más y más allá, y un personaje como Pucho lo acentúa muchísimo", dice Santos Bacana, parte del trío detrás del filme y de la productora Little Spain. Su compañera Cris Tenas usa una frase para describir a Tangana: "Es una persona que consigue que los noes se conviertan en síes. Y es verdad que él empuja tanto que todo lo que a priori no se puede hacer o no es factible o no va a ser rentable, hace que se consiga. Está siempre esa fricción entre dinero y creatividad".
El documental hace mucho hincapié en ese equilibrio imposible entre el arte y la industria, con esa gira caótica que era una máquina de perder dinero sin saber cómo parar la sangría. Prometen que aunque no se hubiera reconfigurado la situación hubieran lanzado el documental. "Cuanta más ruina, mejor", dice de broma el tercero en discordia, Rogelio González.
Hubo un momento en el que vieron que todo iba bien y se quedaron tranquilos. Fue cuando se vendieron todas las entradas para Latinoamérica. "Creo que se tranquilizaron cuando vieron que iban a hacer una segunda gira en Latinoamérica más", opina Trenas. Los tres son socios de Tangana y amigos, y ahí viene otra fricción, la de separar lo personal de lo laboral. Para llevarlo lo mejor posible hace falta "mucha gestión emocional". "Al final siempre hay una parte de ego, una parte de lo que a ti te apetecería creativamente... pero también está el fondo de que somos muy amigos y que no queremos perder eso, y que sabemos que es antagónico una relación de amistad con una relación empresarial. Por eso mucha parte de nuestro curro se trata de gestionar, intentar mejorar nuestra comunicación y entendernos, y con Pucho igual. Además súmale a eso la variable de que él es un rockstar", dice Cris Trenas.
Lo de la ambición es ya casi un lema de todo lo que hace C. Tangana y de lo que hace Little Spain. "Al haber entrado Pucho como parte de nuestro equipo también nos ha empapado un poco con ese motor que es suyo. Con un lema que es que nada se te queda grande", explican. Son conscientes de que esa ambición puede ser peligrosa. "A veces lo pienso, yo por lo menos. Yo me conformaría con ser un pequeño indie", apunta Bacana.
Cris Trenas cree que la ambición "es contagiosa". "Yo antes era una persona bastante tranquila, pero estar tan cerca de él te hace decir, 'ostras, pero si esto es posible, esto se puede conseguir'. Y luego también se ve en la gente que trabaja con él. Él te hace sentir capaz de hacer cosas que a priori no hubieras pensado que podrías hacer. Te empuja a un límite que es muy gratificante en el sentido de que haces cosas que no pensabas que harías y por otro lado tiene un componente de saber que estás abandonando una vida plácida", añade.
Esta ambición desmedida quiere mostrar qué hay detrás de la máscara de C. Tangana. Mostrar a Pucho, o a Antón Álvarez, como realmente se llama. Pero uno nunca sabe si esa transparencia, ese mostrarse yendo con un amigo a coger unos chorizos, es verdad o una capa más de su creación artística.
Para Santos Bacana el documental "sí que arroja luz, porque Pucho siempre ha sido muy celoso de su imagen y de su vida personal y aquí sí que se muestran muy de cerca momentos que la gente, sobre todo los fans, no se esperan". "No saben que él es así, pero entiendo que también pueda arrojar misterio, porque sigue siendo alguien enigmático". Esa pregunta, si el personaje y la persona se han fusionado, se la hicieron al propio C. Tangana. ¿Su respuesta? Que la cuestión "ya no tiene sentido, porque no hay tal distinción entre personaje y persona, porque todo es lo mismo al final". Antón, Pucho o Tangana. Sea quien sea el que apareció en San Sebastián volvió a demostrar su capacidad para convertirse en un agujero negro que se comió toda la atención de San Sebastián.