Shahn (Lituania, 1898) estuvo siempre del lado de los obreros y defendió los derechos humanos y de los trabajadores, además de luchar contra la intolerancia y las injusticias. Entre los temas que abordó –y que están presentes en la extensa y valiosa muestra– se encuentran episodios históricos del calibre de la Gran Depresión, el New Deal de Estados Unidos, la II Guerra Mundial, el macartismo, la Guerra Fría y la de Vietnam. En la propuesta figuran sus trabajos más líricos y espirituales, que incorporan a menudo pasajes de la biblia hebrea, portantes todos ellos de contenido social.
Las más de 200 obras que componen esta exhibición están atravesadas por su militancia política y el realismo social que caracterizó a Shahn. No en vano, como así explicó su comisaria Laura Katzman en su presentación este martes, una de las máximas de su protagonista fue defender que "solo cuando el artista se expresa libremente, la sociedad en su conjunto puede avanzar".
El artista nació en el seno de una familia judía en Kaunas (Lituania). Pronto emigró a Estados Unidos, donde acabaría desarrollando gran parte de su trayectoria. Su activismo se materializó en forma de pinturas al temple, acuarelas, gouaches, carteles y bocetos para murales, fotografías y dibujos. Un abanico de formatos incluidos todos dentro de la exposición.
La primera sala deja patente sus convicciones. En ella figuran sus obras de los años 30 cuando, tras formarse en litografía y emular el modernismo de Cézanne, Picasso y la Escuela de París, sus creaciones viraron hacia el realismo, creciendo ahí su compromiso político. Fue en este periodo cuando empezó a dibujar a partir de fotografías de noticias, método de trabajo que cultivó durante su vida.
A esta etapa pertenecen una serie de gouaches de Tom Mooney, el líder obrero irlandés-americano que fue encarcelado injustamente por un atentado con bomba durante un desfile del Día de la Preparación para la I Guerra Mundial en San Francisco. Shahn denunció en numerosas ocasiones el autoritarismo, como revela su caricatura mordaz del padre Coughlin, el 'cura radiofónico' antisemita e incitador al odio, al que satirizó.
En esta década se aficionó a la fotografía, desarrollando un estilo de reportaje que aportara detalles 'auténticos' a su pintura social. El polifacético artista salió a las calles de Nueva York para retratar desde jóvenes encarcelados en prisiones a activistas que se manifestaban para conseguir puestos de trabajo usando su arte como arma en la lucha de clases.
"Era un ciudadano muy global. Estados Unidos estaba muy presente en sus preocupaciones y abrazaba los anunciados como ideales del proyecto americano; pero pensaba continuamente en su relación con el mundo. Criticó el capitalismo fuera de donde fuera. No era un americano ciegamente patriótico, señalaba cuando EEUU no cumplía con sus supuestos ideales democráticos", añadió la comisaria.
La responsable apuntó que, pese al carácter 'serio' de los asuntos abordados por Shahn en su obra, esta se haya igualmente vertebrada por su ironía y sentido del humor: "Podía ser muy satírico en su crítica a figuras como el senador McCarthy, pero también muy suave y cariñoso en su sentido del humor en las personas 'normales". Y, ante todo, sostuvo que sus creaciones las sobrevuelan "múltiples capas de rica humanidad".
Shahn fue un gran valedor del New Deal del presidente Franklin Delano Roosevelt, cuyos programas sociales devolvieron el trabajo a millones de estadounidenses tras la crisis. Sus fotografías, en primer lugar usadas como pósteres de la Administración Agrícola RA, sirvieron para demostrar la necesidad de programas federales de ayuda que reubicaban a los trabajadores rurales.
La comisaria Laura Katzman subrayó el apoyo estatal que se dio a los artistas en este periodo: "Fue algo muy novedoso y que nunca se ha vuelto a repetir. Ben y otros artistas estaban emocionados por ver que el Estado, por fin, entendía que ellos también necesitaban apoyo, comer y pagar un alquiler. Más allá de su papel importante como inspiración, dar esperanza y horizonte a la sociedad".
En esta línea, sus trabajos para las agencias del New Deal durante la Gran Depresión dejaron exponentes como los carteles elaborados en 1936 Años de polvo y Una mula y un arado, en los que reflejó a trabajadores en paisajes desolados. También están sus 'cuadros dominicales' como Sunday Painting (1938) y Pretty Girl Milking The Cow (1940), con los que dignificó la cotidianidad de la gente y sus actividades diarias.
Sus murales realizados para diferentes edificios del país, incluidas oficinas de correo, promovieron una visión integradora de EEUU. Entre ellos se encuentra El significado de la Seguridad Social, protagonizado por desempleados, ancianos, personas con discapacidad, trabajadores de la construcción en proyectos de obras públicas como casas y puentes. Hay un retrato subversivo de quienes se quedaban fuera de la legislación, tanto agricultores como una trabajadora doméstica.
Su compromiso con la dignificación del trabajo quedó ejemplificado en otros de sus carteles, diseñados en la década de 1940 como artista jefe y director de la División de Artes Gráficas del Comité de Acción Política del Congreso de Organizaciones Industriales. En ellos puso en valor el trabajo manual, poniendo en evidencia los valores de Shahn como hijo y nieto de artesanos. A esta etapa pertenecen sus gráficos para la campaña de reelección de Roosevelt en 1944, que enseñan al presidente como amigo de los sindicatos, promoviendo la cooperación interracial en el trabajo, como ocurre en For Full Employment After The War: Register Vote.
Shahn trabajó para la Oficina de Información de la Guerra (OWI) de Estados Unidos durante la II Guerra Mundial. Creada en 1942, contrató a artistas para diseñaran obras que fomentaran el apoyo nacional al esfuerzo bélico, siendo This Is Nazi Brutality uno de sus máximos exponentes. En él enseñó las tácticas empleadas por los nazis para destruir el pueblo de Lidice (actual República Checa) y asesinar o deportar a la mayoría de sus habitantes.
El lituano retrató los horrores del conflicto, desde los campos de concentración nazis hasta la destrucción provocada por las bombas atómicas de Japón. La alegoría, el simbolismo y el mito fueron tres de sus señas de identidad desde entonces para cuestionar el destino de la humanidad en el nuevo orden mundial.
Su arte fue objeto de ataques a principios de la Guerra Fría, llegando incluso a ser perseguido por el FBI por su pacifismo. El ambiente opresivo le llevó a realizar la obra Conversaciones (1958) en la que mostró a dos 'funcionarios' con los rostros ocultos tras máscaras, simbolizando la duplicidad de los líderes democráticos reunidos con dictadores en la Guerra Fría. Tampoco quedó indiferente ante la amenaza nuclear con títulos alegóricos de formas abstractas como Second Allegory (1953) y The Saga of the Lucky Dragon (1960-1962).
El pintor secundó tanto el movimiento por los derechos civiles de Estados Unidos como los de resistencia contra el colonialismo que recorrieron el planeta durante los 50 y 60. Su pertenencia a una familia inmigrante judía que vivió en primera persona la persecución antisemita influyó en su esfuerzo por combatir el racismo y otras formas de discriminación. Ejemplo de ello es su retrato a Martin Luther King de marzo de 1965, poco después del conocido como 'domingo sangriento'.
Su inconformismo y empeño en lograr una sociedad más justa a través del arte fueron constantes hasta el final de su vida en 1969. A su última etapa pertenecen una serie de piezas más relacionadas con la espiritualidad y la identidad, revelando su retorno a las historias bíblicas y textos hebreos que conoció en su infancia. En especial se interesó por la figura de Job, que cuestionó los caminos de Dios y se enfrentó a los misterios del universo.
Uno de sus últimos cuadros, y que sirve como compendio de la personalidad de su obra, es Identidad, en la que unos brazos levantados y manos entrelazadas expresan tanto la elevación espiritual como la protesta terrenal contra la Guerra de Vietnam.