"Mucha gente dice: '¿Y yo qué puedo hacer? Soy solo una persona'. Os sentís sin esperanza, indefensos, incapaces, ¿verdad? ¿Qué podemos hacer? Hay muchísimo que podemos hacer. Lo primero de todo, podemos decir: 'Puedo marcar la diferencia porque individualmente puedo traer luz al mundo con mis acciones, palabras, todos y cada uno de los días", aseguró.
"Lo siento. Esto no va de querer aleccionaros, pero todos juntos somos gente muy poderosa. Podemos unirnos de una forma oscura y malvada, o podemos unirnos para crear un espacio de luz y amor. Y si todos tenemos esta conciencia colectiva, podremos cambiar el mundo y traer paz no solo a Oriente Medio, sino a todo el mundo", reivindicó la intérprete de Like a Prayer. La cantante ha repetido su proclama en cada una de sus tres actuaciones en Londres –la cuarta tendrá lugar la noche de este miércoles–.
La 'reina del pop' ha reconocido también que hubo un momento en el que pensó que no conseguiría ser capaz de empezar la gira que la traerá a España los próximos 1 y 2 de noviembre, jornadas en las que actuará en el Palau Sant Jordi de Barcelona.
Madonna sufrió una infección bacteriana que la obligó a estar ingresada durante varios días en la unidad de cuidados intensivos el pasado mes de junio. Finalmente acabó recibiendo el alta, pero tuvo que posponer igualmente el inicio de Celebration Wold Tour, que en un principio estaba previsto para el 15 de julio en la ciudad de Vancouver.
Londres ha terminado siendo su primera parada una vez alcanzado el mes de octubre. "He olvidado cinco días de mi vida, o muerte, porque realmente no recuerdo donde estaba", reveló ante el estadio británico, donde añadió que fue su familia la que le impulsó a salir adelante: "Mis hijos siempre me salvan".
No es la primera vez que la cantante se pronuncia sobre el conflicto israelí-palestino. La superestrella se saltó las normas de Eurovisión en 2019, metiendo de lleno la política en la edición del festival que se celebró en Tel Aviv. La cantante mostró ambas banderas hermanadas durante su actuación, aprovechando sus minutos de gloria para lanzar un mensaje de "hermanación" y proclamar que "la música que la gente esté unida". Minutos antes de su intervención, la artista había rehusado de explicar cómo iba a ser su esperado número al presentador del concurso, buscando preservar la sorpresa, que llegó en el último de los casi 11 minutos que duró su paso por el escenario.
Dos de sus bailarines, cada uno con una bandera cosida a la espalda, subieron la escalinata que formó parte de su propuesta escénica cogidos de la mano. La realización de la televisión israelí reaccionó a la inesperada a la acción abriendo el plano lo máximo posible para evitar que se vieran con detalle en pantalla, cambiando rápidamente de toma. Aun así, no consiguieron que pasara inadvertido y tardó poco en convertirse en el elemento más comentado de su intervención.
Su participación en Eurovisión había generado polémica antes incluso de llevarse a cabo, ya que diversos artistas le afearon su decisión de actuar en el concurso. Roger Waters, fundador de Pink Floyd, reclamó a la artista que no actuara en Israel hasta que el Gobierno reconociera el derecho de autodeterminación a los palestinos. A su vez, otras personalidades internacionales habían protestado ante el "blanqueamiento" de la ocupación de territorios palestinos por parte de Israel que suponía la celebración del certamen en Tel Aviv.
Madonna zanjó el debate cerrando un acuerdo in extremis en la misma semana de Eurovisión, justificando: "Nunca dejaré de tocar mi música para complacer la agenda política de otro, así como nunca pararé de hablar contra las violaciones de los derechos humanos sin importar en qué lugar del mundo ocurran".
Cabe recordar que la estadounidense no fue la única cantante en incluir una bandera de Palestina en su puesta en escena. Los representantes de Islandia, Hatari, aprovecharon los segundos en los que fueron enfocados durante las puntuaciones para mostrar el 'prohibido' estandarte. Su acción fue una de las más provocadoras de la historia del evento, cuya gestación y consecución fue recogida en el documental A song called hate –disponible en Filmin– que dirigió la cineasta Anna Hildur.