Lo logró de nuevo con Un monstruo viene a verme, pero casi de forma más evidente cuando se convirtió en el primer director español en rodar una producción del tamaño de Jurassic World: el reino caído; apadrinado por su idealizado Steven Spielberg. En su primera superproducción hollywoodiense Bayona no renunció a sus orígenes, y luchó por que una secuela de la franquicia más exitosa tuviera no solo a un director español, sino a una productora española (su inseparable Belén Atienza) y a una gran parte de técnicos con los que había trabajado toda la vida. Bayona consiguió que hasta un encargo fuera una forma de mostrar que el cine era esa 'marca España' tan del gusto de los políticos pero aplicada más allá del deporte.
Desde El orfanato (2007) no rodaba en español, y sabía que la película que le obsesionaba desde hacía 10 años tenía que rodarse en su idioma. La historia de los supervivientes del accidente aéreo en los Andes sucedido en 1972 (que ya tuvo una adaptación en Viven) ha vuelto a empujar los límites a los que llega el cine español. La sociedad de la nieve, –que ha sumado 13 nominaciones a los Goya– es una superproducción de un tamaño imposible –de nuevo– para nuestro cine. Un presupuesto estimado de 60 millones para un filme con una factura espectacular que confirma que aquí se puede hacer cine tan imponente y espectacular como el de Hollywood. Y en español. Ha sido Netflix quien ha producido ese sueño. Lo ha hecho con la condición de Bayona de que se pudiera ver en salas. Lo hará desde este viernes 15 –y posteriormente, el 4 de enero en la plataforma– y en plena promoción para unos Oscar donde empieza a sonar en varias categorías y ya con una nominación asegurada al Globo de Oro a la Mejor película de habla no inglesa.
¿Qué le obsesionaba tanto de esta historia hasta el punto de llevar 10 años preparándola?
Bueno, realmente he estado haciendo más cosas. Siempre pensábamos que la siguiente película sería La sociedad de la nieve y siempre se tenía que retrasar, porque nosotros siempre que hemos hecho una película la hemos financiado en el mercado independiente de cara a las salas, y no hubo posibilidad. El mercado no absorbió un proyecto de estas características en español, así que hemos ido haciendo por el medio Un monstruo viene a verme, la serie de El Señor de los Anillos y Jurassic World, que yo creo que al final ha sido muy bueno porque me ha servido a mí para madurar el proyecto. También para madurar yo como director, y estoy seguro que esta película es así también por todo lo que he aprendido por el camino, pero han sido 10 años, efectivamente. El primer email que envío a los supervivientes es de 2011 y la primera vez que me siento a trabajar con Pablo Vierci [autor del libro en el que se basa el filme] en el guion es en 2018.
Como ha mencionado, es una película rodada en español. ¿Era fundamental, la hubiera rodado de otra forma?
No. Porque si lo hubiera hecho de otra forma lo habría hecho hace mucho tiempo, porque sí que el mercado habría aceptado la película en inglés, pero para nosotros era muy importante reflejar muy bien el contexto de la época, tanto cultural como social. El idioma, los acentos, el acento uruguayo… que aunque muchos actores son argentinos están hablando con dejes y sin el tonito argentino. Entonces para nosotros eso era muy importante y siempre fue una condición sine qua non.
Los supervivientes, en el pasado Festival de Venecia, decían que Viven era una película demasiado hollywoodiense. ¿Le marcó Viven lo que no quería que fuera La sociedad de la nieve?
No es que me marcara lo que no quería que fuese, es que ellos cuando se juntaron 35 años después del accidente con Pablo Vierci no reconocían el relato que había quedado en el imaginario popular. Ellos no se reconocen en un relato de héroes donde habían quedado unos roles muy marcados que además se habían magnificado con los años. Son ellos mismos los que se juntan porque quieren volver a contar la historia, y cuando yo me junto con ellos me doy cuenta de que ellos casi necesitan más la película que yo. Y ahí estaba el reto mayor, encontrar qué es lo que no se había contado. Qué faltaba por contar.
Ahí es cuando me doy cuenta de que realmente hay algo muy interesante que está en el libro de Pablo Vierci, que tiene que ver con la culpa del superviviente, que es todo lo relacionado con los muertos. De hecho, hay muchos momentos que se dirigen directamente en primera persona a los muertos. Me pareció que eso era una idea muy interesante. Ahora, cuando he visto la película con ellos, me doy cuenta de que eso era lo que faltaba, que de alguna forma ellos, con su relato, dieran voz a los muertos.
¿Cómo fue esa proyección con los supervivientes?
Bueno, fue muy intensa. Nunca quisimos hacer ningún tipo de concesión. Creo que era malo para el proyecto que realmente el espectador no transitara por las mismas emociones que pasaron ellos, porque no se puede entender lo que ellos hicieron si no se entiende el contexto, si no se entiende el frío, si no se entiende la geografía del lugar en el que cayeron. Eso es de las cosas que ellos más valoraron cuando vieron la película, el extremo realismo de la propuesta que les hizo tener la sensación de que volvían a la montaña.
Me acuerdo de que en la promoción de Un monstruo viene a verme dijo que lloraba hasta con MasterChef…
Dije que lloraba hasta con MasterChef pero no como el tope. Me refiero a que a veces la emoción es muy sencillo provocarla. Lo interesante es para qué. Para mí era muy interesante que todo el mundo viviera las emociones que vivieron ellos, y la principal emoción por la que pasaron fue el miedo. Tenían miedo constantemente. Esa era la gasolina con la que se movían ellos. Ahí la película casi se tiñe a veces de película de terror, porque realmente había que meter al público ahí. Cuando le pasamos la película a los familiares de los fallecidos ha sido muy impresionante ver cómo había gente que 51 años después entendieron lo mal que lo habían pasado.
Creo que el rodaje fue muy extremo, en la nieve… No sé hasta qué punto en algún momento ha dicho: ‘esto es imposible’.
Sí. Levantarse cada día era lo más difícil. Salir de la cama era lo más difícil porque veías lo que se te venía. Incluso aquellos días que había una secuencia sencilla, te levantabas y te encontrabas Sierra Nevada de color naranja porque había caído la calima y no se podía rodar. Las condiciones eran muy duras, pero también era lo que hacía que la película fuera tan realista y también era lo que estimulaba a los actores para que llegaran a los lugares donde yo quería que llegasen.
Las víctimas dijeron otra cosa que me parece muy bonita, que es que por primera vez se han puesto de acuerdo todos en algo. No sé si es la mejor crítica que cree que puede recibir el filme.
Bueno, es que muchos pensaban que se iban a enfadar después de ver la película y sorprendentemente estaban todos de acuerdo. Son muy diferentes entre ellos y es muy complicado, pero les sorprendió mucho la película. Y luego la película no tiene ningún tipo de maldad. En el fondo todos hicieron lo que pudieron y no se juzga. Yo creo que ellos alabaron mucho que no hubiera maldad, que realmente se reflejaran las condiciones que ellos vivieron. Y eso, insisto, fue lo que después, cuando vieron la película las familias de los fallecidos, más les sorprendió.
Es una historia que podría haber sido un relato épico, pero donde decide apuntar a temas como la culpa o la fe. ¿Eran los temas que más le interesaban de esta historia realmente?
Hay una famosa anécdota en la que le preguntan a Fellini de qué va su siguiente película y él dice: “Acabo de averiguar de qué iba la anterior”. Yo, ahora que la veo, creo que al final la esencia de lo que estábamos contando era entender que tú y yo somos lo mismo. Es entender esa idea del bien común. Creo que esa era la esencia del libro de Pablo Vierci.
Todas sus películas tienen un personaje protagonista femenino muy claro que lleva la narración, y de repente hay una película coral con todo hombres.
Eso es curioso, porque es verdad que son todo hombres, pero también es verdad que son hombres que tienen que aprender a comportarse de otra manera. La película empieza con la foto que se hicieron en el aeropuerto. En la foto están solo los hombres. A las mujeres las sacaron. Veníamos de esa cultura. Y en cambio, en la montaña tienen que aprender a ser héroes, pero desde otro lugar. No es el héroe guerrillero, sino es el héroe que acoge y el héroe que recoge. Es el héroe que tiene que aprender a llorar, y eso es una idea de la masculinidad muy diferente a la que ellos traen de casa. Y eso también me parecía muy interesante como reflexión.
En la película había que afrontar esa decisión que tomaron de comerse los unos a los otros para sobrevivir. Imagino que como director es una decisión que hay que afrontar de forma doble, de forma ética y a nivel de puesta en escena.
La esencia reside en cómo está tratado ese tema. No está puesto el acento en ver cómo me como el cuerpo de un amigo, sino en el amigo que da su cuerpo para que el otro llegue. Es decir, si tú llegas, yo llego. Esa es un poco la idea, el vivir en el otro, el llegar para contarlo. Esta idea que yo creo que es lo que ha completado la necesidad que tenían los supervivientes. Usar mi testimonio para dar voz a los que nunca hablaron. Yo creo que tiene que ver más con eso y ahí es donde se instala el relato del canibalismo.
Tengo la sensación de que desde que estrenó Lo imposible siempre se hace referencia a lo raro que es hacer un cine tan grande en España. ¿Siente que empuja los límites de lo que es posible dentro de la industria?
En Lo imposible, que la familia fuera española no condicionaba tanto el relato. De hecho, María Belón nos pidió como condición a la hora de hacer la película que la familia no tuviera nacionalidad. Pero en este caso sí era esencial. Eran chicos que viviendo en Uruguay no habían visto la nieve ni la montaña en su vida porque Uruguay es un país plano como un sello de correos. Por eso era muy importante y no nos apetecía tener que volver a pagar el peaje de rodarla en inglés, me parecía inconcebible. Ojalá esta película rompa ese techo que parece que impide financiar una película en español que cueste más de 15 millones de euros. Es inaudito. Yo ahora mismo tengo en desarrollo A sangre y fuego, sobre la Guerra Civil, que va a costar más que ese presupuesto. ¿Y eso cómo se financia? Queremos rodar esas películas como se tienen que rodar. ¿Cómo voy a rodar yo A sangre y fuego en inglés?
Es la segunda vez que representa a España en la carrera por el Oscar internacional. ¿Cómo está viviendo esta experiencia?
La he vivido con más ilusión todavía esta vez, porque después de tanto tiempo, de ocho años rodando fuera, volver a casa, ver a la gente que conoces en los pases y acabar entre tanta competencia siendo la película que va a representar a España en los Oscar me hizo muchísima ilusión.
Le hemos preguntado mucho por el estreno en salas, primero por la fecha, que es este 15 de diciembre, y ahora la pregunta es: ¿cuántas salas? Porque todas sus películas han sido taquillazos y creo que hay una expectativa en ver hasta dónde puede llegar un estreno de Netflix.
Estamos trabajando para que la gente pueda disfrutarla en las salas. Es una película maravillosa para descubrirla en la sala, porque realmente es una experiencia inmersiva. Es de esas películas que la gente que la ve en el cine dice hay que verla en el cine. Y es verdad, está filmada para verse en pantalla grande y podrá verse después en todo el mundo, en Netflix. La película va a tener un estreno en salas. Todo el mundo que quiera verla esta Navidad no va a tener problemas para encontrarla en los cines.
Imagino que gracias a Netflix se ha podido producir en español la película, pero no sé si había una condición indispensable para decir que sí que es que se estrenara en salas.
El corte final y el estreno en salas fueron condiciones sine qua non. Y claro, después de 10 años intentando encontrar la financiación, que venga alguien, te la ponga sin condiciones y te dé libertad total, estreno en salas y corte final tuyo… Es que no puedes decir que no.
Estrena la película con nuevo ministro recién elegido. ¿Qué le pedimos para el cine español?
Lo que le falta sobre todo es ponerle mucho énfasis a la producción de cine independiente. Yo estoy ahora produciendo cine independiente. Acabo de hacer una película pequeñita dirigida por Laura Jou, con Belén Rueda, que se llama Caída libre. Vamos a producir una película con Argentina a partir de enero y tenemos otro proyecto en cartera. No se puede mantener la producción de cine independiente sin la ayuda del Estado ni sin la ayuda a los cines. Es muy importante sobre todo poner un ojo ahí, y lo digo yo que hago las películas más caras del cine español, pero pensando en los demás es indispensable que se trabaje desde ese lugar.
Ha mencionado una coproducción con Argentina y tienes actores argentinos en la película. Milei está amenazando con cerrar el INCAA…
Es terrible, terrible…
Usted vivió un momento de medidas muy duras del PP hacia la cultura, y ganó el Premio Nacional de Cinematografía y no le dio la mano al ministro de Cultura…
Pero yo no… es que eso se ha exagerado muchísimo. Le di un abrazo al ministro después. No hubo ninguna intención de no darle la mano al ministro en ese acto, que tampoco es que tuviera yo muchas ganas, no te voy a mentir.
Me refería también a que ha vivido el miedo a que el cine se pueda ver afectado por políticas del Estado, que es lo que puede pasar en Argentina.
Lo que está proponiendo Milei es terrible. Me da mucha pena realmente y creo que es el momento de arrimar el hombro y solidarizarse mucho con ellos, porque es una industria que si nosotros tenemos problemas, no te imaginas los que tienen los argentinos con el nivel de calidad tan grande que tienen allí de profesionales y sobre todo de intérpretes, que es extraordinario.
Vídeo: Clara Rodríguez