El filme de Justine Triet fue la sorpresa de la noche, ya que también se llevó el galardón al mejor guion por encima de varias de las favoritas de la noche. El libreto de Justine Triet y Arthur Harari, un thriller impecable que bajo la coraza de un thriller judicial radiografía una pareja, sale lanzado hacia los Oscar. Un éxito rotundo para el filme y para Cannes. El Festival afianza su posición como la cita imprescindible para el cine de autor y su influencia en la carrera de premios es ya indudable. Ganar la Palma de Oro es cada vez más importante, como demostró Parásitos y como recordó Triet en su discurso. No es de extrañar que en la mesa de Anatomía de una caída estuviera el director del certamen francés, Thierry Frémaux.
La victoria de Anatomía de una caída no se podrá repetir en los Oscar, ya que Francia ha optado por elegir a A fuego lento, el drama culinario con Juliette Binoche en vez del filme de Triet. Una decisión polémica que cada día que pasa se confirma como más errónea. Bayona lo tenía en esta ocasión más complicado que nunca, ya que en los Globos de Oro, al contrario que en los Oscar, puede optar cualquier filme que no esté hablado en inglés, por lo que este año había un popurrí de títulos que no podrán estar nominados en los premios de la Academia y que por tanto no serán rivales de la representante española.
Era el caso de Anatomía de una caída, pero también de Vidas pasadas. Ambas optaban también al premio a la Mejor película dramática del año, y allí no tuvieron nada que hacer ante la mitad del fenómeno del año. El Barbenheimer explosionó también en Los Ángeles, pero solo a medias. Oppenheimer arrasó con todo y terminó la noche con cinco premios. Fue elegido como Mejor filme dramático, mejor dirección, mejor banda sonora, y también dos premios interpretativos. Tanto Cillian Murphy como Robert Downey Jr vencieron como Mejor actor protagonista en una película dramática y Mejor actor de reparto. “Gracias a los Globos de Oro por haber cambiado”, dijo Downey Jr. en su discurso, dejando claro algo que no hacía falta hacer explícito al ver que todas las estrellas habían acudido a la llamada. Atrás quedan los años de castigo y polémica por la falta de diversidad y prácticas irregulares.
La otra parte del fenómeno del año, Barbie, se tuvo que conformar con los premios a la Mejor canción para el What I mas made for? De Billie Eilish y la categoría recién sacada de la manga de ‘Éxito comercial’. Un premio que no podía ser para nadie más. La película de Greta Gerwig logró que millones de personas se vistieran de rosa y llenaran las salas en verano, tal como recordó Margot Robbie, su productora y actriz protagonista. Lo hicieron en un momento crítico para la industria, con la huelga paralizando todo e impidiendo que las estrellas promocionaran las películas. “Gracias por crear un premio que conmemora a los fans”, dijo Robbie que vio como Pobres Criaturas le quitaba casi todos los galardones a su filme. El frankenstein feminista de Yorgos Lanthimos empieza a parecer la única alternativa a Oppenheimer para los Oscar al vencer como Mejor comedia y Mejor actriz.
Ante el arrase de Oppenheimer fueron muchas las que quedaron como las grandes derrotadas de la noche. La zona de interés, Vidas pasadas y Maestro se fueron de vacío, y Los asesinos de la luna se tuvo que conformar con el premio a la Mejor actriz dramática para Lily Gladstone, que recogió su premio hablando en la lengua de su comunidad nativa, reivindicando su idioma y su cultura. Merecidísimo premio para Gladstone pero poco botín para la increíble e importante obra que ha creado Martin Scorsese sobre el genocidio de la comunidad Osage. “Gracias Martin porque estáis ayudando a cambiar las cosas”, dijo la actriz en el mejor discurso de la noche y uno de los pocos momentos de emoción en una gala larga y aburrida.
En los apartados interpretativos se reconoció la excelente labor de Alexander Payne como director de actores en Los que se quedan. Dos de sus intérpretes se llevaron el Globo de Oro. Paul Giamatti el de Mejor actor de comedia o musical por su cascarrabias profesor. El actor, que ya trabajó con Payne en Entre copas, le dedicó el premio a los maestros y dio las gracias al director por seguir teniendo fe en él. Por su parte, Da’Vine Joy Randolph se hizo con el de Mejor actriz de reparto y puede ir dando brillo a su próximo Oscar. No ha dejado escapar ni un premio en esta temporada y es la rival a batir. Como mejor película de animación se premió a un maestro, Hayao Miyazaki, que con El chico y la garza venció a la favorita Spider-Man:cruzando el multiverso.
Todo en una gala que demostró que los Globos de Oro ya han pagado su culpa por los pecados del pasado y vuelven a ser la fiesta a la que todos van. No faltó nadie. Ni Spielberg ni Oprah Winfrey, que dio el último premio de la noche. Fueron, eso sí, para sufrir una gala que nadie quiso presentar y que 10 días antes acabó cayendo sobre los hombros del humorista Jo Koy, que estuvo incómodo, tiró alguna pulla, pero nunca funcionó. Las caras de los nominados eran un poema y en varias ocasiones justificó la falta de tiempo. “Recibí el encargo hace diez días, ¿qué esperabais, una gala perfecta?”, dijo cuando alguno de sus gags no funcionó.
Lejos queda la mala baba de Ricky Gervais, las menciones políticas o a asuntos de actualidad (solo Jim Gaffgan se atrevió a mencionar de pasada a Epstein) y los momentos brillantes. Solo Kristen Wiig y Will Ferrell levantaron el nivel al presentar el premio al mejor actor de comedia o musical. Presentar los Globos de Oro seguirá siendo el año que viene un marrón que alguien tendrá que sufrir, aunque quizás, viendo que nadie se acuerda de las polémicas, tenga más pretendientes.