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Luis Pastor frente al pelotón de fusilamiento
 

Al final, la medalla de marras fue recogida por Ceesepe en un acto oficial de pompa y circunstancia, como las marchas de Edward Elgar, aquel compositor católico de la Inglaterra victoriana que grabó sus temas en discos de pizarra y del que Ceesepe tiraba algunas veces, sobre todo las mañanas de resaca. Pero no me quiero despistar. 

Iba diciendo que yo no asistí al evento, pero su amigo, el también pintor Mariano Torrubia se lo pasó en grande llamando Ray Charles a Juan Carlos de Borbón, que era quien entregaba la medalla y que lucía unas gafas de sol tan negras como la piel del músico de Georgia. Menuda guasa. Juan Carlos había hecho alguna de las suyas, tal vez un salto del tigre en pijama sobre alguna gachí y claro, la edad no perdona y el porrazo fue tremendo. Con las gafas de sol ocultaba el moratón del ojo. Al final no sé lo que pasó con la medalla aquella, no sé si acabó siendo vendida o la tiene alguien de su familia; pero Ceesepe no dio mucha importancia al tema. Siguió pintando.  

Como lo de la Medalla es anual, este año le ha tocado recogerla a otro amigo, me refiero a Luis Pastor, cantautor de Berzocana y vallecano de adopción. Lo he visto el otro día por la tele. El Luispas iba con su chupa y sus pintas de siempre a recoger el galardón. Se subió al estrado y dio la mano a Letizia; sin inclinar la cabeza, mirándola a los ojos. Así, agradeció la medalla. Luego hizo lo mismo con Felipe. 

Pero lo mejor vino luego, cuando, tras recoger el premio, dando la espalda a las autoridades, el Luispas inclinó su cabeza hacia el público, que aplaudió el gesto. Por este detalle, elegante y rebelde a la vez, el Luispas merece más medallas. Que todos los años gane una por lo menos y que luego, cuando toque venderlas al peso, le paguen bien el colorao. 

Porque el autor de temas como Vengan a ver, Aguas Abril, ¿Qué fue de los cantautores? Makivallecas y otras tantas canciones -y todas buenas- merece estar bien situado en esta vida, aunque sólo sea por su actitud ante los poderosos, por saber dar la espalda a la autoridad y nunca doblar la cerviz bajo los brillos cutres de un régimen que cambió el curso de nuestra historia cuando en el año 1939 arrasó Madrid dispuesto a quedarse para siempre.  

La conciencia de clase o se tiene o no se tiene. Y Luis Pastor la tiene y eso se nota en detalles como el de la recogida de la medalla. En su caso, el pelotón de fusilamiento disparó por la espalda, pero, en ese momento, el Luispas bajó la cerviz y salvó su cabeza. Lo hizo sabiendo que el autentico beneficiario de un premio es quien lo concede.

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