La titulación cuenta con dos sedes (la ESCAC de Barcelona y la Universidad Complutense de Madrid), en las que la guionista de series como Amar es para siempre y La señora ha dado clase como maestra invitada en el último año.
“Casi todos los profesores estamos vinculados al sindicato ALMA y no sabíamos nada de esto. Ahora que ya sí, no podemos participar de algo que exige este tipo de cuota a los alumnos. No es justificable”, incide ante elDiario.es, haciendo referencia a la asociación que lleva desde mediados de abril alertando de la anomalía de esta práctica. “No me parece coherente. No voy a a colaborar en nada que exija condiciones inaceptables”, insiste la también presidenta de la entidad de gestión de derechos de propiedad intelectual DAMA.
En la misma línea se postula el director y guionista Borja Glez. Santaolalla (Luimelia, 4 estrellas), que también acudió como maestro invitado a la titulación, sin haber tenido noticia sobre la autorización requerida a los inscritos. “No volveré, evidentemente, mientras siga está práctica abusiva y mezquina hacia los alumnos, a los que felicito por alzar la voz como lo han hecho”, escribió en X.
En declaraciones ante este medio, añade: “Quiero pensar que es un tema legal, una cosa de señores con traje que no saben cómo funciona la industria. Porque si quiero pensar mal, se trata de una productora enorme que, como todas las grandes empresas, explota al máximo a sus trabajadores. Aquí los chavales de un máster por el que, encima, han pagado”. “Si rectificaran y cambiaran las cláusulas no tendría problema en volver a trabajar con ellos. Hasta entonces me parece que no sería ético por mi parte”, sostiene.
Si rectificaran y cambiaran las cláusulas no tendría problema en volver a trabajar con ellos. Hasta entonces me parece que no sería ético por mi parte
El precio del posgrado es de 9.000 euros y varios de sus alumnos se han quejado de la “presión” recibida para firmar un documento que autorizaba a Mediapro, productora responsable del posgrado, a “la comercialización de sus obras”. “En el momento pensé que era normal, pero ahora veo que fue un abuso. Me siento un poco tonto”, compartió con este periódico Juan (nombre ficticio), uno de los 160 estudiantes afectados. Borja Glez. Santaolalla entiende que “muchos de ellos ni se lo hayan visto venir” ya que, al entrar en el máster, “no saben cómo funciona la industria. Si llegas y te dicen que esto es lo normal, que es un mero trámite, piensas que será lo norma”.
Carlos de Pando (¡García!, Sin Huellas) tacha la práctica de “oculta y fraudulenta”. “Hacen doble negocio con la educación de un grupo de personas al que cobran y no informan de manera clara y evidente desde un principio de que van a quedarse con su trabajo”, critica. El guionista miembro del sindicato ALMA plantea afirma que “quedarse con los proyectos es robar”.
“Que eliminen la cláusula”Otro de los alumnos consultados por elDiario.es contó que los argumentos desde la dirección del máster para justificar la firma eran que, “al estar los proyectos tutorizados por profesionales, también pertenecerían a ellos. Y que como ellos trabajaban para Mediapro, serían de Mediapro”. Carlos de Pando contradice así su tesis: “Puedes guiar, tutorizar, dar notas y encauzar el trabajo de los estudiantes. Eso no te convierte en autor. Quedarte con esa obra es suplantar la autoría, sobre todo en gente que no está en el mercado laboral, que están desprotegidos. Es un aprovechamiento total”. Y lamenta: “Si nosotros en la letra pequeña de los contratos nos intentan colar cosas de estas, qué no colarán a los estudiantes”.
El guionista considera que esta dinámica es sintomática de lo que posteriormente ocurre al entrar en el mercado laboral. “Si esto pasa en los centros educativos, cómo no se va a replicar en la industria”, apunta. “Que eliminen la cláusula. Hacen formación no venta de proyectos. Si luego quien trabajar con ellos, que se los compren a los alumnos. Tienen que eliminar esta condición. Son una excepción dentro del mercado”, concluye. El sindicato ALMA ya aclaró esta circunstancia. “Hay 50 másteres de guion en España y en ninguno hay que firmar nada”, aseguró a este medio Carlos Molinero, presidente del sindicato.
Hacen formación no venta de proyectos. Si luego quien trabajar con ellos, que se los compren a los alumnos. Tienen que eliminar esta condición. Son una excepción dentro del mercado
La asociación de guionistas catalana GAC se ha ofrecido para asesorar a los estudiantes del máster que lo necesiten, ya que valoran que estas “presiones” entroncan con lo que se debería esperar de un posgrado. “En un entorno académico una de las cosas que se les tiene que enseñar es que que conozcan sus derechos legales como profesionales. Los guionistas son generadores de propiedad intelectual y una de sus tareas es negociar con los derechos que genera esta propiedad”, aclara a elDiario.es su presidente Albert Plans.
Sin embargo, critica que en este caso “ha sido al contrario”., e incide en el argumento de Carlos de Pando: “Los guionistas recibimos indicaciones, comentarios y sugerencias por parte de cadenas, compañeros guionistas y directores, y eso no les convierte en coautores. Un tutor acompaña, sugiere, da ideas. No participa en la creación de la obra, su función es orientar”.
“Firmar coaccionados”Carlos de Pando ensalza que los alumnos del máster hayan hecho pública la “presión” a la que han sido sometidos. “No se han achicado y han hablado. Que lo hayan hecho es un orgullo”, aplaude. Diana Rojo, guionista de series como Luimelia y No me gusta conducir, critica ante este diario la “coacción” a la que desde el máster someten a los estudiantes.
“Cuando tienes un guion escrito firmas una cesión de derechos para que un producto pueda financiar esa obra y llevarla a cabo, a cambio de una remuneración con unas condiciones pactadas, justas para ambas partes. Aquí están firmando una cesión donde no hay especificación ni de remuneración ni ningún tipo de condiciones. Es más, corren el riesgo de quedarse fuera de su propio proyecto”, recuerda, ya que el documento que firman, y al que tuvo acceso este periódico: “No les garantiza que vayan a estar en los proyectos ni que vayan a cobrar”.
Diana Rojo valora que, aunque desde el máster defiendan que se trata de una autorización “voluntaria”, los estudiantes que han compartido su experiencia han demostrado que no hacerlo tiene una serie de consecuencias sobre ellos. “Si los que no aceptan no tienen derecho a 'pitchear' ante directivos ni participar en los mismos grupos que el resto de los compañeros, les están vetando y convirtiendo en estudiantes de segunda. Firman coaccionados porque si no, no van a estar en la misma línea que sus compañeros. Es una barbaridad”, zanja.
La guionista asegura que, de continuar estas circunstancias, “no iría” a ejercer de profesora al máster. “Si como guionistas podemos ejercer presión para que cambien estas condiciones, sería imprescindible que cambiaran las condiciones hacia los estudiantes para que diera clase. El objetivo no es destruirles, es que cambien las condiciones para que sean más justas para la gente que se está formando”, concluye.