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Sexo, drogas y psicodelia en 'Rock Bottom', la película de animación española que sorprende en Annecy

Es ese disco, precisamente, el que ha servido a la directora española María Trénor para acercarse a la figura de Wyatt desde algo completamente ajeno al biopic convencional.

Trénor deja claro todo el rato que esta no es una película sobre Robert Wyatt, sino más bien un homenaje inspirado por las canciones de aquel mítico disco, canciones que han sido remasterizadas y que suenan en un filme que ha usado la animación adulta y hasta experimental para acercarse a esta figura indescifrable. No solo a él, sino también a su pareja, la artista Alfreda Benge. Tras ver Rock Bottom es imposible no pensar en que ellos son el alma de los dos protagonistas de una película que también es regalo para los melómanos y que intenta captar la esencia de una generación que vivió en sus carnes el tópico de sexo, drogas y rock and roll. 

Lo hace con una animación adulta, a contracorriente de lo que marcan los algoritmos y que busca sumergir al espectador en ese viaje de ácido que viven los protagonistas. Una propuesta que ha hecho que Rock Bottom sorprenda en el Festival de Annecy, donde se ha presentado a competición. Es el mismo sitio donde el año pasado estuvo Robot Dreams, que tras ganar uno de los principales premios comenzó su carrera internacional hasta la nominación al Oscar.

Annecy es el festival más prestigioso del cine de animación, y de aquí salen las obras a tener en cuenta este año. Por eso, su directora María Trénor, responde al teléfono con una mezcla de “emoción de nervios”. Lo hace después de atender a una mesa redonda organizada por Variety, donde el metraje del filme ha sido muy bien recibido. En esa mesa redonda había gente de estudios como Pixar, lo que confirma que Rock Bottom está llamando la atención.

Hasta ahora había hecho cortos, pero este largometraje le hace mucha ilusión porque nota que tiene “una entidad más comercial”. “Esto significa que se puede estrenar en cines, que la puede ver más gente. El cortometraje es un formato que a mí me gusta mucho, porque te da pie a a muchísima libertad. Precisamente esa falta de entidad comercial te da muchísima más libertad, pero por otro lado es muy difícil ver un corto sino es en festivales especializados. Ahora mismo están las plataformas y YouTube, pero no tiene la entidad que tiene hacer un largometraje, y para mí es un paso muy importante”, valora la cineasta.

Un 'no biopic' sobre Wyatt

A pesar de que el espíritu de Wyatt esté presente, se le mencione desde las cartelas iniciales, y que la película tome el nombre de su disco, María Trénor subraya de nuevo que “esta película no es un biopic, sino que está inspirada en artistas de esa generación, aunque sí hay pinceladas de su vida”. Lo define más como una “recreación bastante libre” y como un “homenaje creando personajes parecidos a ellos”.

Eso sí, Robert Wyatt es “el elemento más importante de esta película”. “Lo que me hizo querer hacer una película fue conocerlo personalmente. Tuve la oportunidad, por casualidad, de acompañar a unas personas que iban a hacerle una entrevista para un programa de televisión. Me imaginaba a un autor de culto, a alguien con cierta distancia, y para nada. Fue una persona súper cercana. Una persona que ha vivido de todo y que es capaz de entenderlo todo. Esa cercanía fue la que me hizo atreverme a preguntarle si le parecería bien que yo hiciera una película con su álbum y me dijo que por supuesto, que hiciera lo que quisiera”, cuenta sobre el proceso de creación.

Representar el estado de embriaguez o de una persona drogada o un viaje de ácido ha sido mucho más fácil con animaciones precisamente por eso, porque no hay límites

María Trenor — Cineasta

Wyatt no ha visto la película, ya que el montaje final se acabó hace poco. La semana pasada María Trénor estaba todavía apurando los títulos de crédito para llegar al festival. Le hubiera gustado no solo que la vieran, sino que tanto él como Alfreda Benge hubieran ido con ella a presentarla. De alguna forma ambos han estado, porque esta película solo se entiende como una “creación bastante libre que viene directamente de sus canciones, de su música y de sus letras, que son muy poéticas, muy locas, muy dramáticas y a la vez muy divertidas”.

Letras que también le han sugerido ese estilo visual “para hacer la película con partes muy abstractas y muy experimentales”. Siempre sin descuidar la coherencia narrativa que encontró contando la historia de una pareja muy similar a la de ellos, miembros de esa “generación de artistas europeos que encontraron en las costas españolas, en sitios como Ibiza y Mallorca, una especie de California de los hippies norteamericanos”. “Es curioso, porque buscaban la libertad en un país como España, donde había con una dictadura militar”, subraya María Trénor.

Una película animada que rompe con prejuicios, con esa imagen naif que tiene la técnica. Aquí hay viajes alucinógenos, sexo, desnudos y muchas escenas que con la animación adquieren un tono distinto, porque, como señala Trénor, “con la animación no hay límites”. “Recrear los años 70 hubiera costado infinitamente más hacerlo en acción real. Y representar el estado de embriaguez o de una persona drogada o un viaje de ácido ha sido mucho más fácil con animaciones precisamente por eso, porque no hay límites”.

Reconoce que hay “poco cine de animación que represente el sexo”, pero para ella no es la primera vez, ya que en su primer cortometraje apostó por el sexo homosexual explícito en forma animada. Por eso valora un cine que define como “independiente y arriesgado” y con una norma clara: “No pienso cortarme, tengo claro que es una película para adultos y no me lo planteo de otra forma, porque la libertad es fundamental para que salga algo diferente”.

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