Parece imposible, aunque solo sea por probabilidad, que no haya ninguna persona que no sea heterosexual en primera división.
La respuesta a por qué nadie da el paso puede que esté en los gritos que se escuchan en los campos de fútbol. Las aficiones señalan al diferente. Los cánticos racistas y homófobos son la tónica habitual. Para la grada, ser gay es un insulto, y así lo dejan claro cada dos por tres. Durante años se escuchó en todos sitios aquel “Guti, maricón” que pretendía vejar al futbolista del Real Madrid.
Además, como comentaba recientemente en 'Las entrevistas de Un tema al día' de elDiario.es el futbolista Héctor Bellerín, cualquiera que se sale del canon de lo que se considera masculino siempre está en entredicho. “Si fuera del fútbol haces cosas 'masculinas' y luego juegas mal, no pasa nada. Como te pintes las uñas, juegas mal por eso”, decía el deportista del Betis.
Se desaprovecha así el altavoz público de las grandes estrellas del deporte, referentes para muchos chavales que siguen con fanatismo lo que hacen sus ídolos. Que un futbolista hablara de su homosexualidad sería un punto de inflexión tremendo. Solo hay que ver lo que ha ocurrido con Mbappé y su condena a la extrema derecha en España, más efectiva y útil que muchos discursos políticos de la izquierda europea.
Con ganas de que se abra la lata, de condenar la homofobia en el fútbol y de convertir el deporte que admiran en un lugar menos tóxico, los directores valencianos Kevin Castellano y Edu Hirschfeld han presentado en el Cinema Jove su cortometraje Capitanes. “Nos sorprende mucho este anacronismo tan bestial de la falta de visibilidad de jugadores homosexuales en los equipos de todas las categorías. Originalmente iba a ser un largometraje, pero finalmente se ha quedado en un corto. Pero en todo este proceso, con el paso de los años, hemos visto que es un tema que sigue sin explotar, pero que creemos que debe estar a punto, porque es muy llamativo que la sociedad está mucho más avanzada de lo que lo están los equipos de fútbol, que se han quedado muy atrás en esto esto”, dice Hirschfeld.
En general el apoyo ha sido nulo y ningún equipo de fútbol nos ha dejado rodar en su campo
Capitanes comienza con un partido de fútbol donde el árbitro debe pensar si suspende por los cánticos de la afición hacia un jugador. La historia continúa en el vestuario, donde se entiende que lo que ha pasado es que se han publicado unos vídeos íntimos del capitán del equipo con otro hombre, lo que ha desatado la homofobia del estadio y hasta de sus compañeros. Pero, y aquí el giro, la gracia y lo original, los directores convierten este escenario en el de un momento orgiástico y onírico donde los cuerpos musculados de muchos futbolistas se desnudan y tocan, dejando también en evidencia el homoerotismo implícito en muchos momentos del fútbol. Todo, a ritmo de pasodoble y con banda de música, subrayando el valencianismo de sus directores.
“Queríamos hacer una denuncia, pero que fuera también una celebración. Hablar desde ese realismo creíamos que era menos emocionante. Nos gusta irnos al surrealismo, y aquí tenemos algo muy mediterráneo que entronca con Fellini, con Buñuel, y nos ilusionamos con esa forma de contarlo”, añaden. Confiesan que la idea de esa coreografía se la dio Isaki Lacuesta, al que pudieron presentar el proyecto y que les dio unos consejos para esta historia que llega, además, en plena celebración de la Eurocopa.
Para los directores los futbolistas, igual que eran los toreros en los años 30 y 40, son “el máximo ejemplo de virilidad”, y por ello querían también provocar con esa escena para la que confiesan que han copiado gestos y celebraciones de partidos para poner en jaque esa supuesta virilidad a prueba de bombas. “Queríamos reírnos un poco de eso, por eso metimos como todas estas celebraciones de fútbol”, explican.
Kevin Castellano y Edu Hirschfeld, directores de 'Capitanes'También aparece ese sonido “de jauría” en que se convierten los cánticos de la afición, y que corresponden a sonidos reales que los directores han grabado en diferentes campos. “Están todo el rato presentes, como una especie de bruma maligna. Debe ser algo muy intenso y muy intimidante para los jugadores”. A pesar de la escena onírica, en el último momento se aprecia como dos personas de extrema derecha entran con una bandera y un bate en la escena antes de fundir a negro. “No queríamos que acabara de forma feliz, por así decirlo. No queríamos ser morbosos ni oportunistas y quedarnos solo con lo estético. Es un choque de realidad, entra de golpe, como cuando te despiertas de un sueño, y eso nos parecía clave”, subrayan.
Su intención es que Capitanes “llegue a ciertos sectores”. “Hemos hablado previamente durante la preproducción con un par de jugadores de de Primera División que sí que lo han apoyado, pero en general el apoyo ha sido nulo y ningún equipo de fútbol nos ha dejado rodar en su campo”, cuenta Kevin Castellano. “Pero luego cuando llega el Orgullo todos ponen la banderita en el escudo. Yo soy homosexual y he sido jugador de rugby. Acabé saliendo del equipo por varias razones, pero entre ellas estaba que yo no me podía sentir identificado en ningún momento. No era un ambiente cómodo. Creo que si se normalizara, se visibilizara, la aceptación sería mucho más rápida de lo que parece. Creo que las aficiones son un retrato de la sociedad en miniatura, y que la mayor parte de aficionados es un tema que tienen superado y que es algo más interno de los propios clubes”, opina Hirschfeld.
Ojalá Capitanes se proyectara antes de cada partido de la Eurocopa, para que el tabú de la homosexualidad en el fútbol masculino se rompiera de una vez por todas y el deporte se convirtiera en un entorno más sano para todos.