Keeping 13: Los chicos de Tommen 2, de Chloe Walsh (trad. de Lorena Castell García; Montena). Para el segundo libro le dije a mi hijo que quería ir sobre seguro, y él me pasó este porque había leído en la página web de la editorial que era “el romance deportivo que había encandilado a TikTok”. Cuando enchufé lo de transmitir el vídeo en directo, me di cuenta de que ¡no me lo había leído!, y presa de los nervios empecé a farfullar palabras sin sentido, escudriñando la portada, intentado contar alguna cosa interesante sobre él (les decía a mis seguidores cosas del tipo: “el keeping al que hace referencia el título debe ser el número 13; no confundirlo con el número de tommens, que vendrían a ser tan solo dos”). Al final aguanté desbarrando de esta manera como diez minutos, hasta que ya me di cuenta de que no quedaba nadie siguiendo la retransmisión en mi sala virtual.
Una influencer muerta en París, de Blue Jeans (Planeta). Este me jode, mira, porque sí que me lo leí ―la novela no está mal; es una especie de sátira del mundo de la moda y tal― y me preparé una pedazo de presentación en PowerPoint que fui mostrando en el vídeo para agradar a mis fans. ¿Que cómo la fastidié esta vez? Durante todo el vídeo estuve diciendo que la novela se titulaba Tejanos azules (a todo esto yo me sentía muy inteligente por ser capaz de traducir del inglés aquello de “Blue Jeans”) y que había sido escrito por una influencer ―¡me había mirado en Wikipedia lo que era!― que había fallecido recientemente en París. En fin, que al final este vídeo tuvo bastante éxito, pues se llenó de comentarios de tiktokers que se reían mientras me llamaban “entrañable” y decían que les “recordaba a sus abuelos los que tienen ya la cabeza un poco mal”.
Pecados 1. Rey de la ira, de Ana Huang (trad. de Mariona Gastó Jiménez; Crossbooks). Pero no soy tan tonto, y aunque muchos de los seguidores de mi canal de TikTok pensaron que con este patiné enormemente, no fue así. Yo sabía que era el primer volumen de una serie titulada Pecados escrita por Ana Huang (eso sí, no sé si se pronuncia como “Juan”) y que trataba sobre un protagonista multimillonario llamado Dante Russo, enésimo sosias del Christian Grey. Lo que pasa es que, aprovechando la coyuntura que me brindaba el asunto ―“pecados”, “Dante”― me puse a hablarles de uno de los libros fundamentales en mi vida, la Divina comedia de Alighieri, de la que me puedo pasar horas rajando sin parar… Mis seguidores, claro, no prestaron ninguna atención a lo que les contaba sobre Beatriz, el infierno y el purgatorio, pero a eso ya estoy acostumbrado con mis estudiantes en la UaCLM, también culpables del pecado de la pereza intelectual.
Recupera tu mente, reconquista tu vida, de Marian Rojas Estapé (Espasa). Pensé que después de todas estas malas experiencias, estaría bien recomendar un libro que de verdad me hubiese leído, un libro que me prestó mi mujer hace unas semanas para que, según ella, aprendiese “a dejarme de tanta pantallita”, ya que consideraba que estaba “agilipollao” desde que había empezado a colaborar con este periódico digital. El libro está bien, y trata sobre el déficit de atención que asola a la sociedad occidental ―y supongo que esto incluye a Ciudad Real― por culpa de las distracciones que nos rodean sobre todo en la esfera virtual. Y ahí estaba yo, hablándoles a mis followers de todo esto, mientras me llegaban notificaciones de los mensajes que iban escribiéndome en el chat y mientras me saltaban multitud de banners de publicidad, lo cual irónicamente daba buena cuenta del trasfondo del libro en una escena muy lamentable, sí, pero del todo ejemplar.
El Rulas 3: El Rulas y la épica vuelta al mundo, de Animalize21 (Destino). Última oportunidad: tenía que poner toda la carne en el asador. Para entonces ya había entendido que en TikTok no hacía falta leerse los libros que se recomendaban, así que cuando me enteré de que Destino ―ni más ni menos― había publicado este libro titulado “El Rulas”, por fin me alegré de que tuviese un tema con el que yo podía conectar con la juventud (entendí que habían vuelto al rollo pendenciero de Historias del Kronen que quizás nunca debieron abandonar). Llamé a mi amigo Josepas, que ahora tiene un bar pero que debe su apodo a que pasaba pastillas ―“rulas”, las llamábamos― a finales de los ochenta, cuando esas cosas no se veían tan mal. Me puse ropa de la época (pelo engominado, una bomber, gafas de sol bakalutis) y me puse a explicarles a mis jóvenes seguidores sobre el tema de la droga de cuando yo era joven, enseñándoles diferentes tipos de rulas por vídeo, explicándoles qué te hacía sentir cada una de ellas y, también, por supuesto, que su consumo podía ser letal. ¿Resultado? Mi vídeo sobre este libro se hizo muy popular, sí, pero al día siguiente TikTok había baneado mi cuenta, y al cabo de una semana había recibido en mi casa una citación por carta enviada por la Policía Nacional.