¿Es normal que en 2024 sigan existiendo prácticas que se asientan en la dominación y en vejar a los recién llegados? Hace pocos días el Ayuntamiento de Burgos anunciaba que controlaría con drones que no se llevaban a cabo. Sin embargo, no todas las ciudades ni todas las universidades han decidido erradicarlas, y hay quienes consideran que son parte de una costumbre atávica, de una tradición que no quieren perder.
Las novatadas esconden, en forma de juegos, temas mucho más peliagudos. Hay en ellas muestras de machismo y misoginia. Contribuyen al acoso escolar y hacen que los más débiles se rompan en sus primeros pasos universitarios. Muchos acaban de salir de su casa por primera vez y se enfrentan a una situación a la que no saben decir que no. Porque a las novatadas de cada universidad hay que sumar las de los colegios mayores, donde esa jerarquía entre veteranos y novatos es incluso más notoria.
De todo ello habla El aspirante, el largometraje que ha dirigido Juan Gautier y que muestra sin tapujos lo que hay detrás de las novatadas. Sabe de lo que habla, su padre fue director del madrileño colegio mayor Chaminade, que prohibió estas prácticas hace años. De hecho, en sus instalaciones se ha rodado este filme que, como si fuera una cuenta atrás, una olla a presión, muestra las primeras 24 horas de novatadas de dos alumnos. Uno, apocado y tímido; el otro con carisma y arrojo. Diferentes formas de enfrentarse a todo ello.
La casualidad hizo que mientras rodaban este filme ―que llega el viernes 20 a los cines― se produjeran los cánticos machistas del colegio mayor Elías Ahuja. Se volvía a poner de manifiesto la misoginia de estos centros que segregan por sexo y donde el poder adquisitivo también ofrece más galones. Vídeos como los del Elías Ahuja formaron parte del proceso de documentación del filme. “No están escondidos, llevan años colgados en YouTube”, recuerda. Espera que igual que ocurrió entonces, con esta película se hable de este tema y se tenga más sensibilidad.
Su intención con el filme era mostrar lo que había debajo de las novatadas. “Nos interesaba partir de ellas, aprovechar a nivel dramático y narrativo el universo que se crea ahí para hablar de estas comunidades, que tienen sus propias reglas y sus propios ritos. Son mecanismos que se reproducen en otros lugares de trabajo, en el colegio... y queríamos hablar de ese sistema de relaciones que, en el caso de las novatadas, es autoritario en el mando y sumiso en la obediencia”, explica.
Hablamos de chicos recién llegados, que están construyendo su identidad. Todo está relacionado, y la cultura de la violación aparece ahí también porque aparece la misoginia
Les interesaba bucear “en lo que hay debajo”, en “el machismo y la masculinidad”. “Hablamos de chicos recién llegados, que están construyendo su identidad o terminando de construir su identidad masculina. Todo está relacionado, y la cultura de la violación aparece ahí porque aparece también la misoginia, aparece la homofobia, y porque aparecen muchas más cosas que están históricamente en la tradición de todos estos ritos”, añade.
Cine juvenil con mensajePara ello crea un thriller que él enmarca dentro del “cine juvenil”. “A mí me gusta mucho el cine juvenil, y quería que tuviera ingredientes de esas películas. También que fuera cine de género y tratar de incorporar eso dentro de un naturalismo. No queríamos un rollo hiperrealista. Entonces fue cuando pensamos en la banda sonora, en el uso de la cámara lenta, en la fotografía… queríamos que la película tuviera un aire juvenil y underground, pero un poco más estilizado. Había que meter eso en una coctelera y tampoco sabíamos cómo iba a salir la mezcla”, dice el director que cree que finalmente hay algo de “thriller psicológico, de género, de cine joven y de realismo”.
Ese realismo les hizo decantarse por un final más pesimista. A pesar de que a Juan Gautier le gusten “las películas luminosas y positivas”, creía que en esta era complicado apostar por ese lado, aunque también escribieron otros finales alternativos en primeras versiones de guion. “Cuando supimos que íbamos a contar la historia en 24 horas creímos que, aunque fuera un final duro, tenía que ser así. Yo cuando presento la película siempre digo que no puedo decir que espero que la disfruten, porque ese no es el verbo exacto”, dice con un punto irónico.
Lucas Nabor, Catalina sopelana, Jorge Motos y Eduardo Rosa, protagonistas de 'El aspirante'La experiencia en el tema de las novatadas le hace creer que “lo normal es que vayan desapareciendo poco a poco”. “Creo que la sociedad va mejorando a esos niveles, aunque ahora estén un poco a debate todas estas cosas y nos preguntemos si se está yendo para atrás en temas como la masculinidad. Yo que soy profesor no lo tengo tan claro. Mi sensación siempre es positiva. Yo veo a los alumnos mejor en cuestiones como la igualdad o el género. Es verdad que ahora estas cosas están en las instituciones, y eso significa que forman parte del sistema, y puede ocurrir que de repente parezca contracultural estar en otro lugar, pero yo creo que es difícil que se pierdan las cosas que ya se han ganado”, reflexiona.
Sin embargo también cree que hay algo ritual en las novatadas muy poderoso y que hace que sobrevivan: “Todo ese rollo tribal, performático, ocurre en una edad donde cualquier cosa que le pase a un joven en una ciudad a la que acaba de llegar le va a marcar y le va a parecer memorable. Y por eso las novatadas les parecen memorables y lo recuerdan como algo épico. Porque además tienen esa épica del sufrimiento, y eso hace que los jóvenes lo glorifiquen. Por eso mucha gente las defiende, y yo cuando lo hacen lo entiendo, porque es el recuerdo del paso a la vida adulta, pero está inmerso en este sistema de relaciones perverso”.