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Caroline O'Donoghue, escritora: "Las irlandesas nos sentimos empoderadas desde la legalización del aborto en 2018"
En ese momento cursaba su último año en la universidad y el motivo por el estaba allí no podía ser la necesidad. O así lo pensaba su nuevo compañero, James, que sí tenía que colocar libros y cobrar a clientes para sobrevivir, aunque se equivocaba.

La crisis del euro que hundió la economía europea en 2008 había mermado la capacidad adquisitiva de sus progenitores y ya no podían pagar las matrículas de sus estudios de Rachel. El desplome financiero había puesto a ambos en el mismo lado del mostrador, propiciando una amistad que les cambió la vida. Así empieza la novela de Caroline O'Donoghue titulada El factor Rachel, un éxito que ha vendido más de 100.000 ejemplares en Reino Unido en menos de un año y que Libros del Asteroide acaba de publicar en España traducida por Regina López Muñoz. La cadena norteamericana Universal Content Productions ha comprado los derechos de la novela para adaptarla a la televisión.

El piso al que se mudan los protagonistas al poco de conocerse se convierte en un refugio sólido pese a la humedad, el frío y todas las incomodidades propias de un sitio al que le hacen falta muchos arreglos. Allí, James da los primeros pasos para salir del armario de la homosexualidad y Rachel se inicia en la búsqueda de nuevas experiencias sexuales que sacudan el aburrimiento de su relación anterior. Detrás de las paredes suenan canciones de Cher y los Eagles que él ha guardado en un iPod obsoleto –una selección propia de “un señor hetero de mediana edad y un señor gay también de mediana edad”, reflexiona ella–, se beben cantidades ingentes de alcohol, se pasan las resacas correspondientes, se practica sexo y se hacen planes más o menos realizables. En esa casa se teje un vínculo más sólido que sus cimientos.

“Una de las mejores cosas de su amistad es que, a pesar de que a veces es problemática y a veces se traicionan mutuamente, en realidad están ahí el uno para el otro, en todo”, dice Caroline O'Donoghue a elDiario.es. El idilio de James con el doctor Byrne, el profesor del que Rachel está encaprichada, será el principal escollo de su relación. No tanto por los sentimientos de ella por su mentor sino porque está casado con la mujer que posteriormente será su jefa y que, por supuesto, no sabe nada de ese aspecto de la orientación sexual de su marido. El tema de la homosexualidad no estaba del todo aceptado en la sociedad irlandesa de aquel momento y, de hecho, ‘la sodomía’ –como dice James– fue ilegal hasta 1993.

El aborto prohibido en Irlanda

También lo fue, hasta 2018, el aborto. Pese a que nunca ha tenido que enfrentarse a la interrupción voluntaria del embarazo, la escritora considera que siempre ha sido un temor presente para la mayoría de las mujeres irlandesas. “Las mujeres que lo necesitaban tenían que viajar a Inglaterra para hacerlo. Esto ensombrece tu sexualidad y tu vida sexual en los primeros años de tu juventud, porque no puedes pensar en el sexo sin pensar en lo que pasaría si te quedaras embarazada”, explica. “Tener que encontrar una gran cantidad de dinero para abortar es realmente aterrador”.

“Las mujeres irlandesas se han sentido muy empoderadas desde el referéndum sobre el aborto en 2018, y eso ha contribuido a que tengamos un mayor propósito de hacer oír nuestras voces en el mundo. Y me siento muy agradecida de que sus voces hayan sido escuchadas”, afirma.

Aunque no pierde el tono divertido, el libro se vuelve serio según avanza la historia. Las responsabilidades de la edad adulta cercena la libertad para salir durante toda la noche, hacen necesario un trabajo que dé dinero de verdad y asumir responsabilidades familiares. Eso implica volver al hogar de los padres, aceptar empleos en call centers deprimentes y hacer grandes esfuerzos por luchar contra el destino impuesto por la clase social.

De hecho, ya adulta y con más estabilidad, Rachel se pregunta a sí misma si su vida era mejor cuando estaba a principios de la veintena pese a vivir en un piso hecho polvo y sin dinero. “Creo que mucha gente piensa en cuando tenía 21 años y en las pocas preocupaciones que tenía. Y puede resultar tentador mirar atrás y pensar que las cosas eran mejores entonces”, sostiene la autora. “Pero no creo que Rachel realmente crea eso porque, aunque tus responsabilidades sean sencillas cuando tienes esa edad, tu sentido de ti mismo es tan débil que tal vez no sepas realmente quién eres”.

Sin ser una autobiografía, la vida de O’Donoghue y Rachel tiene ciertos paralelismos. Ambas son de Cork, compartieron piso con un amigo gay y se mudaron a Londres en busca de un futuro que no les podía ofrecer su ciudad natal (que no deja de ser la historia de tantos y tantas que tuvieron que hacer las maletas para instalarse en alguna gran ciudad). Pero ella no es Rachel y lo cierto es que comparte más cosas con James. “Yo era muy ambiciosa de una manera que ella no lo es. Cuando tenía esa edad, me parecía mucho a él en el sentido de que a menudo llenaba formularios y solicitudes para diferentes tipos de trabajos en todo el mundo”, explica. “Sentía que quería ser escritora, y quería hacer cosas y vivir esta gran vida. En realidad, no creo que Rachel se sienta así en absoluto. Creo que solo quiere estar cerca de James”.

O’Donoghue es autora de otras dos novelas Promising Young Women (2018) y Scenes of a Graphic Nature (2020), pero el trabajo con el que saltó a la fama fue con la trilogía Nuestros poderes ocultos (Molino, 2021), dirigida al público juvenil, un género desprestigiado. Aunque según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2023 el tramo con mayor población lectora es el comprendido entre los 14 y los 24 años (74%), aún no han desaparecido del todo los prejuicios que existen al respecto de esta literatura, considerada de baja calidad por algunos agentes del sector.

La escritora es consciente de ese recelo pero no lo entiende y considera que algunos de sus mejores trabajos corresponden a este género. “Algunas de las cosas más profundas y filosóficas, como lo que siento sobre Dios, la muerte, el tiempo y el amor las he expresado en mis libros de fantasía para jóvenes”, declara O’Donoghue. En su opinión, en la actualidad cada vez se publican más obras interesantes y de calidad dentro de esta categoría etaria y no deberían pasar desapercibidas. “Me entristece que se menosprecie el género y que mucha de la gente que está interesada en mi trabajo no lean mi literatura juvenil”, asevera.

Justicia para las mujeres tontas

Además de escribir libros y artículos para medios como The Times y The Guardian, también es la responsable del muy famoso podcast Sentimental Garbage (más de nueve millones de reproducciones en todo el mundo). Con el irónico lema “Justicia para las mujeres tontas” y la descripción: “Un podcast sobre la cultura que amamos y de la que la sociedad a veces puede hacernos sentir avergonzadas”, empezó como un programa acerca del chick-lit, un término que se utiliza para categorizar las novelas románticas dirigidas a un público femenino, generalmente con tono peyorativo. Con el tiempo, O’Donoghue ha ampliado su foco de atención a otros formatos como el cine o las series. Ahí entran desde el documental Taylor Swift: The Eras Tour, la película La peor persona del mundo de Joachim Trier, la serie Emily In Paris o la saga de las Hermanas Walsh de Marian Keyes.

“Hasta hace muy poco, pensábamos que todo lo que tenía que ver con la vida de las mujeres era algo doméstico y no importaba. Eso era sexismo hacia las autoras, pero también hacia la vida de las mujeres en general”, afirma O’Donoghue.

Señala que, después de tantos años y de ser un fenómeno superventas, escritoras como la mencionada Keyes ya se han ganado el respeto y que nuevos nombres como el de Sally Rooney o Naoise Dolan han contribuido a fortalecer la literatura de ficción escrita por mujeres en su país.

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