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Las razones de R.E.M., al descubierto: por qué el grupo no ha vuelto a reunirse para hacer música

Cuando R.E.M. anunció en 2011 su ruptura definitiva tras 31 años de carrera, el mundo de la música lloraba la disolución de una de las bandas más importantes de los años 80 y 90. “Nos vamos con un gran sentimiento de gratitud, de finalidad y de asombro por todo lo que hemos logrado”, se despedían en un comunicado. 

Más de 13 años después de aquello, el pasado 27 de febrero los cuatro miembros de R.E.M. volvieron a subirse al escenario para compartir una actuación de añoranza y celebración. Lo hicieron, sorprendentemente, junto al grupo tributo a R.E.M. de Michael Shannon y Jason Narducy, quienes ahora recorren el mundo versionando Fables of the Reconstruction (1985) tan solo un año después de haber salido de gira con el disco debut Murmur (1983). El lugar elegido fue su ciudad natal de Athens (Georgia), donde Michael Stipe, Peter Buck, Bill Berry y Mike Mills tomaron el escenario al final del concierto para unirse a Shannon y Narducy y tocar Pretty Persuasion, de su segundo álbum de estudio Reckoning (1984). La sorpresa, que revolucionó a sus seguidores, la repitieron también al día siguiente.

En una época en la que grandes grupos del pasado regresan con éxito a los escenarios aupados por el factor de la nostalgia, la vuelta de R.E.M. sigue siendo una cuenta pendiente para aquellos que sueñan desde 2011 con el retorno de la banda al foco mediático. Su último encuentro es tan solo un recordatorio de lo cerca y a la vez lo lejos que está esa posibilidad. Pero, pese a que verlos juntos sobre el escenario se ha convertido en una hazaña casi milagrosa, su historia sigue viva a través de quienes deciden contarla. Es el caso del periodista y biógrafo Peter Ames Carlin, quien en su nueva obra Este grupo se llama R.E.M. se sumerge en la trayectoria de “una banda fascinante” para narrar el ascenso, el impacto y las razones detrás de su disolución. 

“Me pareció que su carrera reflejaba una historia cultural deslumbrante y quise sumergirme en ella”, dice Peter Ames Carlin a elDiario.es, que ha sacado a la luz la obra más interesante hasta la fecha sobre R.E.M., grupo al que considera “artísticamente ambicioso, políticamente comprometido y lo bastante accesible comercialmente como para convertirse en uno de los más importantes del mundo”. El escritor admiraba la forma en que había construido su trayectoria musical y cómo “mantuvo su arte a pesar de que sus ambiciones evolucionaban y crecían”, lo que hizo que el legado de R.E.M. trascendiera más allá de la efervescencia de aquel entonces y lograra consolidarse como una de las bandas más influyentes del rock alternativo. En 2025 acumula 18 millones de oyentes mensuales solo en Spotify.

Lo verdaderamente curioso del libro es que, aunque “jamás pusieron obstáculo alguno”, los cuatro miembros del grupo optaron por no conceder entrevistas para el mismo, lo que hace de la obra todo un tesoro de documentación, investigación y conversaciones con personas cercanas a la banda. Asimismo, el autor confiesa en los agradecimientos que, aun sin su participación, todos ellos le “brindaron muestras de amabilidad desde la distancia”. “Peter Buck llegó incluso a pasarme algunos contactos y a confirmarme datos y eventos”, deja Carlin por escrito en la última página. El autor cuenta a este periódico que “mantener el foco en su trabajo” evitó que las vidas privadas de Stipe, Buck, Berry y Mills se hicieran públicas, “otra parte clave para mantener su humanidad y cordura cuando se convirtieron en superestrellas”.

Stipe y Buck en uno de los primeros conciertos del grupo en el Tyrone's, en 1980 Stipe y Buck en uno de los primeros conciertos del grupo en el Tyrone's, en 1980

Pese a que “se centraron en su música y resistieron la tentación de intercambiar sus secretos personales por cobertura mediática”, muchos fueron los rumores que giraron alrededor de los componentes de la banda desde sus inicios. Uno de los más comentados fue la especulación en torno a la orientación sexual de Michael Stipe, quien no reveló que era gay hasta 2001, cuando se extendió el rumor de que tenía sida. “No hablaba de ello precisamente por la misma razón por la que el resto de nosotros no contamos hechos de nuestra vida íntima a desconocidos: no es asunto de nadie”, dice el escritor, que añade que “la plaga del VIH, y la obstinada homofobia que aún infecta a tanta gente en la sociedad, le hicieron recapacitar”.

El vocalista del grupo “se dio cuenta de que podía salir del armario, sentirse orgulloso y servir de ejemplo no solo para otras personas queer, sino para todos los que siguen infectados por la homofobia o por el miedo a cualquiera que parezca diferente a ellos”. Lo cierto es que, tal y como queda reflejado en la obra, R.E.M. llevó por bandera la autenticidad, priorizando el arte a los posibles titulares. Mientras que algunos artistas no se atreven a pronunciarse sobre temas sociales o políticos para no perder seguidores, “las creencias siempre fueron importantes para ellos”. “De ninguna manera iban a hacer arte que no expresara sus valores”, dice Carlin, “así que, de todos modos, cualquiera que se sintiera molesto por una opinión política no era alguien con quien quisieran juntarse”.

Los cuatro R.E.M. de celebración Los cuatro R.E.M. de celebración

Quizás el mayor secreto de R.E.M. para soportar las consecuencias de la fama es que se aferró hasta el final a la normalidad. Su unión a la familia contribuyó a ello, pues, a excepción de Peter Buck, quien “tenía una relación difícil con su padre”, el autor comenta que “todos los miembros de la banda procedían de familias cariñosas y comprensivas”, lo que los empujó a “arriesgarse y expresarse libremente, sabiendo que serían queridos y aceptados incluso si fracasaban”. La buena dinámica de trabajo también se contemplaba en la autoría de sus canciones, pues compartieron siempre créditos de escritura, enfatizando por igual su compromiso e identidad comunes como músicos y compositores. Esto “evitó que un solo miembro pareciera más importante que los demás y les ayudó a centrarse en lo que sabían que tenían que centrarse: su música y su arte”, declara Peter Ames Carlin.

La fama no es normal. Crea presiones extraordinarias y, en última instancia, deshumaniza a las personas a las que pretende ensalzar. Si la incomodidad de R.E.M. con la fama hubiera afectado a su éxito, no les habría importado. Su obstinado aferramiento a su propia humanidad les hizo, a ellos y a su música, ser más accesibles.

Peter Ames Carlin — Escritor

Los años que los miembros de R.E.M. tardaron en hacerse con su público les vino muy bien, teniendo “la oportunidad de madurar y dominar los retos de la fama antes de que los focos se volvieran en su dirección”. Cuando los componentes de la banda fueron lo suficientemente populares como para considerarse ricos y famosos, ya eran lo “suficientemente maduros” como para “tomarse la idolatría con humor”. “La fama no es normal. Crea presiones extraordinarias y, en última instancia, deshumaniza a las personas a las que pretende ensalzar. Si la incomodidad de R.E.M. con la fama hubiera afectado a su éxito, no les habría importado”, apunta Carlin. “Su obstinado aferramiento a su propia humanidad les hizo, a ellos y a su música, ser más accesibles, ya que siguieron moviéndose por el mundo como el resto de personas, en la medida de lo posible”, afirma el autor.

A pesar de ello, no perdieron jamás la ambición. De hecho, Michael Stipe y su mejor amigo de instituto daban por hecho que serían estrellas de rock. “Los cuatro miembros del grupo hicieron sacrificios para que la banda siguiera avanzando en la dirección correcta. Sabían lo que querían y estaban dispuestos a trabajar”, señala Carlin. Muchos vieron como una traición su paso del sello independiente IRS a Warner Bros, una decisión que justificaron con la idea de que querían llegar a una audiencia más amplia. Según el autor, aunque la empresa era una de las más grandes del planeta, “les brindó la libertad creativa que necesitaban”: “La discográfica les ofrecía lo mejor de los dos mundos: una actitud indie respaldada por el presupuesto de un conglomerado internacional. Era una propuesta sin pérdida para ellos, ya que lo que más les importaba, su música, seguiría estando bajo su control”.

Bill Berry, Michael Stipe y Mike Mills, tras arrasar en los MTV VMAs de 1991 Bill Berry, Michael Stipe y Mike Mills, tras arrasar en los MTV VMAs de 1991

El salto al estrellato también les hizo abrazar el universo MTV, que parecía que solo era viable para fenómenos pop. Pese a que al principio apenas invertían en videoclips, pues “la música era lo que más les importaba y las restricciones artísticas que veían en los vídeos les parecían abrumadoras”, Michael Stipe era también un artista visual y “acabó comprendiendo las oportunidades artísticas que ofrecían los vídeos”. “En lugar de ver sus vídeos como una forma de promocionar sus discos, los vieron como otra vía para proyectar su visión de grupo, con todas las posibilidades de la música”, cuenta Carlin. En la edición de los VMA de 1991, acabaron arrasando por su hit Losing My Religion, llevándose hasta seis estatuillas, incluyendo la que se otorga al Vídeo del Año. Este mismo videoclip también les valió uno de los tres premios Grammy que ostenta la banda a día de hoy.

Otra de las curiosidades más llamativas del grupo es que el carisma de sus actuaciones provocaba peleas y discusiones entre quienes los veían. En el caso de Stipe, tenía una personalidad tan fuerte que hacía que la gente se fijase en él, atrayendo así “tanto a hombres como a mujeres” y desencadenando que a algunos no les gustase que “sus novias se sintieran atraídas por el cantante”. Carlin explica que esto ya venía desde una época anterior a R.E.M. y que, “al menos en una ocasión, un par de imbéciles decidieron buscarle y patearle el culo después del concierto”. “Michael no era peleón”, alega el escritor, “pero sus compañeros de banda se interpusieron y se produjo una pequeña pelea”.

Una reunión que nunca llega

Por más que los fans de R.E.M. desean una gira de reencuentro, o que vuelvan al estudio para sacar nueva música, esto no parece que esté cerca de suceder, aunque últimamente la banda se ha dejado ver muy unida encima del escenario. Además de sus apariciones en los conciertos de Michael Shannon y Jason Narducy hace unas semanas, el grupo también se reunió en enero de 2024 para tocar Losing My Religion en el Hotel Marriot Marquis de Nueva York, como celebración de su inclusión en el Salón de la Fama de Compositores. “Siempre se propusieron resistirse a las expectativas de la industria musical y la cultura popular. No reunirse es solo la culminación de 45 años de negarse a hacer lo que la gente espera”, desvela Peter Ames Carlin.

R.E.M., en la ceremonia de ingreso del grupo en el Salón de la Fama de Rock & Roll en 2007 R.E.M., en la ceremonia de ingreso del grupo en el Salón de la Fama de Rock & Roll en 2007

El autor y biógrafo de la banda dice que “no necesitan dinero” como para tener que hacer una reunión, y que “se sintieron afortunados de haber podido permanecer tanto tiempo juntos, haciendo la música que querían hacer y teniendo mucho más éxito del que jamás soñaron que tendrían”. A diferencia de otros grupos, los cuatro R.E.M. no terminaron “solo vivos”, sino que terminaron siendo “todavía amigos” y teniendo una gran relación. “Fue una gran victoria y todos se sintieron orgullosos del legado que dejaron a su paso”, asevera Carlin. “¿Por qué tentar al destino dándole otro mordisco a la manzana?”, plantea a este periódico.

Aun así, el escritor da alas a la esperanza y comenta que “siempre existe la posibilidad de que cambien de opinión”, algo que gustará saber a quienes fantasean con cantar a todo pulmón Shiny Happy People (1991) o Everybody Hurts (1992) en uno de sus conciertos. “Se siguen llevando bien y creo que todos se sienten satisfechos del trabajo que hicieron juntos. Hacer música es divertido, y hacerlo con tus mejores amigos ante multitudes que te aclaman no es una mala manera de pasar el rato. Así que, ¿quién sabe?”, dice Peter Ames Carlin. La única certeza, por ahora, es que los discos y las canciones de R.E.M. han repercutido más allá de su separación. Su música continúa sonando y su historia, ahora documentada en detalle por Carlin, mantiene viva la conversación sobre lo que fueron y lo que podrían volver a ser.

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