La mayoría de visitas virtuales en las webs de los principales espacios culturales tienen un planteamiento similar. Accedemos a su espacio con imágenes amplias grabadas con cámaras que captan imágenes en 360º y que nos permiten emular el movimiento que haríamos en persona. Podemos mirar arriba y abajo. A un lado y al otro. Viajamos de una sala a otra y vemos exposiciones a la vez que contemplamos la arquitectura de interiores de la institución. Sin embargo, hay algo en estos paseos digitales que los hace generalmente poco memorables: no hay personas.