Un par de clientes compran en una frutería de Vitoria.

La inflación subió dos décimas en febrero, hasta el 6,1%, respecto al mismo mes del año pasado, según ha avanzado el INE (Instituto Nacional de Estadística) este martes. El IPC (Índice de precios de consumo) aceleró dos décimas frente al dato de enero por el repunte de la electricidad y de los alimentos frente al año pasado.

Mientras, el IPC interanual en el cálculo subyacente o estructural (excluye la energía y los alimentos frescos) subió al 7,7%, como reflejo de que esta crisis de inflación se ha extendido a prácticamente toda la cesta de la compra.

"Esta evolución es debida a que los precios de la electricidad suben este mes, frente al descenso registrado en febrero de 2022, y a que los alimentos y bebidas no alcohólicas aumentan más que en febrero del año pasado", explica el propio INE.

"En sentido contrario, destaca la bajada de los precios de los carburantes y lubricantes, los cuales aumentaron en febrero de 2022 [durante las semanas en las que Rusia decidió invadir Ucrania]", continúa.

En términos mensuales, el IPC general avanzó un 1% y el índice subyacente un 0,7%, pese a la bajada del IVA de los alimentos básicos y al resto de medidas de choque que están vigentes, como la reducción de impuestos en la factura de la luz o del gas, el mecanismo ibérico o los descuentos en el transporte público. Estos repuntes respecto a enero, de mes o mes, son los mayores desde junio de 2022.

Esta escalada mensual muestra que las empresas están traslando el aumento de los costes durante los últimos meses, principalmente de la energía, a los precios finales de venta. Y vuelve a poner el foco en los supermercados.

La inflación de los alimentos empezó a acelerar en tasa interanual por encima del IPC general desde abril de 2022, y llegaron a avanzar un 15,7% en diciembre, respecto al mismo mes del año pasado. En enero, el avance se moderó apenas tres décimas, al 15,4%. 

Lo más positivo: en el arranque de 2023 registraron la primera caída mensual (frente a diciembre) en un año tras la decisión del Gobierno al final de 2022 de reducir el IVA a una cesta de productos básicos del 4% al 0% y al aceite de oliva y a las pastas del 10% al 5%. Una relejación que se habría truncado ya en febrero.

Estos alimentos con reducción del IVA cayeron un 1,6% en conjunto de enero a diciembre en nuestro país, según los datos del INE, publicados el 15 de febrero. Este mismo dato para febrero se conocerá el 14 de marzo.

Una bajada en enero que, sin embargo, implica que no hubo un traslado de toda la rebaja de impuestos por parte de los supermercados y del resto de comercios. Ni siquiera de la mayor parte, por lo que se engordaron los márgenes (la capacidad de convertir en ganancias sus ingresos).

Las subidas de precios en el carrito de la compra se muestran desde hace meses incontrolables, como ocurrió desde el verano de 2021 hasta el otoño de 2022 con la energía, lo que requirió medidas extraordinarias como el tope al gas o mecanismo ibérico, ante la insuficiencia de las rebajas del IVA de la luz y el propio gas para moderar la escalada. Ahora, la presión de los alimentos está justificando la continuidad de la agresiva respuesta del BCE, con las subidas de los tipos de interés.

Las familias, por su parte, sufren una histórica pérdida de poder adquisitivo. Un daño que se ensaña con los hogares más vulnerables, ya que tienen que dedicar una mayor parte de sus ingresos precisamente a energía y alimentación. En caso de que estén hipotecados o necesiten un préstamo tienen que sumar, además, el encarecimiento de la financiación que están propiciando las decisiones del BCE de incrementos del 'precio' del dinero.

La estrategia de la política monetaria de luchar contra la inflación atacando la demanda de las familias y la capacidad de inversión de las empresas ignoró en un primer momento que la mayor parte de la crisis de precios la explicaba la energía. Un mercado sobre el que el BCE no puede actuar. Ahora, también está obviando el crecimiento de los beneficios y de los márgenes empresariales por el traslado del aumento de los coste a los precios de venta, y su impacto en la inflación.