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Decálogo para entender por qué los mercados parecen inmunizados a los conflictos en Oriente Medio

Decálogo para entender por qué los mercados parecen inmunizados a los conflictos en Oriente Medio

Los mercados parecen inmunizados de los riesgos geoestratégicos. No han sido un termómetro ante la gravedad de los ataques aéreos israelí y estadounidense sobre Irán. Algo se mueve en el clima inversor, que ha perdido su sensor de fuga ante amenazas sistémicas. El petróleo y el oro han permanecido casi inmunes y el dólar no ha agudizado su pérdida de valor. La Administración Trump ha cambiado las reglas del juego

El G-7 muestra las grietas que Trump ha infligido al orden multilateral

La madrugada del pasado domingo, siete bombardeos B2 Spirits de la Fuerza Aérea de EEUU lanzaron una larga docena de bombas antibúnker sobre los complejos nucleares iraníes Fordow, Natanz e Isfahán.

Era parte de la orden de ataque coordinado declarada por Donald Trump como apoyo a las casi dos semanas de bombardeos israelíes al territorio persa, que no esconde la meta de Washington y Tel Aviv de forzar la rendición incondicional de Teherán, de derrocar al régimen de los ayatolas y de acabar con el programa atómico de la república islámica.

La Guerra de los 12 Días, como la ha bautizado el prolífico creador de contenido que habita en la Casa Blanca, debería haber creado una convulsión más que notable en unos mercados que se han acostumbrado a la volatilidad desde que el ejecutor del MAGA (Make America Great Again) tomó las riendas del gobierno estadounidense y en un orden mundial en un estado de mutación casi constante. Pero no. La reacción elegida por los inversores ha rozado la indiferencia, como si se sintieran inmunes ante el tsunami geoestratégico que supone el ataque israelí, primero, y la defensa americana a su aliado, después.

Esta actitud inmutable le parece ofensiva a George Friedman, fundador de Geopolitical Futures, que centra este inquietante debate dialéctico con una cuestión: ¿Ha sido la Guerra de los 12 Días el inicio de un nuevo conflicto en Oriente Medio o el final de la tensión en la región?

Este decálogo desvela alguna de las claves de esta disociación entre mercados y geopolítica, con demasiadas piezas fuera de lugar que han descolocado el tablero de ajedrez internacional.

1.- ¿Se han evaporado de repente las amenazas geoestratégicas de los códigos de conducta de los inversores? Richard Haass, presidente emérito del Council on Foreign Relations (CFR) es de los que considera que la Guerra de los 12 Días no ha terminado como proclama Trump y que las hostilidades se pueden volver a desencadenar en cualquier momento porque Oriente Medio “ha entrado en una nueva dimensión”.

Haass recuerda al mandatario estadounidense que una contienda bélica “la comienza un bando, pero se necesitan a todas las partes involucradas para la firma del armisticio”, y en esta nueva crisis de Oriente Medio, “la iniciativa se ha trasladado de Israel a EEUU y a Irán, que deberán decidir si tras los ataques mutuos se proclama el principio del fin o el fin del principio”. En línea con la premisa planteada por Friedman.

2.- Los mercados ¡aportan la calma! “No hay nada tan cobarde como un millón de dólares”. Es la acepción instalada en la jerga inversora desde hace décadas para explicar la cobardía del dinero en los parqués bursátiles. Propenso a fugas ante la más mínima señal de alarma. No parece que esta máxima se haya cumplido en un ejercicio ya de por sí volátil como el actual y cargado de altibajos, fenómenos paranormales como una escalada arancelaria sin parangón (¡del mercado más libre del mundo!), la caída estructural del dólar o el paréntesis al excepcionalismo de Wall Street -aquel que otorga a los valores americanos una prima de rentabilidad casi divina- dentro de unos voltajes geopolíticos desatados.

Sin embargo, se han hecho fuertes. Precisamente cuando el conflicto amenaza con extenderse a los confines de Oriente Medio y contagiar a la comunidad internacional. El petróleo mostró un diferencial alcista, superó los 81 dólares -el barril de Brent, europeo-, pero rápidamente cayó a los 78 dólares, se volvió a instalar próximo a los 70 y el consenso del mercado restableció casi de inmediato su pronóstico promedio de 65 dólares para el resto del año.

La onza de oro calcó el patrón del billete verde, sin siquiera esa soportable levedad del oro negro, e incluso se permitió el lujo de llegar a deslizarse de los 3.300 dólares. Sigue siendo valor refugio, pero sin alteraciones, y dejando de lado, en esta ocasión, su estatus de cobertura geopolítica. El dólar subió, aunque retornó a su senda bajista y los mercados de capitales se posicionaron cerca de los máximos del año.

3.- ¿Pueden 14 bombas americanas cambiar el orden mundial? Al parecer sí. Los inversores han dado preferencia al hecho de que Irán no esté a “45 minutos de obtener la bomba atómica” tal y como advirtió Tony Blair sobre Irak para justificar falazmente la invasión post-11S, porque los bombardeos americanos han destruido su incipiente arsenal nuclear. También se ha instalado en el clima bursátil la reacción moderada iraní contra la base militar estadounidense en Qatar y, sobre todo, su intención de no cerrar, de momento, el Estrecho de Ormuz. Pese al plácet que le ha concedido su Parlamento.

Este juego geoestratégico de máxima peligrosidad, con demasiados ases en la manga. El mayor de ellos, la contradicción del Pentágono a Trump de que el ataque solo dañó parcialmente, unos meses, el programa nuclear iraní. Pese a que la CIA haya salido de inmediato en apoyo del líder del MAGA.

4.- ¿Es Ormuz la llave que abre la Caja de Pandora? La puerta de entrada al Golfo Pérsico y de salida de la quinta parte del tránsito mercante de petróleo. De apenas 34 kilómetros, su cuello de botella está a merced de Teherán, dueño del tráfico naval. Pero, con su obstrucción, Irán no solo colapsaría la actividad y tensionaría los precios, sino que asustaría a aliados como Qatar, dominador del mercado gasístico, China y su dependencia de los combustibles fósiles, o Rusia con la que comparte alianzas empresariales y oleoductos que conectan sus sectores energéticos.

De igual manera, deterioraría el cuadro económico iraní, con una inflación que roza el 40% y una actividad anémica con distorsiones presupuestarias agudas. Ormuz es también un arma de doble filo para la república islámica. Sobre todo, si pretende avanzar con una cierta pax estratégica en sus planes nucleares.

5.- ¿Todo lo que sube, baja? Otro dogma de fe inversor recuerda esta paradoja de la parábola del buen creyente cuando el S&P 500, tras su debacle por la “caótica escalada arancelaria” de la Administración Trump, ha pasado a cotizar a 22 veces las ganancias esperadas en los próximos 12 meses, un 35% por encima de su media a largo plazo, según datos recopilados por Bloomberg de una veintena de métricas que utilizan los analistas. El recordatorio apunta a que este exceso de valoración se difumine por el decoupling entre riesgos geopolíticos y comportamiento de los valores bursátiles.

Bloomberg Intelligence hace hincapié en este desacoplamiento para advertir que las ganancias del S&P 500, a punto de alcanzar su máximo histórico de febrero, deberían aumentar un 30% en 12 meses para que sus valores obtengan precios “estables y razonables”. Kevin Gordon, analista de Charles Schwab, admite que “hay demasiado optimismo” en Wall Street.

6.- Los bancos centrales, ojo avizor. Aunque todas las miradas se dirigen a una Reserva Federal imperturbable ante nuevos riesgos de una inflación que se resiste a bajar del límite del 2% y ante las injerencias políticas del inquilino de la Casa Blanca. Sin embargo, la tregua del petróleo y una incipiente, aunque leve, reactivación económica vinculada a las rectificaciones comerciales y en la reforma fiscal que tenía en mente el dirigente republicano, podrían anticipar dos movimientos a la baja del precio del dinero en EEUU.

Eso sí, uno en septiembre y otro en octubre se contempla en el mercado. Cada uno, además, de un cuarto de punto. Leves para reconducir unos tipos que oscilan entre el 4,25% y el 4.50%.

7.- El enfermo económico global tiene pulso. Los indicadores PMI de junio, en su primer flash combinado de industria y servicios, han dado señales de vida. En EEUU y Japón están próximos a dejar el terreno de la contracción mientras en Europa prosigue su mejoría. La lectura analítica habla de que se han quedado atrás los malos augurios de la subida arancelaria y que se ha diluido el peligro a los daños colaterales de una subida del crudo por el conflicto en Oriente Medio.

8.- Mercado energético con amplia oferta y suministro fluido. Los dos rasgos que han enterrado cualquier vestigio de colapso petrolífero y gasístico. Así lo cree Ziad Daoud, economista jefe de mercados emergentes e investigador de la Kennedy School de Harvard. “No ha surgido la misma urgencia que cabría esperar hace unos años, cuando a EEUU le preocupaba su dependencia de la energía del Golfo”, quien incide en la “existencia de una disociación entre los acontecimientos geopolíticos y el mercado petrolífero que justificarían esta desconexión”.

9.- Trump coge confianza ciega. Aranceles, intervención contra Irán y ahora, otra nueva vuelta de tuerca a la Fed. El líder del Grand Old Party (GOP), que se acaba de saltar todos los resortes constitucionales al no pedir permiso al Congreso para atacar al régimen islámico, ha amenazado con adelantar el relevo de Jerome Powell. No aguanta la prudencia de la autoridad monetaria. Ni respeta el sacrosanto principio neoliberal de no injerencia política en los bancos centrales.

El dólar retrocedió a su valor más bajo en tres años por ello y el temor a nuevas fugas de capitales desde Wall Street y a repuntes de los bonos del Tesoro americano han vuelto a arreciar. Aunque otra vez sin una aparente preocupación estructural por parte de los inversores.

10. ¿Son los mercados de derechas? Hay quien dice que cada vez son más nacional-populistas. Chriss Patten, último gobernador de Hong-Kong y ex comisario europeo, resalta la fractura que Irán crea en Occidente y el “desprecio de Trump por los valores democráticos y por la estabilidad del sistema liberal”, que está -enfatiza Benn Steil, director económico internacional del CFR- “en pleno desorden” por la obsesión trumpista de sustituir el multilateralismo, ahora con su rechazo a confirmar jueces de apelación en la OMC- por la seguridad nacional para “encubrir una oleada de mercantilismo” que erosionará las reglas del juego y, por ende, la desaparición del soft-power americano por un “mundo más autoritario”.

Dos acepciones que, además, se conjugan con la “frágil paz” en Oriente Medio que proclama Financial Times y el “doble shock” que, a juicio de Stephen Roach, ex jefe de Morgan Stanley en Asia y profesor en Yale, ocasionará la guerra y los aranceles a la economía global.

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