Inmaculada, Inma para sus compañeras, falleció el pasado martes en su trabajo. Era teleoperadora en Konecta, la mayor empresa de contact center en España, y murió durante su jornada en unas oficinas de la multinacional en Madrid. Según relatan los sindicatos, la multinacional carece de un protocolo para esta situación y la reacción inmediata no fue parar la actividad. Durante un rato, "se siguió trabajando, el servicio siguió funcionando en presencia del cuerpo de la compañera", denuncian en CGT y USO, que llaman la atención sobre las lógicas de "deshumanización" en el sector.