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'Crónica de una Nakba anunciada': un relato de cómo Israel está forzando un "éxodo masivo" de los palestinos de Gaza

En un libro escrito a cuatro manos y publicado esta semana, Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid, y José Abu-Tarbush, profesor de Sociología de las Relaciones Internacionales de la Universidad de La Laguna (Tenerife), parten de un hecho concreto que marca un antes y un después en Oriente Medio: los ataques de Hamás contra Israel del 7 de octubre de 2023, en los que fallecieron más de 1.100 personas y unas 250 fueron secuestradas por los milicianos palestinos.

Los autores afirman que “nada volverá a ser igual” después de esos atentados, a los que le siguió la brutal respuesta militar israelí contra la Franja de Gaza, donde han perdido la vida 35.000 personas desde esa fecha. Esta guerra de castigo podría representar una nueva Nakba (desastre o catástrofe) para el pueblo palestino, como la que vivió en 1948 tras la creación del Estado de Israel y la expulsión de unos 750.000 árabes de sus casas y tierras.

Después de haber provocado el desplazamiento de dos millones de personas (de los 2,3 millones de habitantes de Gaza) en los pasados siete meses y haber arrinconado a más de un millón de ellas en el extremo sur de la Franja, en la localidad de Rafah, el Ejército israelí ha comenzado su temida ofensiva contra esta zona y se ha hecho con el control del paso fronterizo de Rafah entre Gaza y Egipto, y desde el martes impide la entrada de ayuda humanitaria al enclave. En Gaza, crónica de una Nakba anunciada (Catarata), los autores ya advierten de que la interrupción de la ayuda humanitaria es una de las circunstancias necesarias para acelerar el éxodo de los palestinos.

Los profesores José Abu-Tarbush (izq.) e Ignacio Álvarez-Ossorio Los profesores José Abu-Tarbush (izq.) e Ignacio Álvarez-Ossorio

Una ofensiva contra Rafah y el desplazamiento forzado de más de un millón de personas, ¿sería la culminación de la Nakba en Gaza?

Ignacio Álvarez-Ossorio: Hay demasiadas incógnitas todavía por despejar, ya que todavía no sabemos si la ofensiva sobre Rafah será parcial y se limitará al control de la frontera con Egipto, o, por el contrario, será completa y tratará de desplazar forzosamente a todos los palestinos que se han refugiado en dicha zona al considerarla más segura. Lo que sí que es evidente es que la destrucción de Gaza y la ofensiva contra Rafah no son más que un eslabón más dentro del proceso de desposesión de la población palestina y la imposición del proyecto colonial sionista sobre el conjunto de la Palestina histórica.

José Abu-Tarbush: Ese riesgo existe y está fundamentado en las proclamas de ministros del actual Gobierno israelí e, incluso, en informes gubernamentales que abogan por transferir a la población gazatí a la península del Sinaí. Sin olvidar las manifestaciones en ese mismo sentido de numerosos responsables políticos, apelando a que terceros países acojan cupos de población palestina para acometer esa limpieza étnica de Gaza.  

¿Creen que el objetivo del Gobierno israelí ha sido desde el primer momento el de destruir Gaza, hacerla inhabitable y expulsar a sus habitantes? Y la sociedad israelí, ¿también está a favor de acabar con el pueblo gazatí y el palestino?

Álvarez-Ossorio: Desde el primer minuto ha existido una voluntad genocida por parte del Gobierno israelí y de la mayoría de los parlamentarios; han sido decenas los llamamientos de ministros y de parlamentarios israelíes a una segunda Nakba –es decir, una expulsión forzada de la población de Gaza–, y a crear unas condiciones de vida inasumibles para la población palestina para forzar un éxodo masivo al desierto del Sinaí [egipcio], tal y como han recogido los planes del Ministerio de Inteligencia.

La sociedad israelí ha sufrido un proceso de radicalización en el curso de las tres últimas décadas. Los sectores ultranacionalistas y el sionismo religioso han conseguido imponer su programa maximalista basado en la imposición de la soberanía israelí sobre el conjunto del territorio comprendido entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, al que denominan el Eretz Israel. De ahí que una parte significativa de la población israelí sea partidaria de proseguir la guerra para destruir Gaza y expulsar a su población.

Abu-Tarbush: Si nos remitimos a las declaraciones de sus principales responsables gubernamentales la respuesta es claramente afirmativa. Solo basta con recordar las afirmaciones del ministro de Defensa, Yoav Gallant, del primer ministro, Benjamín Netanyahu, e, incluso, del propio jefe de Estado, Isaac Herzog, para advertir la deshumanización y responzabilización del pueblo palestino en Gaza por los ataques del 7 de octubre; y las consiguientes amenazas de destrucción de Gaza y desplazamiento forzado de su población, hechas realidad.

A nadie se le oculta la deriva política de la sociedad israelí hacia la derecha más extrema, supremacista y colonial, unido a la indiferencia de otros sectores ante el sufrimiento palestino bajo la ocupación, sin olvidar las excepciones notables existentes, pero que lamentablemente son una minoría. No se puede seguir ignorando la asociación existente entre las políticas iliberales o antiliberales y la concepción supremacista y colonial. Son las dos caras de una misma moneda.

¿Cómo ha podido la comunidad internacional permitir que ocurra esta matanza y el desplazamiento de dos millones de personas sin intervenir? 

Álvarez-Ossorio: Desde su creación, el Estado de Israel ha disfrutado de un apoyo incondicional por parte de la comunidad occidental que le ha permitido disfrutar de plena impunidad, a pesar de que sus políticas de hechos consumados representan una clara violación del derecho internacional. De ahí que los gobiernos israelíes, independientemente de su signo, estén acostumbrados a imponer su voluntad sin tener en cuenta el coste político, que hasta ahora ha sido nulo. Tras la matanza del 7 de octubre, el Gobierno israelí se sintió con las manos libres para infligir un castigo colectivo al conjunto de la población gazatí que, por el momento, ha provocado más de 140.000 víctimas entre muertos y heridos ante el silencio cómplice de Occidente, que ha mostrado, una vez más, que no vale lo mismo la vida de un palestino que la de un israelí y que sigue respaldando sin fisuras el proyecto colonial israelí.

Abu-Tarbush: Básicamente porque Israel goza de una notable inmunidad en el sistema internacional, bajo la protección estadounidense. A Israel se le permite lo que se niega o condena en otros casos o Estados (por ejemplo, Siria o Rusia). Washington vetó tres veces consecutivas las resoluciones del Consejo de Seguridad que exigían un alto el fuego. A esto se suma el sistemático apoyo militar y económico a Israel: Estados Unidos recientemente le otorgó unos 26.000 millones de dólares. Sin olvidar las potencias secundarias y aliadas como Reino Unido y Alemania, el segundo proveedor militar de Israel después de EEUU.

¿Cómo podrán vivir los gazatíes que queden en la Franja después del conflicto? ¿Seguirá siendo una "cárcel a cielo abierto"?

Álvarez-Ossorio: A pesar de que han transcurrido ya siete meses desde el inicio de la ofensiva israelí, sigue sin vislumbrarse la luz al final del túnel. Netanyahu ha señalado que no permitirá que gobierne ni Hamás ni Fatah, intentando equiparar a ambos grupos. También intenta expulsar a la UNRWA [la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos]. El Gobierno israelí pretende mantener esta situación de desgobierno y aupar al poder a diversos clanes tribales, algo que ya intentaron otros gobernantes en la década de los 80. Lo más importante para Netanyahu es prolongar esta situación de manera indefinida e intensificar el estrangulamiento de la población para que se vea obligada a abandonar su territorio. Está por ver si la comunidad internacional se lo permite.

Abu-Tarbush: La intervención militar carece de horizonte político. Los planes anunciados por Netanyahu sólo prometen una prolongación de la ocupación militar en unos términos, si cabe, más drásticos aún. Israel asumiría directamente la seguridad al igual que en Cisjordania, donde su ejército incursiona constantemente en las áreas autónomas palestinas. También controlaría la frontera con Egipto (es lo primero que ha hecho al intervenir en Rafah); además de rechazar la presencia de la UNRWA y, sobre todo, de un Estado palestino. Ese modelo no es viable y con el tiempo, si se implementa, puede que no se consolide del todo, que sea transferida la administración a un gobierno títere y que, a la larga, sea fuente de nuevos conflictos.

¿Cómo será la situación en todos los territorios palestinos ocupados, incluida Gaza, y en Israel después de este conflicto? 

Álvarez-Ossorio: El Gobierno de Netanyahu, el más radical en toda la historia israelí, intenta aprovechar la solidaridad internacional tras el ataque del 7 de octubre para crear una nueva realidad sobre el terreno, basada en la destrucción de Gaza y en la creación de una condiciones de vida tan adversas que obliguen a la población gazatí a abandonar sus hogares. Por el momento, 100.000 palestinos han salido de Gaza a través del paso de Rafah y sólo el elevado precio de los permisos de salida ha impedido que este número sea mucho mayor. Las voces más radicales del Gobierno israelí apuestan por la expulsión del conjunto de la población y la colonización de este territorio palestino, dentro de esta política de hechos consumados que Israel lleva aplicando desde 1948 hasta nuestros días y por la cual la población palestina tiende a ser concentrada en pequeños cantones o bantustanes aislados, ante la absoluta indiferencia de la comunidad internacional.

Abu-Tarbush: Es de temer que Gaza sólo podrá pasar de la actual situación de terror a la de desolación y miseria, sin perspectivas de futuro, al menos de manera inmediata debido a la enorme destrucción de la que ha sido objeto. Sin olvidarnos de lo principal: el drama humano, la permanente emergencia humanitaria y el trauma individual y colectivo que dejará en varias generaciones de gazatíes, en particular, entre sus menores, mutilados y huérfanos, marcados por el resto de sus vidas.

Cómo termine este episodio marcará también el futuro en Cisjordania, de hecho lo está marcando de manera cotidiana con asesinatos por parte del ejército y colonos, con un importante saldo de heridos, detenciones, confiscaciones de tierras, pogromos, confinamientos y todo tipo de agravios y humillaciones. En Israel, el panorama político podría cambiar en términos internos, sobre todo si cae el actual gobierno. Hecho que explica el salto adelante de Netanyahu, con la prolongación de la intervención en Gaza, las provocaciones a Irán y los planes de una posible intervención en Líbano contra [el grupo chií] Hizbulá.

Respecto a una solución al conflicto palestino-israelí. ¿Divisan alguna a corto o medio plazo? ¿Aún es posible la solución de los dos Estados?

Álvarez-Ossorio: Los dirigentes occidentales siguen recurriendo a su retórica hueca de la solución de los dos Estados, algo cada vez menos factible dada la colonización del territorio palestino y la apropiación israelí de sus recursos naturales, pero sin acompañarla de ninguna medida para que se aplique sobre el terreno. No sólo no se castiga a Israel por su sistemática violación del derecho internacional, sino que tanto EEUU como la Unión Europea le dan un trato privilegiado, lo que alienta su apuesta por la política de hechos consumados destinada a hacer inviable un Estado palestino.

Abu-Tarbush: Respecto a los dos Estados o uno, binacional, confederado o como quiera que se articule, realmente lo importante es la restitución de los derechos palestinos, en particular, de la igualdad de las personas que viven entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, donde sólo existe en realidad un Estado, pero con un sistema de segregación, discriminación y, en definitiva, de apartheid. En suma, no importa tanto la fórmula de organización política como el contenido de igualdad de derechos, desde el más elemental derecho a la vida como el más liberal a la propiedad (tierras, casas, recursos) del que vienen siendo despojados los palestinos desde la implantación de Israel en su tierra. Sin ninguna presión internacional efectiva, Israel mantendrá su política de hechos consumados, de alteración de la realidad del territorio palestino ocupado, en función de sus intereses de expansión colonial y estratégicos.

¿Ambos prevén que el escenario más probable en Gaza es el que describen en su libro como catastrofista, es decir, la expulsión de la población palestina de la Franja?

Álvarez-Ossorio: El pueblo palestino atraviesa en la actualidad su etapa más peligrosa desde 1948. Nunca, en estos últimos 75 años, Israel se había sentido más impune para imponer su proyecto colonial y destruir cualquier esperanza en la solución de los dos Estados. Los palestinos ya no sueñan con establecer su propio Estado, sino con llegar a fin de mes y seguir vivos un día más.

Abu-Tarbush: En efecto, de momento todo indica que ese es el escenario más probable, debido precisamente a lo comentado, la impunidad de la que goza Israel, el apoyo incondicional que otorga la principal potencia mundial, en connivencia con otras potencias occidentales. Sin olvidar la pasividad cómplice de algunos de los principales Estados de la región, pese a su retórica política destinada a neutralizar a sus respectivas opiniones públicas. La élite gubernamental y política israelí no parece contemplar otro paisaje político que la dominación del territorio entre el río y el mar, con la sujeción y confinamiento del pueblo palestino a sus ciudades y aldeas a modo de pequeños guetos y bantustanes.

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