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La 'ecuación de la contención': Israel y Hizbulá evitan una guerra abierta, pero mantienen activo el frente de batalla

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Mientras Israel continúa con su ofensiva en la Franja de Gaza, donde han muerto más de 40.000 palestinos, y ante el fracaso de las negociaciones para lograr un alto el fuego, el riesgo de conflicto regional sigue presente

Israel bombardea Líbano en el mayor intercambio de fuego con Hizbulá desde 2006 y dispara el temor a una escalada

El domingo de madrugada se dio uno de los intercambios de fuego más importantes entre Israel y Hizbulá desde el inicio de la ofensiva en Gaza.

Israel bombardeó “de forma preventiva” el sur de Líbano con más de un centenar de aviones de combate para frustrar un “ataque inminente” del grupo chií Hizbulá, por lo que tuvo como objetivo miles de lanzaderas que apuntaban al norte y centro de su territorio, según anunció el Ejército. Por su parte, los milicianos libaneses dispararon más de 300 proyectiles y drones contra Israel, ejecutando la prometida venganza por el asesinato del máximo comandante militar de Hizbulá, Fuad Shukr, el 30 de julio en Beirut en un ataque israelí.

El espectacular intercambio de fuego sólo dejó tres muertos en el lado libanés y uno en Israel, y cerró el último ciclo de ataque-contraataque de forma contenida. Más allá de las amenazas que se han cruzado, el saldo de víctimas y de daños materiales indica que ni Tel Aviv ni Hizbulá desean golpear duramente al vecino y desatar una guerra de alta intensidad, algo que la comunidad internacional lleva semanas tratando de evitar con toda su maquinaria diplomática.

El alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, ha alertado en la red social X que “la situación en Oriente Medio ha alcanzado un nivel crítico de peligrosidad para la región y más allá”. También las fuerzas de paz de la ONU en Líbano (UNIFIL) han pedido a las partes que eviten una mayor escalada de la violencia, después de más de diez meses de ataques mutuos entre Israel y Hizbulá que han provocado el desplazamiento de decenas de miles de personas a ambos lados de la frontera y cientos de muertos –más de 500 en el lado libanés, incluidos unos 400 combatientes de Hizbulá, y unos 50 en el israelí, entre los que hay 23 militares–.

El riesgo permanece

Este lunes, la situación en la frontera entre Israel y Líbano ha sido de calma tensa. Las autoridades israelíes han extendido las ayudas a los residentes del norte desplazados por los ataques de Hizbulá y mantienen el estado de emergencia militar, aprobado el domingo por el ministro de Defensa, Yoav Gallant, que permite a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dar instrucciones a la población en caso de nuevos ataques. Las sirenas que alertan de un posible bombardeo han sonado varias veces este lunes en el norte de Israel y el Ejército ha informado de que ha efectuado bombardeos en distintos puntos del sur de Líbano. Gallant dijo este domingo que era “importante evitar una escalada regional”.

Por su parte, el líder de Hizbulá, Hasán Nasralá, afirmó que el movimiento chií analizaría el resultado de su ataque contra Israel y “si es satisfactorio y se ha logrado el objetivo previsto”, considerará concluida la operación de venganza. Después de que la tensión haya permanecido elevada desde el bombardeo que mató a Shukr en la capital libanesa, Nasralá quiso mandar un mensaje de tranquilidad al país: “En este momento, puede tomar un respiro y relajarse”.

Sin embargo, todavía falta la respuesta de Irán al asesinato el pasado 31 de julio del líder político del grupo palestino Hamás, Ismail Haniyeh, en una explosión en Teherán atribuida a Israel. Un conflicto aún más amplio y peligroso en Oriente Medio conllevaría la implicación de Irán y, por consiguiente, de Estados Unidos, que ha prometido que defenderá a su aliado y protegido israelí.

Los analistas señalan que el riesgo de una guerra como la que protagonizaron Israel y Hizbulá en 2006 sigue existiendo porque los intercambios de fuego diarios mantienen la tensión elevada y la puerta abierta a cualquier “error de cálculo” que desencadene una confrontación mayor –aunque de momento la ecuación de la contención ha evitado ese escenario–.

El experto del Instituto para Estudios de Seguridad Nacional israelí (INSS), Ofer Shelah, señala que la “operación exitosa” de las FDI del domingo no cambia la situación general, que se encuentra “al borde de una guerra regional”. El director del programa de investigación sobre políticas de seguridad nacional afirma en la web del INSS que “Hizbulá continuará atacando a Israel mientras continúe la guerra en Gaza”.

Shelah asegura que la única forma de que los residentes del norte de Israel regresen a sus hogares es poner fin a la ofensiva de Gaza, que pronto cumplirá once meses. “Esta es la posición del establishment de seguridad, que por razones de prestigio no lo declara explícitamente, sino que expresa su apoyo a un acuerdo para liberar a los rehenes, lo que implica el mismo resultado”, explica.

El analista del periódico Haaretz Amos Harel destaca en un artículo que la “necesidad urgente” de un acuerdo entre Israel y Hamás para la liberación de los rehenes no es sólo para lograr ese objetivo, sino para detener “el masivo derramamiento de sangre”, también en el frente norte. “Israel está pagando un alto precio por una guerra que le está siendo difícil ganar y que continúa alargándose sin un final a la vista”, lamenta Harel.

El portavoz del Gobierno israelí, David Mencer, afirmó este lunes que Hizbulá ha sufrido un “golpe aplastante”, agregando que este es “un paso más” en el camino para cambiar la situación en la frontera norte del país y “devolver a los residentes a sus hogares con seguridad”. Sin embargo, ha reiterado las palabras del primer ministro Benjamín Netanyahu: “Este no es el final de la historia”.

Sin progresos en las negociaciones

El domingo, mientras Israel y Hizbulá protagonizaban los mayores ataques cruzados de estos diez meses y medio, las conversaciones para lograr un acuerdo de alto el fuego en Gaza continuaban en El Cairo, en el marco de una nueva ronda de negociaciones que dio comienzo el día 15 de agosto en Doha, impulsada por EEUU y los mediadores árabes (Egipto y Qatar). Durante la jornada del domingo no hubo avances y los representantes de alto nivel de las dos partes en conflicto y de los países intermediarios abandonaron la capital egipcia.

“Las conversaciones de alto nivel de los pasados días, con representantes de Hamás e Israel, fueron abordadas por parte de todos con la actitud de alcanzar un acuerdo final que se pueda aplicar”, ha explicado a elDiario.es una fuente conocedora de las negociaciones. “El proceso continuará en los próximos días a través de grupos de trabajo de los mediadores para seguir abordando las cuestiones pendientes y los detalles, con base en la propuesta puente presentada en Doha”, ha agregado la fuente.

Los negociadores estadounidense elaboraron una llamada “propuesta puente” –que, como su nombre indica, sirva de unión entre las demandas de los dos bandos–, basada en los términos anunciados por el presidente Joe Biden a finales de mayo y que fue respaldada por Egipto y Qatar. Sin embargo, Hamás se ha mantenido firme en su rechazo a la última propuesta porque, asegura, incluye nuevas condiciones introducidas por los israelíes. Tampoco los egipcios están satisfechos con las condiciones relativas a la permanencia de tropas israelíes en su frontera con Gaza, en el llamado corredor de Filadelfia. Ese es uno de los puntos que siguen sobre la mesa y que es necesario resolver para desatascar las conversaciones y avanzar.

Según fuentes egipcias y de Hamás citadas por la Agencia EFE, Egipto ha propuesto la salida en dos fases de las tropas israelíes, en paralelo con el intercambio de rehenes por prisioneros palestinos, mientras que Israel ha dicho que aceptaría retirarse “solamente a tres kilómetros de Filadelfia”. Un negociador del grupo islamista ha dicho que “aún queda camino para llegar a un acuerdo” y ha vuelto a recordar algunas de las demandas fundamentales: “Una retirada completa de Israel de la Franja de Gaza, un alto el fuego permanente, libertad de movimiento para los habitantes palestinos desde y hacia el norte de Gaza”. Esta última es otra de las cuestiones espinosas, porque Israel exige permanecer en el corredor de Netzarim, que divide la Franja en dos, para asegurarse de que los residentes que regresan a la mitad norte lo hacen desarmados.

Uno de los mediadores en el conflicto, el primer ministro y ministro de Exteriores qatarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, se ha reunido este lunes en Teherán con el recién nombrado titular de Exteriores, Abbas Araghchi, quien ha agradecido los esfuerzos de Qatar para “detener inmediatamente la guerra y los crímenes cometidos por los sionistas en Gaza y establecer un alto el fuego”. Araghchi ha afirmado que su país apoyará cualquier acuerdo que Hamás acepte. De hecho, Irán ha señalado que ha pospuesto su ataque contra Israel en respuesta al asesinato de Haniyeh para esperar a que la nueva ronda de negociaciones dé sus frutos.

“Irán no ha tomado represalias directamente por el asesinato de Haniyeh (...) ni tampoco se sumó a la respuesta de Hizbulá al ataque preventivo de Israel el domingo”, señala el Centro Soufan, con sede en Estados Unidos. “Por ahora, Teherán parece contentarse con delegar su respuesta en los aliados del Eje, especialmente en Hizbulá”. El llamado Eje de la Resistencia está encabezado por Irán e integrado por actores no estatales como Hizbulá, Hamás o los hutíes del Yemen, cuyo denominador común es la hostilidad hacia EEUU e Israel. Según ese centro de investigación y análisis sobre asuntos de seguridad y política exterior, ese Eje “está intentando calibrar sus planes para disuadir a Israel y presionarlo para que acepte un alto el fuego en Gaza”.

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