El apoyo de Washington a Tel Aviv con el envío de más tropas y armas marca la campaña electoral de EEUU, cuando los ataques israelíes han matado ya a 2.000 personas en Líbano, entre ellas más de 100 niños
“¿Cuánto tiempo le parecerá bien que Israel bombardee Líbano?”, le preguntaron a Biden esta semana en rueda de prensa. El presidente estadounidense sonrió y, sin contestar, dio por terminada su comparecencia. También esta semana el portavoz del Departamento de Estado de EEUU afirmó que “nunca quisimos ver una resolución diplomática con Hamás”.
El respaldo del Gobierno estadounidense a la invasión israelí y las masacres en territorio libanés es contundente. Este sábado las cifras proporcionadas por Naciones Unidas elevaban a 2.000 el número de muertos, más de un centenar niños y niñas. Además, más de un millón de libaneses se han visto forzados a abandonar sus hogares. Al igual que ocurrió con Gaza, Israel afirma que su invasión es una “incursión” y “una operación limitada”, pero los intensos bombardeos de esta semana desmienten esas declaraciones. Durante la invasión israelí de 1982, Tel Aviv aseguró que su operación militar duraría solo “48 horas”. En aquella ocasión el Ejército israelí mantuvo un asedio a Beirut durante setenta días, y permaneció en el país hasta el año 2000.
La agresión contra Líbano no ha detenido los ataques israelíes en Palestina. Los bombardeos contra la Franja de Gaza han causado más de 41.000 muertos desde el pasado 7 de octubre. A esa cifra oficial hay que sumar los desaparecidos bajo los escombros y las personas fallecidas por causas indirectas, como desnutrición, hambre o enfermedades provocadas por el bloqueo israelí de la ayuda humanitaria necesaria. Según cálculos conservadores de personal sanitario, el número total superaría las cien mil víctimas mortales. En una carta dirigida a Biden y a Kamala Harris, publicada esta semana, 99 médicos que han trabajado en Gaza afirman que “todos los que atendimos en urgencias, cuidados intensivos o en un centro quirúrgico tratamos a niños preadolescentes que recibían disparos en la cabeza o el pecho de forma habitual o incluso diaria”.
La ayuda militar, política y económica de EEUU a IsraelA pesar de la envergadura de las matanzas contra población palestina, el respaldo y protección de EEUU a Israel ha sido constante durante este año. A los 3.600 millones de dólares anuales que Washington proporciona a Tel Aviv -la mayor cantidad fija anual que EEUU otorga a un país- hay que sumar varios paquetes adicionales. El último de ellos, por valor de 8.700 millones de dólares, recibió luz verde hace escasos días.
Además, el Gobierno de Biden ha aumentado la presencia militar estadounidense en la región, con el envío de más aviones, buques y soldados, y con un refuerzo del apoyo en materia de inteligencia. A nivel diplomático, ha vetado varias resoluciones de Naciones Unidas que solicitaban un alto el fuego en Gaza o el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino.
Todo ello deja claro que EEUU es promotor activo y directo de la escalada bélica israelí. Si no lo fuera, habría suspendido hace meses su protección militar política y diplomática a Israel, así como los envíos de más armamento y municiones. Esta semana se ha sabido que ya en octubre de 2023 el Gobierno de Biden recibió informes que advertían del riesgo de crímenes de guerra israelíes. También se ha desvelado la existencia de e-mails de funcionarios de Washington que denunciaban los obstáculos de Israel a la entrada de ayuda humanitaria en Gaza. A pesar de ello, la Administración estadounidense mantuvo su apoyo cerrado a Tel Aviv.
Biden ha dicho esta semana que "ninguna Administración ha ayudado a Israel más que yo; ninguna, ninguna, ninguna”
Las palabras de Biden de esta semana, en línea con declaraciones pasadas, lo dejan claro: “Ningún Gobierno [de EEUU] ha ayudado a Israel más que yo; ninguno, ninguno, ninguno”. Su respaldo es indudable, aunque sus antecesores no se quedaron a la zaga. En lo que respecta al apoyo a Israel, no ha habido grandes diferencias entre gobiernos demócratas y republicanos en las últimas décadas, durante las cuales Israel ha extendido su ocupación ilegal, con un número de colonos en Cisjordania y Jerusalén Este que se ha triplicado desde los años noventa.
El riesgo de perder votos por el apoyo a IsraelLa escalada bélica israelí está afectando a la campaña electoral estadounidense, con votantes habitualmente demócratas muy descontentos con la política de Biden y de Harris ante Tel Aviv. En enero y febrero de este año el movimiento por el voto no comprometido, que pide un alto el fuego en Gaza y embargo de armas a Israel, obtuvo más de 700.000 votos en las primarias del Partido Demócrata.
Posteriormente, tras el anuncio de la candidatura de Kamala Harris, los integrantes de este grupo, así como miembros de la comunidad árabe y musulmana estadounidense, solicitaron a la vicepresidenta un cambio de posición, sin resultados. El pasado mes de agosto el Congreso Nacional del Partido Demócrata ofreció espacio en su escenario a representantes de todas las minorías, excepto a la palestina. También negó la participación al movimiento por el voto no comprometido.
Según las encuestas, Harris pierde votantes árabes pero sigue sin hacer nada para intentar recuperarlos
Esta semana una nueva encuesta muestra que Kamala Harris se arriesga a perder un porcentaje importante de votantes árabes, pero su campaña sigue sin hacer nada para intentar recuperarlos. La presión de los lobbies proisraelíes, que aportan grandes cantidades de dinero a los dos grandes partidos, así como el temor a perder a los votantes sionistas, mantiene paralizada a la candidata demócrata.
A ello se suman sus propias convicciones y su trayectoria política, siempre en línea con Israel. El pasado mes de abril Harris hizo campaña para obtener apoyo en el Congreso en favor de más ayuda militar a Tel Aviv. Anteriormente, en 2016, impulsó una resolución en el Senado oponiéndose a una resolución en la ONU en contra de los asentamientos ilegales israelíes y a la mediación de Naciones Unidas ante la cuestión palestina. También firmó una carta en contra de la intervención de Naciones los tribunales internacionales de La Haya en el caso israelí.
Harris no habla mucho de Oriente Medio. Cuando lo hace es para dejar claro su firme apoyo a Israel. Celebró el asesinato del líder de Hezbolá, Hassan Nasralah, que describió como “una medida de justicia”, e insiste en su “compromiso inquebrantable con la seguridad de Israel” y su “derecho a defenderse”. Poco antes de asumir la candidatura presidencial lamentó la muerte de civiles y niños palestinos, pero apoya el legado de Biden y no marca distancia de sus políticas.
Hay un frente belicista internacional proisraelí que defiende la escalada de la impunidad global
El presupuesto de Defensa de EEUU supera los 900.000 millones de dólares anuales, y aumenta entre un 2 y un 3 por ciento anualmente. La guerra es en sí misma un motor para la economía estadounidense. Washington ha gastado entre 1.800 y 4.000 millones de dólares en sus bombardeos contra Yemen, sin haber logrado detener los ataques del grupo Ansar Allah contra barcos que cruzan el mar Rojo, lanzados como mensaje contra la masacre en Gaza. La operación para interceptar los drones y misiles iraníes dirigidos contra Israel en abril costó unos 1.100 millones de dólares. La respuesta militar de esta semana para minimizar los efectos del nuevo ataque de Irán habrá sido igual o más costosa.
Al apoyo directo y tangible de EEUU a Israel se unen varios países europeos -algunos siguen enviando armas a Israel, como República Checa, Hungría o Reino Unido-, así como grupos empresariales y políticos, entre los que se encuentra una parte importante de la ultraderecha europea.
Todos ellos conforman un frente belicista internacional que defiende la apuesta por la guerra permanente de Israel y la escalada de la impunidad global. Su postura debilita seriamente el derecho internacional y amenaza con dejarnos más desprotegidos ante la ley del más fuerte. Son los mismos que a principios de este siglo respaldaron la llamada guerra contra el terror y la invasión ilegal de Irak, con consecuencias devastadoras que llegan hasta hoy.